Las cifras son para tomarlas en serio: el 72% de los bosques de pinos de la Región se verán dañados de aquí a medio siglo a consecuencia de los efectos del cambio climático; algunas masas forestales desaparecerán y otras gozarán de mala salud. Además, en los dos últimos años (2014-2016) 31.700 hectáreas y once millones de árboles se han visto seriamente afectados por la sequía.

Estas son las principales conclusiones del estudio realizado por expertos de la Universidad de Murcia (UMU). 'La respuesta de los bosques de Pinus halepensis al cambio climático y los eventos de sequía extrema: modelos preliminares', es uno de los capítulos incluido la publicación 'Los Riesgos Ambientales en la Región de Murcia' que se acaba de hacer público.

«Que las temperaturas son cada vez más altas es una verdad como un templo; mientras que para las precipitaciones necesitaríamos más tiempo para demostrar estadísticamente que están descendiendo, dada la variabilidad de las lluvias en las zonas del Mediterráneo», apunta Miguel Ángel Esteve, profesor de Ecología de la UMU y uno de los autores del trabajo.

Este científico no tiene duda del futuro: «Nuestros nietos van a vivir rodeados de un paisaje más parecido al norte de África que al actual», comenta. Y se refiere al periodo 2040-2070.

Las sequías serán cada vez más duras y largas, con menos precipitaciones y más altas temperaturas, lo que provocará una mayor evapotranspiración. Los bosques de Pinus halapensis (pino carrasco, la especie más común en la Región de Murcia), cederán terreno y dejarán paso a otros como la sabina o los cornicales, que son los más habituales en los paisajes de la costa.

«Sin embargo, esta expansión no va a ser equilibrada y no se va a corresponder con el retroceso de los bosques del interior, con lo que habrá una pérdida de masa forestal importante en estos terrenos», explica Esteve.

De hecho, los pinos resistirán sobre todo en el norte de la Región (Sierra Espuña y Noroeste), mientras que en el centro, Altiplano y sur retrocederán.

La investigación se ha centrado en Águilas y Mazarrón, Lorca, las laderas que delimitan los valles del Guadalentín y del Segura, sierras de Fortuna-Abanilla y el conjunto de sistemas forestales prelitoral.

Son los bosques de las laderas que dan al sur de las montañas los más afectados y, a su vez, los más vulnerables; pero no solo las masas arbóreas se están viendo dañadas, sino que también hay áreas de matorrales como el esparto o el romero que están retrocediendo. Además, la afección depende de la latitud y de ciertas variables climáticas básicas de cada localidad, apunta Esteve.

Nuevos bosques

Nuevos bosques¿Y qué hacer? «Hay que repensar el tipo de bosque que pueda resistir más al cambio climático en nuestra Región». Porque si algo está claro es que no se va a sufrir sólo la pérdida física del árbol, sino que va a afectar a la fauna que depende de él; el terreno sobre el que se asienta (su desaparición puede empeorar la erosión y desertificación); y además, los bosques son sumideros de carbono, y si se nos mueren, el CO2 seguirá en la atmósfera.

La propuesta del profesor de la Universidad de Murcia parte de la necesidad de llevar a cabo clareos en las zonas dañadas y en lugar de sustituir con la misma especie los árboles que han muerto, se deben utilizar más especies de arbustos, que aguantan más la sequía y evitan la erosión.

Por ejemplo, los lentiscos, los espinos negros, el acebuche... «Estos arbustos se deberían incorporar a las masas forestales más vulnerables en las laderas sur del sur de la Región», defiende Miguel Ángel Esteve, quien subraya que todas son especies autóctonas y algunas, como el lentisco, han sido tradicionalmente 'maltratadas' en la Región. Su uso como leña y para fabricar otro tipo de productos le ha perjudicado.

«Hay que dedicarle más esfuerzo presupuestario y de personal para diseñar el tipo de bosque más resistente al cambio climático», comenta el profesor de Ecología quien deja claro que «se nos desmoronan nuestros bosques y debemos reformular los del siglo XXI».