La mayoría de los países en los que se practica están a cientos de kilómetros de Murcia, pero muchas de las mujeres que son víctimas de la mutilación genital femenina viven en la Región, donde han iniciado una nueva vida. Pese a la distancia, en muchas de estas familias se intenta mantener esta tradición y las niñas son también mutiladas aprovechando viajes o vacaciones en sus países de origen. Así lo ha detectado la enfermera e investigadora murciana María del Mar Pastor Bravo, quien ha llevado a cabo el estudio Consecuencias de la mutilación genital femenina sobre la salud de las mujeres subsaharianas y sus experiencias de (des) atención sanitaria en España. Esta profesional sanitaria asegura que más de un centenar de mujeres víctimas de esta práctica residen en la Comunidad, donde hay otras más de 500 mujeres y niñas en riesgo de sufrirla. Precisamente, el martes, 6 de febrero, se conmemora el Día Internacional Contra la Mutilación Genital Femenina.

Pastor Bravo considera que aunque la mutilación genital femenina no es un problema originario de nuestro país, «no nos puede resultar ajeno y debemos contar con los instrumentos necesarios para detectar las posibles conductas de riesgo desde la consulta, para evitarlas, o dar la atención que precisan las mujeres que ya lo han sufrido y que viven sus secuelas en silencio».

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la mutilación genital femenina comprende todos los procedimientos en los que se resecciona parcial o totalmente los genitales externos femeninos, así como otras lesiones de estos órganos por motivos no médicos. En la mayoría de los casos esta práctica suele ser realizada por circuncisores tradicionales que, además, tienen otras tareas dentro de sus comunidades, como puede ser la atención al parto. La enfermera murciana destaca que la mutilación genital femenina se lleva a cabo en hasta 28 países, la mayoría de ellos regiones del África occidental, oriental y nororiental, así como en algunos países de Oriente Medio y Asia, una práctica que afecta actualmente a más de 200 millones de mujeres y niñas.Causas culturales y sociales

Respecto a los motivos que llevan a estas comunidades, africanas en su mayoría, a realizar la ablación, María del Mar Pastor destaca la causa cultural y de tradición, así como la presión social. Aunque quienes la realizan también alegan motivos higiénicos y estéticos. «Llegan a justificarlo diciendo que el clítoris puede ser nocivo y perjudicial para la mujer en el momento del parto y que incluso puede dañar al bebé en el nacimiento», subraya esta enfermera.

La mutilación genital femenina se suele realizar a las chicas cerca de la adolescencia, en la etapa de tránsito entre la niñez y la edad adulta, aunque esta sanitaria indica que en muchos casos se les realiza siendo niñas o bebés, ya que llegan a pensar que cuanto ántes de haga es mejor porque sufren menos.

Para la OMS esta práctica constituye una violación de los derechos del niño. Asimismo, viola los derechos a la salud, la seguridad y la integridad física, el derecho a no ser sometido a torturas y tratos crueles, inhumanos o degradantes, y el derecho a la vida en los casos en que el procedimiento acaba produciendo la muerte. Es el reflejo de una desigualdad entre los sexos muy arraigada y que constituye una forma extrema de discriminación de la mujer.

En el estudio que ha elaborado Pastor Bravo, ésta ha hecho un análisis sobre la situación de mujeres de Senegal o Gambia que actualmente residen en la Región de Murcia, «mujeres que viven esta situación como un secreto y que sufren consecuencias como dolores, picores, dificultades para orinar, problemas en el parto o en su vida sexual», explica. Además, llama la atención sobre el hecho de que la mayoría de las mujeres que han sido víctimas de esta práctica «no han recibido la asistencia adecuada para sus problemas de salud», algo que se quiere solventar con el protocolo regional que se ha puesto en marcha para detectar los casos de mutilación genital femenina.

Para este trabajo de investigación, María del Mar Pastor ha entrevistado a 24 mujeres que residen en Murcia y que han pasado por esta situación, algunas de las cuales se muestran a favor de esta práctica y otras en contra. «Las que no están a favor de la mutilación genital suelen ser mujeres que están más informadas y que tienen un mayor conocimiento sobre las secuelas que implica este procedimiento, mujeres que abogan por cambiar estas tradiciones», explica a esta Redacción.Información a líderes religiosos

Esta sanitaria murciana ha desarrollado diversos trabajos de campo en Marruecos donde, según cuenta, las mujeres compartían con ella sus experiencias. Algunos de los casos llegaban a suponer un verdadero atentado a la integridad física de las víctimas de esta práctica, que tenían que ver cómo la noche de bodas sus maridos usaban una navaja para abrir la zona que les habían cosido con el fin de consumar el matrimonio.

«Se trata de una cuestión social y de tradición contra la que hay que luchar usando la información y la educación», explica. Por este motivo ella misma ha participado en experiencias en Kenia donde han trabajado con diversos líderes religiosos y sociales de las comunidades para informarles sobre derechos humanos. Así, recuerda que «gracias a este trabajo logramos que se hiciera un rito alternativo con las chicas en su paso a la adolescencia y en el que se omitió la mutilación».

Esta práctica ancestral tiene graves consecuencias ginecológicas, obstétricas y psicosociales. La ONG Cruz Roja señala que uno de los países con mayor índice de prevalencia de la ablación es Malí, donde la tasa supera el 85 por ciento. En las regiones malienses en que trabaja Cruz Roja Española, Ségou y Kayes, la cifra es aún mayor, 92,2 por ciento y un 98 por ciento, respectivamente.

Desde el año 2000, Cruz Roja Española en colaboración con la Cruz Roja de Malí, desarrolla en las dos regiones actividades dirigidas a informar y sensibilizar a nivel comunitario de los riesgos que se generan, a fin de que se abandone esta práctica y para mejorar la salud y condiciones de vida de las mujeres y niñas víctimas de graves secuelas físicas y psicológicas de la ablación.

Cruz Roja trabaja con líderes comunitarios, personal sociosanitario, profesores y las organizaciones comunitarias de base a través de distintos módulos de formación y de sensibilización en los que las mujeres participan activamente, con independencia de haber sido o no víctimas de la mutilación genital.

La intervención, apoyada por la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), se centra además en prestar asistencia sanitaria y psicosocial a las mujeres y niñas, que tienen complicaciones después de haber sido sometidas a la mutilación genital.