Cristian Cremares es un joven de 24 años que hace cuatro realizó estudios de la FP Dual del ciclo de grado superior de Automatización y Robótica Industrial en el IES Sierra de Carrascoy (El Palmar, Murcia).

Llegó a la Formación Profesional de rebote, ya que tenía pensado estudiar Ingeniería en la Universidad pero no le daba la nota de corte. «Mi profesor me comentó que se había puesto en marcha un nuevo grado dual y decidí probarlo porque aunque quería trabajar ya me habían dicho varias veces que sin experiencia no me cogían», recuerda.

El grado que estudió era de 1.000 horas. El primer año iba al instituto por la mañana durante seis horas, y cuatro por la tarde a hacer prácticas en la empresa Ultracongelados Azarbe de El Raal. «Estaba agotado porque al regresar a casa tenía que estudiar para sacar las asignaturas, pero mereció la pena. Además, el segundo y tercer año sólo teníamos tres horas por la mañana y era más llevadero», comenta.

Cristian destaca de este sistema que «lo que veía por la mañana lo practicaba por la tarde, con lo que al segundo año ya era capaz de conocer todos los procesos y maquinaria de la empresa y, aunque no pudieron contar conmigo una vez obtuve mi título, sí se acordaron de mí en el momento en que tuvieron una vacante, y estoy trabajando con ellos ya un año». De hecho, apenas estuvo un mes en paro.

De los otros siete compañeros del grado, cinco también están trabajando. Los otros dos han preferido seguir estudiando u optar por otra profesión.

Ahora compagina su trabajo con la Universidad a Distancia, UNED, donde estudia Ingeniería Automática y Electrónica y tiene muy claro que aconsejaría a todos los que terminan Bachillerato que antes de seguir con una carrera busquen un grado superior que les guste en este tipo de FP.

«¿Algún momento especial de mi paso por la FP Dual? Cuando recibí mi primer sueldo durante las prácticas, 200 euros; me emocioné», concluye.