Los investigadores, tras años viendo situaciones escalofriantes, calculan que «en prácticamente el cien por cien, en más del 90% seguro» de las veces que se produce un abuso sexual a menores el agresor está en el hogar. Es su padre, su padrastro, su tío o su hermano mayor. O incluso su abuelo.

Uno de esos casos sacudía esta semana a la Región de Murcia y a España entera: una niña de tan sólo 11 años de edad daba a luz en el Hospital Virgen de la Arrixaca. Y el padre del bebé, según declaró la familia y corroboró luego la Policía en sus pesquisas, es el propio hermano de la joven madre.

Cuando la pequeña fue dada de alta, pasó a vivir con una familia de acogida. El recién nacido salió del hospital días después que su madre. También ha sido mandado a una familia de acogida. En su caso, con lo que la Comunidad llama Programa de Urgencia-Diagnóstico Familias Canguro. La niña renunció a hacerse cargo de su hijo. Lo mismo hizo la adolescente de 15 años que hace dos semanas daba a luz en Lorca. Su bebé, también un varón, ya fue dado en adopción.

La joven madre, mientras, está siendo atendida por psicólogos especializados en abusos sexuales a menores. Aunque su hermano no pueda ser investigado por esto. Tenía 13 años en el momento de los contactos sexuales. Según dicta el Código Penal español, es inimputable.

Los terapeutas hacen hincapié en que el abuso sexual por parte de un adulto hacia un niño nada tiene que ver con el deseo: tiene que ver con el poder. Cuando lo que se dan son contactos entre menores, cuyo resultado es un embarazo no buscado, policías, psicólogos y trabajadores sociales consultados por este periódico responden la misma palabra cuando se les pregunta por la clave de la prevención: educación.

«La educación es una vacuna que previene del abuso sexual, la conductas de riesgo, reduce la probabilidad de embarazos no deseados, retrasa la edad de la primera relación sexual, fomenta la asertividad sexual y es clave para prevenir de disfunciones sexuales en la edad adulta», indica, desde el Instituto Sexológico de Murcia, su director, Jesús Eugenio Rodríguez.

«Se debería dar educación sexual y afectiva a niños tanto en la escuela como en casa. Desgraciadamente, la sexualidad se ha mezclado con cuestiones morales, políticas y religiosas, lo que bloquea cualquier proyecto integral para educar a nuestros hijos en esta área, clave en el desarrollo humano y en la salud de la persona», destaca.

En la misma línea se muestra la psicóloga Mónica Sánchez, que cree que la sexualidad tendría que ser «una asignatura» en clase.

«Yo tengo 30 años y recuerdo haber tenido una charla de sexualidad en el instituto», espeta al respecto, al tiempo que critica que los políticos «recortaron en Educación y Sanidad» y eso mermó la enseñanza sexual.

Juristas consultados por esta redacción matizan que, cuando se trata de menores muy pequeños, incluso de bebés, su atacante no es juzgado por violación, sino por abuso sexual. La ´explicación´ es que no ha tenido necesidad de recurrir a la violencia para someter a su presa.

Reza el Código Penal que «el que, sin violencia o intimidación y sin que medie consentimiento, realizare actos que atenten contra la libertad sexual de otra persona, será castigado como culpable de abuso sexual con la pena de multa de doce a veinticuatro meses». Se da la circunstancia de que muchos de estos abusadores confesos no llegan a pisar la cárcel: es habitual que la pena quede suspendida (en especial si no tienen antecedentes) y a cambio se le exija que haga un cursillo de educación sexual.

Según los datos que maneja el Instituto Nacional de Estadística (INE), en la Región se contabilizaron diez casos de menores de 15 años que tuvieron un hijo en 2016.

Muchas adolescentes que se quedan encinta optan por darlo en adopción o por interrumpir el embarazo. En 2016 (último año del que se tienen cifras) abortaron en la Región un total de 23 chicas menores de 15 años. De 15 a 19 años, lo hicieron otras 368. En el conjunto de España, decidieron interrumpir la gestación 405 adolescentes.

En el plan El control de la agresión sexual: Programa de Intervención en el medio penitenciario, que se aplica en las cárceles españolas, se lee de los agresores: «Si realmente entendiesen cuánto dolor y sufrimiento causan en esas mujeres que ellos creen que disfrutan con la violación, o en esos niños que dicen que aman tanto, seguro, seguro que no les agrederían sexualmente».