Emilio Restoy (Cartagena, 1969) pertenece a la tercera generación de la compañía que logró situar una de las primeras marcas de la Región entre el mercado nacional. Presume de que el museo creado por la compañía para dar a conocer la historia de su producto estrella, Licor 43, recibe 14.000 visitas al año y es el tercero de Cartagena. El grupo alcanza una facturación de 165 millones y cuenta con una plantilla de 370 personas. Fuera de la Región está presente en La Rioja, Navarra, Valladolid y Rías Bajas. También tiene empresas en Estados Unidos, Italia y República Dominicana.

¿Cuál ha sido el secreto de la empresa para mantener su marca en el mercado durante tanto tiempo?

El Grupo Zamora Company se creó a mediados de los años 40 por dos hermanos y una hermana y su marido, que eran mis abuelos. Como todas las empresas familiares surgió con más ilusión que recursos, se trabajó mucho durante años y fue pasando de empresa local a regional, de regional a nacional y luego, a internacional. Creo que la clave es tener pasión por lo que se está haciendo y una clara visión para saber adónde se quiere llegar. En la familia existe la mentalidad de que lo mejor está por venir y de que hay que invertir y dedicar esfuerzos y recursos de cara al futuro. En una empresa familiar tú no eres el dueño, sino que la tienes que gestionar lo mejor posible para transmitirla a la siguiente generación. Creo que esa concepción de austeridad, de sacrificio y de trabajo es lo fundamental.

¿Es la filosofía de su familia?

Mantenemos la política de que los accionistas trabajen lo mínimo posible dentro de la empresa. El criterio a seguir es la profesionalización. Tenemos una comisión de familia, cuyo trabajo es mantener, generar y formar a los accionistas, sobre todo a las nuevas generaciones que van llegando, mediante cursos y eventos que son muy útiles para construir esa sensación de familia empresaria y de accionistas responsable. Lo que intentamos es trabajar conjuntamente para explicar la compañía, que nos entendamos, que seamos accionistas responsables y, a la vez, un foro en el que puedan exponer qué quieren de la empresa. Se trata de un comité de familia que funciona bastante bien y que está presidido por un familiar que está haciendo una labor francamente muy buena.

Este mismo año han incorporado el limoncello italiano a su catálogo de productos con la compra de la firma Villa Massa.

Tenemos un plan estratégico que es nuestra guía, con el que pretendemos construir marcas. Empezamos con Licor 43, presente ahora mismo en 80 mercados internacionales, con la exportación de más del 90% de la producción, que está funcionando muy bien, y seguimos con el vino Ramón Bilbao. También entramos con el pacharán Zoco con una visión de marca y un propósito de internacionalización. En octubre también compramos una participación en una pequeña destilería de güisqui de Texas (EE UU) y ahora acabamos de comprar la sangría Olea a una firma aragonesa.

¿Tienen prevista alguna otra compra?

En la industria nuestro trabajo consiste fundamentalmente en dar servicio y experiencias a los consumidores y continuamente tienes que estar pensando qué está haciendo el consumidor, porque cambia a una velocidad vertiginosa. Yo pongo como ejemplo los teléfonos inteligentes, que hace cinco años eran prácticamente inexistentes, pero hoy hay mucha gente que sería incapaz de concebir su vida sin ellos. Estos cambios tan radicales y tan rápidos exigen a las empresas estar continuamente innovando, con nuevos productos y nuevos conceptos. Seguimos pensando qué tenemos que mejorar y qué oportunidades hay y estoy convencido de que habrá otras operaciones.

La receta del Licor 43 sigue siendo la misma o la han variado con el paso del tiempo?

No. No es una fórmula original de 43 ingredientes naturales que es conocida solamente por tres familiares y que sigue siendo fiel a su orígenes, aunque actualizada, porque la legislación hoy no es la que había en los años 40, pero es el mismo Licor 43. Para nosotros es tan importante que decimos que si el grupo fuese una persona a la que se le cortara una vena, la sangre, en vez de roja, le saldría de color dorado.

¿Qué países lo consumen más?

Alemania, Holanda y México. Es un producto muy versátil y en cada mercado se consume de una forma diferente. En Holanda se bebe solo con hielo, después de cenar; en México se le añade un café corto y en Alemania se toma como un cóctel o mezclado con leche.