Hay 4.000 metros de trincheras excavados solo en el Valle Perdido. Y, de Guardamar (Alicante) a Águilas, hay datadas unas 150 trincheras. Son los datos que maneja el bombero Isidoro Munar Fernández, que desde hace dos años, por hobbie, se dedica a descubrir y documentar trincheras que se encuentran, según afirma, «en el total olvido».

En su labor, este bombero de Murcia ha encontrado un compañero en el electricista Pedro José Moñino. Ambos amigos se han convertido en expertos a la hora de reconocer las trincheras que antaño se hicieron, explican, «para proteger la Cartagena Naval republicana del bando nacional», en la Guerra Civil española.

Velan por la supervivencia de este patrimonio. De hecho, se pusieron en contacto con la Administración cuando, al hacer una pista forestal, «se destrozó una trinchera». «Ya está arreglado», indican, «no está como estaba, pero, para haberla destruido, bien está que hagan esa».

Cada trinchera es distinta y única. «Hay una en la zona del Paretón que tiene una longitud de unos 1.700 metros en línea recta», comentan.

«Es una pena que esto no se conozca y no se visite por los propios murcianos. Le preguntas a alguien en la zona y no les suena nada», lamentan ambos amigos, los dos senderistas.

Las trincheras abandonadas «se están destruyendo, están muertas de risa». A su juicio, es importante «que se ponga en valor lo que tenemos en Murcia, que cualquier murciano pueda conocerlo». «No hablamos de bandos ni de política, hablamos de fortificaciones. Son elementos históricos», remarcan al respecto.

«En el Valle del Guadalentín algunas se han perdido porque se ha labrado encima de ellas. Y es una pena. La gente piensa que eso es una zanja y es un elemento histórico», aseveran.

En cuanto al contexto histórico, los expertos detallan que «en esta línea de defensa terrestre en ningún momento se pegó un tiro. Murcia estuvo en la retaguardia. Esas trincheras se pusieron como prevención. No hubo batalla, no hubo muertos».

Munar hace hincapié en «la importancia del Puerto de Cartagena dentro del ámbito comercial y militar».

«El 18 de julio de 1936, cuando se inició el levantantamiento, la base naval de Cartagena ya tenía un plan de defensa costero muy avanzado, aunque no totalmente acabado», señala.

«Una vez iniciada la Guerra Civil y viendo que no fue un levantamiento rápido, sino que se alargaba en el tiempo, se pensó que esta base pudiese ser atacada por el interior por el bando nacional. Por estas fechas no había un plan de defensa terrestre de esta base naval de Cartagena, aunque se desarrollaron algunos», manifiesta el bombero.

De esta manera, «básicamente se volvió al Plan de Defensa de 1926, el cual planteaba la defensa de la Base Naval de Cartagena a partir de las sierras periféricas a la misma, que contemplaba el emplazamiento de artillería pesada en los montes de Roldan y Sierra Gorda».

Sin embargo, «este plan de defensa fue desechado y considerado como «débil».

Así, Munar resalta que «en abril del 37 se formó una comisión para elaborar un plan de defensa terrestre. Este plan se basaba en una sucesión de obstáculos naturales como son cadenas montañosas, ríos... y en aquellos sitios donde no los había se reorganizaba dicha zona con unidades fortificadas según sus necesidades y estrategias. A estas unidades se les llamó centros de resistencia».

Estas líneas de defensa naturales comprendían, en la Región, «las sierras de Altahona, Columbares, Carrascoy, Almenara, las Moreras, Carrasquilla... y, a su vez también por los ríos Segura y Guadalentín», apostilla el bombero.

Munar destaca que, en España, «otras comunidades y ayuntamientos han visto el valor histórico y el potencial turístico de estos conjuntos». En este sentido, «han sabido potenciarlos y cuidarlos, dándoles una actividad totalmente distinta para la que fueron construidos».

«En algunos de ellos ya se han creado recorridos que permiten la visita y el conocimiento de estos lugares fortificados, poniendo en valor estas zonas y permitiendo la posibilidad de visitarlas a todo aquel que quiera conocerlas, estudiarlas, o simplemente hacer deporte en una zona habilitada para conocerlas», subraya Munar.