El Gobierno ruso que preside Vladimir Putin decidió en agosto de 2014 cerrar sus mercados a diversos productos europeos, entre ellos los agrícolas, como respuesta al primer paquete de sanciones que la UE le había impuesto cuando los rusos intentaron anexionarse parte de Ucrania. La relación comercial entre ambos bloques sigue congelada y no se ve ningún indicador que haga pensar que el final de este boicot está cercano.