Los desalmados que colocan en parques, campos y otros lugares públicos, venenos con los cuales llegan a matar a perros, gatos y demás animales difícilmente acaban con sus huesos en la cárcel. De hecho, en ocasiones estas personas ni siquiera llegan a pasar por el juzgado.

Esto se debe, explican fuentes policiales y jurídicas, no sólo a la dificultad que tiene dar con el que ha puesto el cebo con veneno: se debe a que muchos casos ni se llegan a denunciar.

El asunto de los envenenamientos volvía a ser de actualidad en España estos últimos días, cuando el Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) pedía la colaboración ciudadana para localizar al autor o autores del envenenamiento de la perra Maya, tras ingerir en un parque de Pamplona un producto raticida.

En la Región ocurre. En 2016, la Benemérita sorprendió en Moratalla a un hombre que ponía cebos con veneno para urracas y zorras, y con ellos mató a tres perros y a una perdiz

Los hay que emplean otras técnicas, como las del cebos con comida, para que al animal les resulten más atractivos y los caten. Hace unos años, el Seprona cazaba en Calasparra a un hombre de 59 años por colocar morcillas envenenadas en un coto privado de caza de la localidad, con el objetivo de acabar con la fauna silvestre y doméstica.

La Benemérita encontró en la entrada del coto de este hombre unas morcillas abiertas que tenían una sustancia granulada en su interior. Gracias al Servicio de Toxicología de la Facultad de Veterinaria de la UMU, se supo que era un potente veneno, utilizado como repelente de caracoles.

Desde el Instituto Armado, no obstante, explican que en la Región «la práctica de colocación de cebos envenenados en cotos de caza se ha reducido considerablemente en los últimos años, especialmente por encontrarse tipificado como delito en el Código Penal».

Dicha práctica ha sido históricamente utilizada para el control de alimañas. Se considera como tal cualquier animal que pudiera perjudicar el número de especies cinegéticas de interés para los cazadores.

En la capital murciana, en lo que va de año, en el servicio de Zoonosis del Ayuntamiento tienen contabilizados cinco casos, indicaron fuentes municipales. En el primero de ellos, 17 ovejas murieron envenenadas después de que alguien arrojase junto a ellas «algún objeto contaminado con insecticida», apuntaron las fuentes. Después se investigó qué había pasado con un zorro que apareció muerto, aunque en esta ocasión se determinó que el animal no fue envenenado, sino por «algún arte ilegal de caza», detallan en el Consistorio capitalino.

Luego hubo dos casos de envenenamiento de gatos: en Algezares y en Aljucer. Precisamente en esta última pedanía, el grupo político Ahora Murcia denunció en 2015 que se estaban matando perros con salchichas envenenadas que se dejaban por la calle.

En Los Garres, en lo que va de 2017 se envenenó a un perro. También Zoonosis se ocupó de un caso en Cabezo de Torres, donde «se detectó en dos ocasiones que alguien había adulterado golosinas para perros y las había colocado en lugares estratégicos de un jardín. Como se encontraron a tiempo, no llegaron a causar daño a ningún animal», subrayaron desde el Ayuntamiento de Murcia.

«Estamos en un mundo muy nuevo y hace falta más concienciación en materia de derecho animal». Lo tiene claro la abogada Raquel López Teruel, especialista en Derecho Animal. Aunque el envenenamiento de animales supone un delito de maltrato animal tipificado en el Código Penal, el caso es que, por el momento, en Murcia aún no ha pisado nadie la cárcel por poner cebos envenenados. De hecho, a los que se pilla haciéndolo ni se les detiene: se les investiga y abre denuncia.

La letrada Raquel López Teruel, de DeAnimals, participa este lunes, día 27, en una conferencia y posterior mesa redonda en la facultad de Derecho de la Universidad de Murcia, bajo el título ¿Derechos de los animales?, en la cual también estará Mikel Torres, de la Universidad del País Vasco. Será a las seis de la tarde, en la sala de juntas. La inscripción es gratuita en cebes@um.es.