Unas pocas mujeres se dieron cuenta de que existía esa necesidad y, animadas por la enfermera del hospital Morales Meseguer, Carmen Nicolás, se pusieron manos a la obra y crearon Amiga. «Nosotras somos unas firmes defensoras de la sanidad pública, pero, por ejemplo, no te ofrece ayuda psicológica o un lugar donde compartir experiencias con otras personas que están o han pasado por la misma experiencia que tú; por eso, este grupo primero de mujeres organizó la asociación», explica Catiana Martínez Cánovas, su presidenta desde hace una década.

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Amiga, cuya sede está ubicada en el centro de Murcia, tiene en la actualidad medio millar de socias, aunque hay mucha gente más que «pasa por aquí y nos apoya».

Si tuviera que resumir en una frase lo que es esta asociación, Catiana tiene claro cuál es: «Es un espacio donde eres libre de sentir; puedes hablar con confianza de todo lo que te está sucediendo, y no sólo en referencia a la enfermedad, porque sabes que quien te escucha te entiende». En este espacio se habla de miedos, de alegrías, de preocupaciones, de problemas familiares...

Amiga forma parte de FECMA (Federación Española de Cáncer de Mama), que representa a casi 40.000 mujeres afectadas por esta patología, agrupadas en 39 asociaciones repartidas por toda la geografía española.

Una de sus máximas es que las mujeres no se queden permanentemente en la asociación sino que «circulen», porque eso será un signo claro de que, pasado el bache de la enfermedad, «se han incorporado plenamente a su vida y ya no nos necesitan». «Hemos cumplido con nuestro objetivo de ayudarla en el tránsito por la enfermedad, de igual a igual», apostilla. No es de extrañar que las mujeres que pasan por la asociación la consideran como ese pilar al que agarrarse en un momento delicado de su vida, y aunque «es mucho trabajo y un gran compromiso, también es muy reconfortante ver que salen de aquí siendo más fuertes», destaca su presidenta.

Una de las líneas de trabajo de Amiga es la prevención de la enfermedad, para lo cual llevan a cabo charlas, jornadas y campañas de sensibilización. «Además de las nuestras, vamos allí donde nos llaman», explica Catiana Martínez.

Cada quince días en la asociación se reúne un grupo de soporte emocional, en la que las mujeres comparten sus viviencias y ´aprenden´ a continuar con su vida, que está dirigido por el psicólogo Antonio García Atenza. Y también quincenalmente se organizan charlas en las que participan profesionales y especialistas de todos los ámbitos sanitarios que pueden tener relación con la enfermedad para informar sobre las peculiaridades de la enfermedad

Y diariamente, por la mañana, están en la sede para atender las llamadas y las visitas.

«Acabamos de firmar un convenio con el Colegio Oficial de Odontólogos que permite a las mujeres con cáncer de mama tener una primera revisión gratuita de su boca antes de comenzar la quimioterapia», indica la presidenta, quien concluye que también trabajan directamente con las pacientes de la Unidad de Mama en el hospital Reina Sofía de Murcia.

A continuación, cuatro afectadas ligadas a Amiga relatan su experiencia con el cáncer de mama:

Mª CARMEN GUIRADO, PREJUBILADA"Las estadísticas están para romperlas, hay que luchar por ello"

"Estoy prejubilada, soy madre de dos niños, tengo un marido y una hipoteca". Así se define Mª Carmen Guirado, de 41 años, que desde hace dos años lucha contra un cáncer de mama y una metástasis en el hígado que le detectaron dos meses después. Lo que iba a ser un parántesis en su vida (el tumor en la mama) se convirtió en un cambio real y en otra forma de existencia. «El pronóstico era muy complicado. y hubo miedos e incertidumbres; yo me planteé qué podía hacer para ayudar a la terapia y salir de ello», comenta. Se niega a formar parte de una estadística de supervivencia en la que se coloca a las enfermas en función del tumor que sufren porque «las estadísticas están para romperlas si luchas por ello, como ha sido mi caso, cuyo pronóstico era malo», destaca.

Si algo lamenta Mari Carmen es la falta de empatía que encuentra en algunas personas, «que parece que te tienen que ver hundida y con mala cara para creerse que realmente lo estás pasando mal. Te llegan a hacer sentirte culpable por disfrutar de la vida, ir al cine, arreglarte...». Comenta que está intentando ser lo más feliz posible con lo que le ha tocado vivir y que tiene activado contínuamente el «botón ajuste», pese a los efectos secundarios del tratamiento, tanto que ni su familia puede seguirla. «Esto no me va a parar». Está a la espera de la reconstrucción de la mama tras la masectomía, y considera que el equipo de Oncología del hospital de la Arrixaca está «tocado» por un don especial. Está estudiando música («he empezado con la guitarra pero no tengo mucha fuerza en las manos y tal vez cambie al piano») y dedica parte de su tiempo libre a echar una mano a otras enfermas. «Yo tardé 10 meses en levantar el teléfono y pedir ayuda, y me comí sola el diagnóstico, la intervención y el postoperatorio; la Asociación fue un regalo para mí», destaca. Para Mari Carmen el psicólogo «es vital, porque te ordena la mente».

