Cáritas trata de hacer frente al empobrecimiento de las familias que ha dejado la crisis y a la brecha de la exclusión social con una óptica diferente, orientada hacia la inserción laboral. Junto con los programas tradicionales que ha ido poniendo en marcha a medida que la marginación arrastraba a personas que habían perdido el trabajo o que se veían obligadas a malvivir, a pesar de tener un puesto de trabajo, la organización humanitaria está abriendo nuevos caminos para facilitar la obtención de un empleo digno como alternativa. El pasado mes de abril abría en Murcia la Escuela de Hostelería, situada en un ala del convento de las Agustinas, por el que han pasado algunos jóvenes que ya están trabajando en restaurantes de renombre. También tiene otros centros en Cartagena y en otros municipios de la Región en los que se enseñan oficios vinculados a las actividades locales, como la tapicería en Yecla, por los que pasan unas 400 personas al año. En 2016 ofreció atención y asesoramiento laboral a unas 7.320 personas.

Juan Antonio Illán, secretario general de Cáritas de la Diócesis de Cartagena, explica que la organización «ha creado una sociedad limitada», que se encarga de gestionar los centros de formación, en los que pueden adquirir una cualificación profesional jóvenes que han abandonado los estudios sin conseguir una titulación mínima, personas en riesgo de exclusión y parados de larga duración que pueden reiniciar su vida gracias al trabajo.

La Escuela de Hostelería es el buque insignia de los programas de inserción laboral de Cáritas en Murcia. Ocupa un ala del monasterio del siglo XVII que antes había utilizado Proyecto Hombre y, además de las aulas y las cocinas en las que aprenden a manejar los fogones, dispone de una cafetería y un restaurante que sirve comidas y cenas los jueves y viernes. Las cocinas de la Escuela también ofrecen un servicio de catering que ya ha recibido varios encargos de diferentes empresas y de las universidades públicas. Incluso han elaborado menús para 400 personas que participaron en un congreso.

Illán cuenta que algunos de los alumnos ya han conseguido un contrato y están trabajando en restaurantes que agradecen la posibilidad de encontrar personal bien formado.

«Nosotros no pretendemos competir con la formación oficial. Lo que intentamos es dar una formación y una cualificación a personas que están en situación de exclusión», explicaba.

Considera que el paso por los centros de Cáritas, además, abre la posibilidad de encontrar trabajo a parados de larga duración que, después de años sin trabajar, han roto las relaciones personales y las conexiones sociales que podrían facilitarles la posibilidad de reinventarse. «Hay personas que no se creen que puedan volver a ser trabajadores en activo con un oficio. El problema es que el 80% de los trabajos se consiguen a través de los contactos. Y cuando una persona lleva mucho tiempo en el paro sufre tres tipos de rupturas: la económica, la de las relaciones y la vital. Llega un momento en que dejan de tener un proyecto de vida que les ilusione», precisaba.

A su juicio, las dificultades se acentúan en el caso de los parados de larga duración que llevan más de tres años sin encontrar empleo, por lo que «necesitan un empujón» que les devuelva la esperanza. «En el caso de los parados de larga duración la cualificación no lo es todo. Cuando una persona lleva varios años viviendo en la pobreza, necesita una motivación para recuperar la confianza en conseguir un empleo».

Por eso, el proceso de «recuperación personal» debe ir acompañado de una labor de «orientación e intermediación».

A través de la empresa de inserción creada por Cáritas la organización humanitaria ofrece formación en sus talleres de agricultura, tapicería, limpieza, reformas y restauración de muebles. Estos centros están repartidos en los municipios de Águilas, Alcantarilla, Cartagena, Cehegín, Cieza, Jumilla, Torre Pacheco y Yecla.

La red ha mantenido contactos hasta ahora con 1.211 empresas, aunque las relaciones más estables se centran en una veintena de compañías. La inversión en formación, acompañamiento para la inserción laboral y la intermediación en el empleo que realiza Cáritas se acerca a los dos millones de euros.