Dentro de la comunidad china «hay dos perfiles bien diferenciados: los estudiantes y los trabajadores», explica la profesora de la Universidad de Murcia Carmen Castelo, con once años de experiencia impartiendo clase de español a alumnos chinos en la Región, así como en China.

La diferencia fundamental es que «los alumnos que llegan a España o que se interesan por estudiar castellano provienen de familias que invierten todo su dinero en la educación de sus vástagos, y esto, unido al carácter perfeccionista que tienen, hace que sean unos estudiantes muy aplicados. Al ser un gran número de ciudadanos, la competencia les obliga a ser perfectos, los mejores y destacar entre el resto», razona Castelo.

«Los trabajadores, sin embargo, forman una especie de gueto, rara vez se integran en la sociedad, ya que ellos ven su estancia en España como una forma de ahorrar dinero para volver a su país», explica.

Entre los estudiantes, la mayor motivación para estudiar español es laboral. «Por su cercanía con Latinoamérica, poder comunicarse en castellano es fundamental. En el caso de mis alumnos, todos han conseguido trabajo gracias a su manejo del idioma», señala Castelo.

La mayor dificultad que presentan los alumnos chinos de español se encuentra en la pronunciación. «Con sonidos como la r, b, d y t tienen grandes dificultades porque ellos hablan con sonidos guturales y esta pronunciación es nueva para ellos».

Además, de los motivos laborales, la población china también se siente atraída por el castellano, según la experiencia de la profesora, por el clima y la ausencia de censura en España.

«El español está de moda en China. Las matriculaciones en el Instituto Cervantes allí se han multiplicado por doce y ya suman más de 5.000 estudiantes cada año», explica. Además, más de 100 universidades imparten español, llegando a 30.000 alumnos, y es la segunda lengua extranjera más estudiada.