Pero ¿existe todavía Mundo Obrero ? Cuando cumplimos 75 años hicimos un acto en el Congreso de los Diputados, y los ujieres me preguntaron lo mismo: ¿Todavía existe Mundo Obrero? Pues sí. Seguimos saliendo en papel cada mes a la calle. Y en la web. Y en la radio.

Mundo Obrero fue durante una buena parte de su historia una publicación obligadamente clandestina, pero da la impresión de que ahora es más clandestina que nunca, aunque ya no tenga problemas para ser difundida. Esta publicación fue secuestrada, algunos fueron encarcelados por repartirla. En la primera etapa de su existencia, los directores tenían que ser diputados para que su aforamiento impidiera que fueran detenidos. Eso en la misma República, y en la etapa de Franco ni te cuento. Hubo repartidores que fueron asesinados. Las planchas de impresión se pasaban desde Francia con todo tipo de argucias. ¿Hoy? Somos un periódico más de lo que puede llamarse prensa alternativa, y tiramos casi 20.000 ejemplares en papel. Estamos en un espacio diferente al de los grandes medios que controlan las grandes corporaciones financieras.

A propósito de esto último que dice recuerdo que en la Transición, cuando Mundo Obrero era diario, había militantes comunistas que criticaban al periódico por incluir publicidad de El Corte Inglés. Decían: ¿Cómo vamos a hacer la revolución si nos financia el capitalismo? El Banco Popular, donde el PCE tenía sus cuentas (en algún sitio hay que tenerlas), también se anunciaba. Y ese debate ha sido recurrente hasta hace bien poco. Pero ¿cómo podemos los comunistas y las personas de izquierdas tener medios de comunicación si no los consumimos en el kiosko, si no nos subscribimos o no invertimos en ellos? Es verdad que no podemos hacerle el juego al capitalismo, pero en ciertos momentos no había otra manera de obtener financiación que con la publicidad. Hubo un tiempo en que anunciamos a empresas que no explotaran a los trabajadores.

¿Y hay muchas de esas? Cada vez menos. Por eso nosotros, ahora mismo, no tenemos publicidad casi de nadie.

Uno, que es algo mayor, tiene la impresión de que el PCE ha sido tratado históricamente por los medios convencionales, la prensa burguesa que ustedes llaman, casi con simpatía... Hay un programa de una televisión que pertenece a un gran conglomerado de medios, ¿Dónde estabas entonces? se titula, en el que cuando se habla de la Constitución o de la primera fase de la democracia, de los asesinatos de Atocha, etc., se habla bien del papel que jugó entonces el PCE, porque les interesa plantear la importancia del partido en la recuperación de las libertades. En ese aspecto, los medios nos tratan bien. Pero cuando en el momento actual ponemos en cuestión el funcionamiento del sistema, ya tienen otra actitud. Nos tratan bien o mal en función de sus propios intereses dependiendo de lo que digamos en cada momento.

¿Están ustedes mismos revisando el papel que hicieron en la Transición, tan positivamente valorado hasta ahora? ¿Están renegando, de alguna manera, de su propia historia? En la Fiesta del PCE de 1996, Julio Anguita, que era entonces el secretario general, planteó el siguiente dilema: si hubo un pacto en 1978, el de una Constitución que incluía muchos aspectos sociales y democráticos que no se desarrollan ni se cumplen (derecho a la vivienda, a un trabajo digno, a las prestaciones adecuadas, a las libertades públicas, a las pensiones dignas...) no tenemos obligación de cumplir dicho pacto. No se cumplen las cuestiones que llevaron al PCE a aprobar aquel pacto, de modo que ya en el 96 revisamos nuestro compromiso con la Constitución. Anguita, visto que los poderes no estaban dispuestos a desarrollar socialmente la Constitución, declaró que nuestro modelo es la República federal. Y ahí estamos. Ahora se ha aplicado a Cataluña el 155 y antes se modificó con alevosía el 135. Plantamos, pues, lo que llamamos ruptura o revolución democrática y la apertura de un proceso constituyente.

¿Me quiere decir que el PCE ha sido pionero en la denuncia del llamado 'régimen del 78' que ustedes mismos contribuyeron a crear? Sí. Por la resistencia, insisto, de los poderes políticos, económicos y mediáticos a desarrollar los aspectos más sociales de la Constitución y por la voluntad de estos poderes de impulsar los más duros para los ciudadanos: recortes de servicios y de libertades.

¿No sería más práctico que el PCE ayudara a IU más que emplear recursos en sus propios proyectos mediáticos? Somos partido fundador de IU, pero ésta no es un partido, sino una plataforma política diversa. Somos parte de ella. IU tiene una perspectiva electoral, de coyuntura. El PCE se plantea el socialismo en el futuro. Jugamos, pues, un papel más ideológico y de conformación de una base de ideas. El PCE es necesario sobre todo hoy en que el avance del neoliberalismo intensifica la batalla ideológica. Tenemos que afianzar el proyecto del socialismo en el ámbito cultural mediante la difusión de nuestras ideas. Somos organizaciones complementarias.

