¿Cómo llega una víctima de violencia de género a la orientación laboral de este protocolo?

A través de la derivación por parte de los trabajadores sociales de los CAVIS a los orientadores del SEF. Por mi parte, tengo establecidos unos días de cada mes en los que el trabajador social me pasa unas citas concertadas de nuevas mujeres. Esa es la vía del protocolo, pero, además, en las propias oficinas de empleo, estas mujeres acceden por otras vías, como las derivaciones de compañeros de orientación o de otros servicios de la oficina, en el momento en el que se detecta que es una mujer perteneciente a este colectivo. Entonces las ponen en contacto conmigo, y fijo una cita con ellas. Asimismo, las mujeres también conocen el protocolo a través del SEPE, porque a lo mejor en algún procedimiento como el cobro de la Renta Activa de Inserción para este colectivo, se les informa de esta posibilidad.

¿Cómo arranca el trabajo con estas mujeres?

En la primera cita se les detalla el programa y sus beneficios. Se les explica que tienen a su disposición una reserva de plazas para participar en programas mixtos de empleo y formación, lo cual es muy atractivo, porque estos programas les ofrecen cualificación y empleo remunerado en un proyecto de interés social. Por ejemplo, formación y titulación en atención sociosanitaria a dependientes, con unas prácticas posteriores y la obtención de un certificado de profesionalidad. Además, tienen ayudas específicas para establecerse como autónomas, y las empresas que las contraten reciben subvenciones más altas. Otro recurso a su disposición es que si hacen un curso del SEF tienen desde hace poco unas becas de conciliación familiar.

¿Qué más aspectos trabajan con ellas?

Llevamos a cabo un asesoramiento individual y fomentamos que participen en talleres para mejorar la búsqueda de empleo. También las derivamos a cursos de formación que sean adecuados al trabajo que están buscando o al objetivo profesional que marcamos conjuntamente. Tras una entrevista de valoración, les definimos ese itinerario.

¿Cómo se muestran estas mujeres en esos primeros pasos del protocolo?

Normalmente acuden a las citas que les programamos. Es cierto que depende de la fase en la que está la mujer, y de factores como si está inmersa en un proceso judicial. También de si la situación de violencia de género es reciente o ya ha pasado algo más de tiempo. Es muy meritorio que muchas mujeres logren compaginar sus graves problemas con una participación activa en el protocolo.

¿Difiere mucho la orientación a estas mujeres de la que se da a otros desempleados?

Por supuesto. Estas mujeres van a otro ritmo que el conjunto de desempleados. Hay que manejar otros tiempos con ellas, ir paso a paso. No podemos tener las mismas exigencias ni las mismas expectativas, porque debemos entender que están inmersas en un proceso muy complicado. En muchas ocasiones recibimos a mujeres que no están todavía preparadas para acceder a un empleo, y también es parte de nuestro trabajo el cambiar eso. No hay que adelantar ese momento de acceder al empleo, tiene que ser en el momento adecuado, sin precipitaciones. También es importante que estén recibiendo atención psicológica fuera del protocolo, porque eso les ayuda a avanzar.

¿Cuál es la medida del protocolo qué más éxito tiene?

La derivación a programas mixtos de empleo y formación es el producto 'estrella', porque es un programa muy completo: estas mujeres logran cualificación, realizan muchísimas horas de prácticas, muchas más que en cualquier curso. Además, se relacionan con otras personas, y eso es importante, porque suelen venir de una situación de aislamiento. Estos programas también les ofrecen un ingreso significativo. Es como una etapa prelaboral, que es quizá lo que más necesitan antes de acceder a un trabajo del mercado ordinario. Es lo ideal. Ves a estas mujeres cuando empiezan el programa y luego las ves cuando lo terminan y realmente parecen otras personas. A veces me ha costado reconocerlas incluso físicamente.

¿Cuál suele ser el perfil formativo de estas mujeres?

La mayoría tienen muy baja cualificación. Siete de cada diez tienen solo estudios básicos.

¿Cómo recibieron la noticia de la candidatura a los premios Regiostar?

Fue un subidón de energía positiva. Al enterarme de la noticia, me dije: merece la pena el trabajo que hacemos, y tiene visibilidad. Fue un momento muy feliz.