La prueba del parabrisas no engaña: las poblaciones de insectos están desapareciendo poco a poco de nuestro entorno más cercano, tanto que ya ni siquiera se estrellan como hace poco en las lunas de los coches cuando circulamos por carreteras y autovías.

Difícil es, sin embargo, hablar de datos concretos, aunque hay estudios que se atreven a manifestar que las poblaciones de distintas especies se extinguen o quedan mermadas a un ritmo entre 10.000 y 15.000 por año. Otros trabajos, como el realizado por un grupo de científicos internacionales liderados por la Universidad norteamericana de Stanford, indican que el 67% de las especies de insectos monitorizadas tienen un 45% menos de poblaciones.

Los entomólogos son reacios a hablar de extinción: «Eso de que se están extinguiendo no lo diría; lo que sí parece claro es que la poblaciones están decayendo por distintos factores», indica Juan Antonio Delgado, entomólogo y profesor del área de Zoología de la facultad de Biología de la Universidad de Murcia.

El cambio climático y la presión del ser humano, que están provocando cambios importantes en el medio ambiente en el que se desenvuelven, son las causas más importantes, unidas al uso de pesticidas en el campo y a la creciente contaminación atmosférica.

Mariquitas y mariposas que no dan tanto colorido a parques y jardines o incluso a la huerta; escarabajos que no campan a sus anchas por los campos; cantos de grillos cada vez más apagados; luciérnagas que no alumbran.... Estos son ejemplos palpables, pero hay otros muchos que no se aprecian a simple vista.

Hasta el momento, los expertos han logrado describir e inventariar, más de un millón de especies. De ellas una buena parte, unos 400.000 son coleópteros (escarabajos). Esta cifra puede compararse con los escasos 4.500 especies de mamíferos conocidas en la actualidad.

«Mientras que las probabilidades de encontrar nuevas especies de mamíferos es muy baja, todos estamos seguros de que las especies de insectos descritas no representan más que una pequeña parte del total. No nos ponemos de acuerdo acerca de las que quedan por descubrir y describir, pero una cifra conservadora podría duplicar o triplicar las especies que ya se conocen. La mayoría de las especies por descubrir habitan en regiones tropicales», comenta Delgado.

La deforestación y el empleo de cada vez más terreno dedicado a cultivos y pasto para ganado está reduciendo enormemente las áreas naturales y muchas especies están desapareciendo de nuestro planeta incluso antes de ser descubiertas.

«El uso de pesticidas a nivel mundial y la fragmentación de los ambientes que antes ocupaban las especies de insectos están teniendo una repercusión catastrófica. Es difícil cuantificar lo que ya hemos perdido, pero cualquiera que conociese la huerta de Murcia hace unas décadas, podrá constatar que un paseo no resulta tan gratificante como antes. Lo único que ha aumentado en número son las especies plaga», subraya el entomólogo murciano.

Un ejemplo de los desajustes que provoca en la naturaleza el cambio climático lo tenemos en las mariposas, que es uno de los grupos de insectos que mejor se conoce ya que se tienen datos de su distribución geográfica y aparición temporal que abarcan muchos años. El calentamiento global hace que las larvas aparezcan antes de lo que era normal, y algunas desacoplan su ciclo vital respecto a las plantas de las que se nutren, por ejemplo.

«Cada especie de insecto y de planta responde a estos cambios climáticos de forma diferente y pensamos que se está produciendo un desajuste en los periodos de aparición de plantas e insectos», indica el experto.

Si una planta florece antes o después de que se alcancen los máximos poblacionales de la especie o especies de insecto con la que se encuentra ajustada en una región, los efectos pueden ser una disminución de su capacidad de reproducción. «A la larga el desajuste puede tener consecuencias catastróficas, sobre todo en los desajustes en las plantas que deben ser polinizadas por insectos. Afortunadamente también debemos contar con la capacidad de ajuste de los seres vivos», argumenta.

CADENA ALIMENTICIA

Los científicos tienen claro que los insectos y el papel que juegan en el medio ambiente son los grandes desconocidos. «La gente está completamente despegada del medio natural y se está pasando del desconocimiento al menosprecio; pese a que el papel de los insectos en el medio natural es fundamental», apostilla el entomólogo.

En efecto, estos invertebrados forman parte de todas las cadenas tróficas de alimento. Comen y son comidos por otros animales, consumen plantas, descomponen restos vegetales y animales, ayudan a la dispersión de polen y semillas, etc.

«Si queremos ver un ecosistema como un inmenso mecanismo, buena parte de los engranajes serían insectos. Intentar mantener ese mecanismo en marcha sin más de la mitad de las piezas sería imposible», afirma Juan Antonio Delgado, quien sentencia: «El hombre no podría sobrevivir más allá de unos pocos meses si los insectos desapareciesen del planeta. Se produciría un efecto dominó que nos arrastraría en breve plazo. Desde luego, la vida en nuestro planeta no desaparecería, pero el mundo en el que ahora vivimos tendría sus días contados».