Beatriz Navarro, maestra y coordinadora pedagógica, dirige además la Escuela Murciana de Primera Infancia (EMPI), donde se ofrece una amplia gama de actividades extraescolares sólo para los niños y también para padres/madres e hijos/hijas.

¿Para qué cree que sirve o debe servir una actividad extraescolar?

Para las familias puede ser una forma de conciliar la vida familiar y laboral, por un lado, y por otro, vienen a completar la formación curricular del niño, en actividades que no son propias de la enseñanza obligatoria. Y, en mi opinión, siempre tiene que llevar implícito el disfrute del niño.

Desde su experiencia, ¿nos pasamos apuntando a los niños a tantas actividades extraescolares?

Depende. A veces a nosotros nos han llegado padres con el calendario, diciéndonos que necesitaban una clase para tal día a tal hora y daba igual de lo que fuera. E incluso los apuntan a alguna actividad más para cubrir horas, con lo que llevan a los niños muy saturados y sin tiempo para el juego libre. Muchas veces tienen un horario muy estresante.

¿Cuál es la clave para acertar con estas ocupaciones ?

Ante todo tienen que ser dinámicas, divertidas, manipulativas, que el juego sea el eje y siempre buscando la motivación del niño. Nosotros ofrecemos, porque hay más demanda, actividades plásticas y que desarrollan la creatividad. Y algo que es muy determinante para que la clase tenga éxito es quién la imparte y cómo trata al niño. Eso nosotros lo cuidamos mucho, así como que sean los propios niños los ´dirijan´ el taller, que sean creativos, dentro de una orientación claro.

Hablando de dirección. ¿Conviene que sean los niños los que elijan su actividad, que sean los padres, o puede haber un pacto...?

Yo iría al término medio. Hay que ofrecer la posibilidad a los niños de que elijan lo que quieren hacer en su tiempo libre, pero dentro de unos patrones. Es decir, que padre y madre le ofrezcan una serie de alternativas que ellos consideren más adecuadas, y que entre ellas el niño elija. Así no hay frustración por parte del niño. Porque pensémoslo, nosotros, como adultos, ¿qué elegimos hacer en nuestro tiempo libre? Lo que nos gusta, ¿no?

Y de paso, te libras de que el niño llegue a odiar la actividad.

Claro, porque si encima de que están sometidos a 8 horas escolares les sometemos a alguna más que debería ser para su disfrute y no le gusta... nos estamos pasando. El niño tiene que jugar, y jugar con iguales.

¿Se os ha dado casos de niños que con una alta capacidad para alguna actividad la ha dejado porque iban muy saturados?

Claro. Muchas veces pasa que niños que tienen una especial habilidad para ciertas áreas, los padres lo ´explotan´, lo fuerzan, y esa habilidad se convierte en una frustración, en un, por ejemplo, ´no quiero volver a coger una flauta en la vida, porque lo odiaba´. De ahí la importancia de la motivación.