Nacimientos prematuros; falta de peso, talla y reducción del perímetro cefálico; malformaciones congénitas o trastornos del comportamiento. Estas son algunas de las secuelas que presentan los niños que han estado expuestos al consumo de alcohol durante el embarazo de sus madres. Unos datos «alarmantes», aunque es cierto que en los últimos años han ido descendiendo gracias al trabajo y la insistencia de los profesionales de la Unidad de Salud Medioambiental Pediátrica del Hospital Virgen de la Arrixaca.

El objetivo es lograr un índice de consumo cero entre parejas embarazadas, ya que según indica el responsable de esta Unidad, el doctor Juan Antonio Ortega, «no hay nivel seguro de consumo de alcohol», hasta el punto que recomienda evitar hasta las cervezas que se publicitan como sin alcohol, al considerar que siempre llevan una pequeña parte.

Los últimos datos que manejan estos especialistas señalan que alrededor del 45 por ciento de las mujeres embarazadas de la Región siguen tomando alcohol en el inicio de la gestación, aunque ha descendido un 25 por ciento, desde el 70 por ciento que se contabilizaba en el año 2010, gracias a la puesta en marcha de programas de prevención. Además, más de 5.000 parejas embarazadas han sido estudiadas a través de las maternidades de los hospitales de Murcia, Mar Menor y Cartagena, parejas que son ´etiquetadas´ en bajo riesgo, riesgo medio, riesgo alto o muy alto, llegando a ofrecerles a estas últimas mujeres el ingreso en un centro especializado para hacerles un seguimiento.

El riesgo muy alto se sitúa en el consumo de 20 gramos diarios de alcohol, lo que corresponde a dos copas de vino, dos vasos de cerveza o una copa de cualquier otra bebida.

El doctor Ortega cree que aún queda mucho por hacer porque, al contrario de lo que ocurre con el tabaco, todavía quedan muchas personas que no ven un peligro en el consumo de alcohol durante la gestación. Por ello, hace hincapié en que «no hay nivel de alcohol que sea seguro, ya que la exposición prenatal a este tipo de bebidas es la principal causa prevenible de retraso mental y malformaciones congénitas».

Los trastornos del espectro alcohólico fetal (TEAF) incluyen discapacidades físicas o intelectuales, problemas de conducta y aprendizaje. Síntomas que pueden variar de leves a graves y cuyas necesidades terapéuticas también dependen de la edad de diagnóstico.

Desde la Unidad de Salud Medioambiental Pediátrica de la Arrixaca señalan que uno de cada diez niños está expuesto al humo del cannabis en su domicilio antes de nacer y una de cada diez mujeres es bebedora de riesgo antes del embarazo, una calificación que se obtiene con el consumo de al menos dos copas de vino o dos vasos de cerveza al día.

De los 5.000 embarazos analizados, un 40 por ciento presentaba consumo de alcohol (unos 6.000) y un 15 por ciento de éstos tenía un riesgo muy alto.

Secuelas del consumo muy alto

De las madres con un consumo muy alto los especialistas han estudiado a 164 niños, bebés que durante la gestación estuvieron expuestos al consumo de bebidas alcohólicas. Los resultados indican que un 28 por ciento (46 niños) fueron prematuros y nacieron antes de la semana 37 del embarazo. Otros 28 niños presentaban un perímetro de la cabeza pequeño y dos años después doce de estos pacientes aún no habían normalizado sus curvas de crecimiento ni diámetro de la cabeza. El 15 por ciento de los bebés estudiados nacieron con malformaciones congénitas cardiovasculares, genitourinarias y digestivas, y otros 47 niños mostraron una edad mental inferior a la cronológica. Por ello, el doctor Ortega alerta de los riesgos que puede tener una única copa en el desarrollo de los bebés y cree que reduciendo el consumo de alcohol en el embarazo lograremos a medio plazo mejorar los resultados académicos de nuestros niños en estudios o informes como PISA.