LLANOS GARVI, PROFESORA DE LENGUA Y LITERATURA"Estoy aprendiendo a vivir de otra manera para sentirme bien"

Albaceteña de pro, lleva 22 años viviendo en Murcia. Es profesora de Lengua y Literatura Españolas en Secundaria en un colegio concertado de Murcia. Está casada, tiene 52 años y es madre de una chica de 15 años. Le detectaron el cáncer en marzo de 2016, un año después de que diera negativo en una mamografía. «Me puse muy nerviosa mientras me hacían las pruebas que lo confirmaron, porque en el año 1999 me habían quitado un quiste en la mama derecha», comenta. Esta vez sí había un tumor, muy extendido por el pecho izquierdo, por lo que hubo que hacer, en marzo pasado, una masectomía radical. «La pregunta fue directa: ¿quería vivir o no?´, y la respuesta también lo fue, ´Si es sí, tiene que ser sin la mama´», recuerda Llanos. «Por supuesto que si te lo dicen así no te lo planteas, aunque siempre tu primera reacción es que sólo te quiten un poco», destaca y comenta que fueron tres semanas terribles de incertidumbre y pruebas hasta que por fin llegó la fecha de la operación. «Pero todo ha ido muy bien y no necesito más tratamientos, ni radio ni quimio, y mis revisiones son ahora cada cuatro meses». Echando la vista atrás, señala que ha sido un año y medio muy duro. Lo primero es asumirlo; luego, cómo se gestiona y cómo se comunica al resto de la familia. «Esos son los peores tragos, yo, pensando en mi madre que ya es mayor y en mi hija, no paraba de llorar». Pero tras decírselo a su hija, ambas se fueron al cine: «La vida sigue, hay que naturalizarlo, aunque también teniendo claro la incertidumbre del futuro; no sabíamos cómo iba a salir y el miedo nunca te abandona». En este tiempo ha encontrado pilares en los que apoyarse, y aunque su vida y estado de ánimo son «como una montaña rusa», está aprendiendo a vivir de otra manera para sentirse bien y sacar fuerzas «donde no las hay». Está en la primera fase de la reconstrucción de su pecho, y aún le cuesta mirarse al espejo.

PIEDAD CARREÑO, RESTAURADORA DE MUEBLES"La enfermedad me ha enseñado a quererme y a gustarme"

Le diagnosticaron el cáncer de mama con 30 años recién cumplidos. Ahora tiene 42. Nació en Murcia y está casada; no tiene hijos. Le hicieron cirugía conservadora, y ha pasado por radioterapia y quimioterapia y por cinco años de terapia hormonal. Durante esos cinco años le detectaron metástasis pulmonar y ha logrado ser la primera paciente de un ensayo clínico en el que se le está aplicando el tratamiento que ella necesita pero que en Murcia no está aprobado aún. «El doctor Francisco Ayala, del hospital Morales Meseguer, movió Roma con Santiago para que aprobaran el ensayo, y lo estoy llevando muy bien, hago casi una vida normal», explica Piedad. Desde que le detectaron el primer cáncer ha ido perdiendo los trabajos que tenía, y, finalmente, al estar inmersa en tratamiento que le obliga a entrar en el hospital periódicamente, se dio cuenta de que no iba a encontrar ninguna empresa que la admitiera. «No hay mal que por bien no venga, y la enfermedad me ha permitido hacer cosas que no sé si hubiera hecho sin ella; ahora tengo un negocio de restauración de muebles y pintura decorativa y estoy muy contenta». Sin embargo, apunta que el tumor es un handicap que puede llevar a la mujer a la exclusión laboral. El cáncer también le ha empujado a enfrentarse cara a cara con su cuerpo, «que tenía muy abandonado» y ha aprendido a quererse y a gustarse. Huye del estrés y de la ansiedad y en la asociación Amiga ha logrado aceptar la enfermedad y a no enfrentarse con ella. «No merece la pena gastar energía en eso, tienes que convivir con la enfermedad», subraya.

Piedad también ha contado con el apoyo de su familia, que ha vivido momentos muy duros, con la muerte del padre por un linfoma, y de los cinco hermanos, uno murió (aunque no de cáncer) y tres tienen un tumor. De su marido destaca: «Ha sabido estar ahí sin agobiarme».

TANIA HERRERO, PROFESORA DE DANZA"En tres años he pasado de no poder tener hijos a estar embarazada"

Tiene 37 años, nacida en Granada pero afincada en Murcia desde los 9 años; está casada, es madre de una niña de cinco años, Emma, y está embarazada de seis meses. Esta vez será niño.

«Ha sido un milagro porque en principio me dijeron que no podría volver a tener hijos, pero gracias a una ´libertad condicional´ en el tratamiento me he vuelto a quedar embarazada», explica con una alegría contagiosa.

El primer cáncer de mama se lo detectaron cuando tenía 25 años. Entonces solo le aplicaron radioterapia y terapia hormonal. «Me quitaron un ´quesito´ del pecho» recuerda. Ocho años después el tumor se reprodujo y en esa ocasión tuvieron que realizarle una masectomía, con posibilidades de reconstrucción. «Me dijeron que iba a tener que estar en tratamiento hormonal toda mi vida, o al menos, diez años; pero gracias a los avances clínicos se redujo a 5 años y de ahí a tres años».

Revestida de una actitud positiva, cien por cien, Tania ha visto cómo en los últimos tres años de su vida, y gracias a la investigación, ha logrado superar el cáncer y tener otro hijo. Su enfermedad es hormonal y no hay antecedentes en su familia y relata cómo puede haber influido el ambiente en el que ha estado viviendo, en Fuente Álamo, y cerca del complejo industrial de La Aljorra. Trabaja como profesora de danza, actividad que nunca ha abandonado y que «me ha servido para mantenerme en forma; he recuperado mucha movilidad». Y su receta para las enfermas: «Siempre mirar hacia adelante y buscar la ayuda que sea necesaria; el apoyo familiar para mí ha sido esencial».

PORTADA DE LA OPINIÓN

Con 37 años, Tania Herrero no ha dudado en ser la imagen de este ejemplar para dar visibilidad a una enfermedad que afortunadamente cada vez se cobra menos víctimas. En su caso, hay aún más motivos para la esperanza, como el bebé que espera para dentro de solo tres meses.