¿No es raro que haya partidos, como el PCE, que no se presenten a las elecciones, que a fin de cuentas es lo que los justifica en una democracia? Ese es un dogma del neoliberalismo, de la democracia burguesa. Somos un partido que se presenta a las elecciones en coalición con otros.

Visto desde fuera, se puede pensar: IU se tragó al PCE, y ahora Unidos Podemos se ha tragado a IU. Es una visión simplista. Quien rasque un poco percibirá que en el marco de Unidos Podemos cada cual tiene su perfil tanto en el modo de hacer las cosas como de comunicarlas y también de proponerlas. Cada cual hace aportaciones a la pluralidad para un proyecto común de izquierdas. Al neoliberalismo le interesa dar la impresión de que 'nos han tragado' para divulgar que ya no existimos. Pero sí, sí existimos. Podemos ser pequeños, pero existimos y se nota que existimos.

Es curioso que la derecha sea tan fácil de ahormar en una organización única, mientras la izquierda puede centrifugarse en decenas de opciones por cuestiones de matiz. Es verdad. Pero observa que la derecha ya no es tan homogénea como antes. En la medida en que se producen situaciones políticas extraordinarias, como ahora, la derecha se empieza a disgregar: PP, Cs, Vox y otros. El PP ha dispuesto de la capacidad de unir a la extrema derecha con el centro moderado. Hasta el punto de que uno puede escuchar cosas tan absurdas como que «el PP es el partido de los trabajadores», en la voz de Cospedal. Yo añadiría: el de los trabajadores explotados. Pero es verdad que la izquierda, por sus características históricas es más rica en análisis, debates y pluralidad. Por eso, irónicamente podría decirse que el partido más leninista de España es el PP, porque se organiza de arriba hacia abajo. Pero en la izquierda, desde hace algún tiempo, estamos haciendo grandes esfuerzos por la confluencia.

Alguna razón llevará Cospedal: no habrían podido alcanzar tamañas mayorías si no les votaran los trabajadores ¿no cree? A la derecha le es muy fácil hacer un discurso simple, que entienda todo el mundo, aunque sea mentiroso y demagógico, y más con un aliado importante: los Consejos de Administración de los grandes medios de comunicación. A nosotros nos cuesta mucho marcar la diferencia con ese discurso simplista. Aunque bien es verdad que en las últimas elecciones municipales, cuando la izquierda fue capaz de unirse en proyectos concretos, al margen de esos programas de 7.000 folios en que se cuida hasta la última coma, hemos podido llegar a los gobiernos locales, con la mayor representación que hemos tenido en la Historia al margen del PSOE. Una experiencia que habrá de servir de reflexión para las fuerzas políticas y los trabajadores que aspiran a hacer la revolución.

¿A qué se refiere cuando dice 'hacer la revolución'? A cambiar radicalmente las cosas. Esto significa que se inviertan los papeles: que se cumplan los compromisos sociales y no los de las minorías gobernantes. Esto exige empezar por cambiar al Gobierno. Si no se cambia el actual Gobierno no habrá perspectiva social.

En 2015 existió la posibilidad de cambiar al Gobierno si Podemos hubiera pactado con el PSOE, o lo hubiera apoyado. IU, en aquel momento, no estaba aliada con Podemos, por lo que no se le puede reprochar nada en ese aspecto, pero sí saber qué opina usted... Nosotros estamos dispuestos siempre a apoyar el cambio de Gobierno, pero sobre la base de un programa, estemos o no en el nuevo Gobierno. El problema en aquel momento fue de Podemos. Todavía recordamos aquella rueda de prensa de Pablo Iglesias con su staff en que pedía participar en el Gobierno, pero sin marcar antes un programa. Eso en la izquierda nunca se había visto. Programa, equipo y líder. Eso es previo a cualquier decisión.

Hay quien no da un chavo por la continuidad de Unidos Podemos, sobre todo después de las actuaciones en Cataluña y otras. Hay matices entre las formaciones que integran Unidos Podemos, y hay quien repara en ellos. Pero los hay también, como yo mismo, que opinamos que Unidos Podemos es necesario con los cambios que sean precisos, sí, pero si queremos que la izquierda avance tenemos que seguir convergiendo. Lo que viene después del 155 es muy duro: más recortes, más reformas, la extrema derecha ha salido a la calle... Es necesario mantener el marco de conjunción de la izquierda.

La cuestión catalana ha pervertido la visión que teníamos de opciones como Unidos Podemos, a los que creíamos aplicados a los problemas sociales y parecen entretenidos en exclusiva en los territoriales. El PCE e IU han llamado la atención sobre la precariedad laboral, los índices de pobreza, el complicado futuro de las pensiones... Pero es verdad que todo se ha ido concentrando en el monotema del debate territorial. Lo de Cataluña es un debate de las burguesías, la catalana y la española. Nosotros no somos independentistas. Somos federalistas. Los catalanes tienen que votar, pero en un referéndum con garantías.

