Soy poeta. Publico poesía para ayudar», dice la alhameña Magdalena Sánchez Blesa. Hace cuatro meses que le diagnosticaron cáncer y, desde entonces, comparte con sus seguidores en redes sociales (especialmente en Facebook) cómo vive la evolución de su enfermedad. Lo hace grabándose a sí misma en vídeo, con fotografías o con versos.

«Una vez estuve en el Víctor Villegas, recitando ante 500 personas afectadas por cáncer, y yo lo tenía ya y no lo sabía», relata la paciente.

Actriz y productora de cine (sacó adelante el proyecto de la película Las aventuras de Moriana, rodada en su restaurante), Sánchez Blesa habla con LA OPINIÓN por teléfono. «Mañana (por hoy) me voy a dar una señal de quimio», cuenta. En septiembre escribía sobre ello en su Facebook: «En un ratito me vuelven a poner quimioterapia. A mí y a muchas mujeres que están conmigo. Pelucas, pañuelos, sombreros, gorras... cada una disimula como puede esa carencia de pelo que tanto abochorna en esta sociedad a las mujeres».

«El pelo no da inteligencia, No da bondad, ni dulzura, ni emana de él el amor, ni quita las envidias, ni amaina los rencores. El pelo es un adorno hermoso, pero sólo eso», asevera. A sus compañeras en la lucha, les dice: «Os miro, amigas, y veo corazones latiendo, ganas de vivir. Miradas grandes, amplias, convocando al futuro. Veo sonrisas cómplices de reojo. Os quiero así, sin conoceros. Os amo con pañuelo y sin pañuelo. Os amo con peluca, pero, además, con avaricia. Esa es la única avaricia que me cabe en el corazón, la de amar. El pelo crece, no os preocupéis; y, con él, la fuerza que nos acompañará desde ahora para siempre».

Preguntada por cómo se encuentra actualmente, la escritora, de 47 años de edad, comenta que está «bien», ya que «lo han pillado todo muy a tiempo». «Para mí es duro, sobre todo la quimio», admite. «Pero es la valla más baja que he saltado en toda mi vida», asegura.

En este sentido, la mujer rememora: «Perdí a mi madre meses antes de que me diagnosticaran esto, y eso te remueve muchas cosas».

Comparte con sus seguidores su día a día y estos le responden con mensajes de ánimo y cariño. Hace trece días, Sánchez Blesa escribía: «Ayer me hicieron una prueba de esas que no te dejan acercarte a niños ni a embarazadas a menos de dos metros en unas doce horas. Ganmagraffía se llama. Llegué a casa y mis pequeños quisieron tirarse a darme un abrazo. Yo los frené desde lejos».

«Hasta mañana no puedo abrazaros. Los mayores lo entendieron. La pequeña, a sus 6 añitos, se resistía. ´Pues no aguanto´, me dijo. Esos cuatro metros de distancia (yo puse dos más, por si los médicos no hubiesen calculado bien) me estaban doliendo lo mismo que un exilio», comparte la mujer con sus seguidores. «´No aguanto´, y extendió sus bracitos. Es entonces cuando una persona se convierte en madre. ´Hija, hazme un avión de papel y lánzamelo con un mensaje, yo te respondo´. Una sonrisa iluminó su mundo. Tengo ahora cerca de 18 avioncitos que me hablan de ese abrazo que me va a dar esta mañana cuando se despierte. La estoy esperando al pie de su cama para decirle que nunca me volveré a ir tan lejos», concluye la paciente.

Sánchez Blesa se muestra agradecida con quienes interactúan con ella. «Gracias, amigos de todas partes. Se ha vuelto a viralizar un video mío y estoy recibiendo mensajes de todo el mundo».