¿De dónde vengo? ¿Cuáles son mis raíces? Son preguntas que se hacen decenas de murcianos y que a priori parecen todo un enigma difícil de resolver. María José Hernández asegura que las consultas que más reciben en el Archivo Municipal de Murcia, donde trabaja, son de personas que se ponen en contacto con ellos para preguntarles sobre sus antepasados, «sobre todo por correo electrónico». Pese a que en el Archivo Municipal se conservan padrones y registros parroquiales y civiles, entre otros documentos que sirven para encontrar a personas, no realizan investigaciones a nivel personal. «A no ser que el que nos solicita la información tengo datos muy concretos y nos pueda resultar más sencillo, no podemos encargarnos de todas las consultas porque hay mucha documentación muy extensa en la que buscar», explica Hernández.

De esta forma, si un murciano se interesa por descubrir más sobre sus raíces, lo más probable es que tenga que iniciar la investigación por sí mismo. Luis Lisón, experto en Heráldica, Genealogía y Secretario General de la Real Asociación Española de Cronistas Oficiales, señala que «hay más información de la que creemos en la Región».

Tal y como explica Lisón, el primer paso para iniciar la búsqueda es «consultar las fuentes cercanas». «Los padres y los abuelos dan los primeros datos. Con esa información de primeras podremos remontarnos a su vez de dónde eran sus padres y abuelos».

Una vez consultada la documentación familiar, se abren varías vías por las que indagar si se trata de encontrar a tatarabuelos o parientes más lejanos. Registros parroquiales, registros civiles, protocolos notariales, expedientes militares y la prensa son las fuentes de información más útiles. Se pueden encontrar en archivos municipales, parroquias, ayuntamientos o en asociaciones que se dedican a recopilar estos datos. «Cosas que solemos creer perdidas perduran en el tiempo, como la partida de bautismo», asegura el experto, quien añade que la facilidad para encontrar los documentos depende mucho de las localidades en que se llevaron a cabo y la suerte, dado que en los años 1939 y 1940 se destruyeron muchos papeles.

En cuanto a los registros, Lisón apunta que a priori resulta más sencillo consultar los parroquiales que los civiles, puesto que estos últimos en ocasiones no son facilitados a no ser que sea por una razón muy concreta. Ambos tipos de documentos son muy útiles porque antes cualquier nacido debía ser bautizado, todo matrimonio era católico y los fallecidos debían recibir cristiana sepultura. Además destaca que «en la Región tenemos la suerte de contar con la iglesia de los mormones, una religión que alberga millones de documentos». Por razones de índole religiosa, la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días recopila información sobre todas las personas de todo el mundo. Por ese motivo han microfilmado numerosísimos documentos de archivos de distinta índole (censos, certificados civiles, partidas, testamentos) y fundamentalmente eclesiásticos. A partir de su base de datos, denominada ‘FamilySearch’, puede conocerse lo microfilmado y solicitarlo para su consulta libremente (no hay que ser miembro de la Iglesia).

Por otra parte, centenares de nuestros antepasados tuvieron una relación directa o indirecta, temporal o permanente y voluntaria u obligatoria con el ejército español. Por tanto, resulta aconsejable mirar en los archivos militares, «sobre todo si se sabe que un antepasado ha sido algo más que soldado raso». En Segovia y Toledo hay archivos muy grandes donde si no se ha encontrado información en la Región se pueden pedir expedientes, que incluyen dónde fue destinado el militar, las heridas que sufrió y, en definitiva, se detallan partes de su vida.

Otros archivos que Luis Lisón considera «importantísimos» para investigar son los protocolos notariales, que se hallan en el Archivo Regional de Murcia. «Los notarios antiguamente apuntaban muchas cosas, todo tipo de ventas comerciales, hasta las más pequeñas, y en esas anotaciones se refleja la vida de una persona».

Luis Lisón, que no se dedica a ello pero en ocasiones ha realizado búsquedas de antepasados a amigos y conocidos y ha llegado a encontrarle a una persona diez u once generaciones, también destaca como buena fuente a la Asociación Raíces Reino de Valencia, que contiene archivos de murcianos. El objetivo de la entidad es tener un punto de reunión online para los interesados en la genealogía de la zona, por lo que guarda millones de documentos antiguos digitalizados. En la Región de Murcia también existe una asociación al estilo, la de Valle de Ricote, pero no llega a tener la magnitud de archivos que contiene la valenciana.

Por otra parte, la prensa supone una consulta sencilla, ya que la mayoría de hemerotecas están digitalizadas, y «cabe la posibilidad de que algún familiar se viera involucrado en alguna cuestión informativa». Por tanto, no está de más buscar en las hemerotecas de las páginas web de los diarios.

La pista que nos da nuestro nombre

Nuestro propio nombre nos puede dar la pista más evidente para deducir como eran o a qué se dedicaban nuestros antepasados. «En el pasado era muy común que el apellido reflejara la localidad de origen, el oficio o un mote sobre la personalidad», señala Luis Lisón.

ARCHIVO MUNICIPAL DE MURCIA

Documentos con historia

Padrones en forma de libro, legajos, registros parroquiales desde 1850, un registro civil de todos los nacidos en Murcia entre 1841 y 1972 y árboles genealógicos de nobles como el conde de Floridablanca. Las esquinas, una mezcla entre color mantequilla y marrón mugriento, dan una idea de la antiguedad de estos documentos que se conservan en el Archivo Municipal de Murcia. Pocos de ellos se encuentran digitalizados por sus malas condiciones, aunque desde el propio archivo aseguran que su intención es digitalizarlo todo porque la búsqueda del contenido de esos papeles es los que más les demandan. Estos archivos contienen la historia de millones de familias de la Región. Buscando en los registros parroquiales, por ejemplo, podemos encontrar en qué calle vivía y cómo se llamaban los padres e hijos de algún pariente del que conocemos su apellido y lugar de procedencia.