Usted dirige el órgano informativo de un partido que se llama Partido Comunista de España. El nombre de la nación va en sus siglas. Entre ustedes mismos (Paco Frutos, por ejemplo) hay quienes han llamado la atención por lo que entienden una deriva respecto a la tradición de la izquierda frente al 'nacionalismo burgués'. El PCE es el partido de la España federal, no el de la España Grande y Libre. No queremos que se vaya Cataluña, pero esto lo marcamos desde una opción diferente a la derecha y a la ultraderecha. El federalismo no tiene que ver con el nacionalcatolicismo. Yo, al discurso de Paco Frutos posiblemente le pondría pocas pegas, pero nunca me habría ido a un acto de extrema derecha o de Falange a darlo.

¿Cree usted que la manifestación de Sociedad Civil Catalana fue un acto de falangistas? No. Es un símil. Pero yo no me iría a una manifestación de una asociación que no contempla el federalismo a dar una proclama. No digo que fueran fascistas, que no lo eran todos los que estaban allí; simplemente que nuestro mensaje no era para ellos.

Conozco a algunos que quieren simpatizar con la izquierda, pero les echa para atrás esa devoción que muchos de ustedes prestan a regímenes autoritarios o extravagantes. Perdone que pronuncie la palabra mantra: Venezuela. En Venezuela se celebró un referéndum que, como en Cataluña, no tenía las garantías del Estado, y la gente votó. La Policía no entró a los colegios a pegar a la gente. Simplemente, Maduro no reconoció esa votación. En Venezuela, hay presos que lo están porque han incumplido algunos de los parámetros constitucionales, y hay muertos del resultado de algunas de sus convocatorias. La derecha les llama presos políticos, pero no llama presos políticos a quienes en España, según ellos, han incumplido las leyes del país. Yo no digo nada: me remito a la propia lógica de la derecha. No tengo ningún problema en identificarme con el Gobierno de Maduro, pues si Maduro es un dictador ¿qué es Rajoy y su Ley Mordaza? Algunos dicen que aunque en Venezuela se vote, es una dictadura. En España también se vota, y hay gente a la que se reprime por opinar.

Aun si aceptáramos esa lógica, lo cierto es que ustedes critican a España, y no a Venezuela. Nosotros les dijimos a los independentistas: si jugáis fuera del marco constitucional, el resultado será la represión, de modo que lo prioritario es cambiar el Gobierno.

¿Cómo que la represión? Más bien, la aplicación de la ley. Los Jordi están en prisión preventiva sin que haya sentencia por los cargos que les imputan.

Como antes Granados o Ignacio González y otros. En Bruselas, por ejemplo, si no hay riesgo de fuga, imponen el arresto domiciliario, pero no la cárcel. Como en Venezuela.

¿Han invitado al Partido Comunista de Corea del Norte a su congreso? No. No tenemos recursos para invitar a nadie. Y con ellos no mantenemos una relación permanente.

¿Le crea a usted alguna inquietud que Corea del Norte se denomine comunista, como usted? No. También hay ultraderechistas que se denominan demócratas.

¿Condena usted el régimen de Corea del Norte? No. Hay cosas que yo no aprobaría, pero no lo condeno porque puedo entender el contexto en que están. Tal vez sea una forma de subsistir en el esquema general del entorno. Yo no soy quién para condenar a nadie.

Los del contexto se podría aplicar también a Cuba, supongo. Al régimen de Cuba no sólo no lo condeno sino que lo apoyo. No sé si la gente sabe que se están celebrando elecciones municipales en Cuba, que en pocos días las habrá provinciales...

Pero todos los candidatos son del mismo partido. Son elecciones abiertas. No son de partidos, sino de personas. Se puede presentar todo aquel que quiera a través de las asambleas vecinales. Y habrá pronto elecciones a la asamblea nacional.

O sea, que los cubanos elegirán democráticamente al presidente de sus país. Los cubanos elegirán por el sistema representativo, como aquí, al presidente del Gobierno.

Si es así, será la decadencia del régimen cubano, pues ustedes lo han venido apoyando a pesar de que esto no se producía. En el marco de su democracia, como nosotros en el de la nuestra, ellos eligen a sus representantes. Ellos lo hacen de forma diferente. Aquí hay partidos y las empresas que los apoyan, que lanzan las candidaturas. Ellos, los cubanos, tienen que ser propuestos por sus asambleas de base y de barrio. Son formas distintas. La de Cuba es democracia participativa.

O sea, que la democracia cubana es más perfecta que la española. Para mí, sí

Este puede ser el titular de la entrevista. Sin ningún problema.