Poco o nada pueden contra ellas los profesores. Antaño más artesanales y hoy más tecnológicas y sofisticadas, las chuletas resisten el paso del tiempo muy bien y ambos sistemas conviven con normalidad en los exámenes. Son grandes o pequeñas; en papel o sobre el cuerpo; para leer o para escuchar... A través del Whatsapp y con relojes inteligentes o gafas ´chivatas´ con pinganillos. Las chuletas han entrado en la era digital.

«Hace tiempo que tenemos indicios claros de que cada vez se utilizan más para copiar en los exámenes métodos de difícil detección, pese a que tenemos instalados inhibidores de frecuencia para que no haya cobertura en el caso de que se utilicen los pinganillos», explica Santiago Manuel Álvarez, secretario general de la Universidad de Murcia (UMU).

Esta institución docente acaba de ´desmantelar´ una red que se dedicaba a copiar a través del Whatsapp, y en la que estaban implicados varios alumnos y un profesor de academia. «En esta ocasión ha sido posible pillarlos por los fallos: nos dimos cuenta de que todos tenían los mismos y es muy raro que esto ocurra por casualidad», apunta.

Cuando se notificó el caso al servicio de inspección de la universidad, éste tiró de la manta y consiguió que alguno de los implicados ´cantara´. «Pero el caso aún no está cerrado, aunque ya se hayan impuesto medidas disciplinarias», añade.

Desde por lo menos el 2010, año en que se creó el servicio de inspección, son habituales los expedientes disciplinarios que se instruyen en la Universidad de Murcia motivados por las acciones de copia en exámenes y que terminan con la imposición de sanciones, además del correspondiente suspenso.

«De hecho, en ocasiones se impone la sanción de colaborar en acciones sociales (con ONG) para no limitarse a la simple represión de estas conductas (expulsión temporal, pérdida de matrícula u otras)», explica el secretario general.

En el caso del Whatsapp, Álvarez reconoce que muchos profesores se han quejado de que sancionar solo con la expulsión de un cuatrimestre ´al cabecilla´ «es muy poco». Por ello, y para que el profesorado tenga mayor seguridad en qué medidas puede tomar en caso de detectar, o cuando tenga fundadas sospechas, durante un examen de que se está copiando, la UMU está trabajando en la elaboración de un nuevo ´protocolo de actuación´.

«Sabemos que va a ser complicado, porque a los estudiantes, a priori, nunca les gusta que les toquen sus derechos», concluye el secretario de la UMU.

Algo parecido pasa en la Universidad Politécnica de Cartagena (UPCT). El vicerrector de Estudiantes, Sergio Amat, comenta que «poco más podemos hacer salvo la expulsión inmediata del examen y suspender la evaluación».

Por eso, en la UPCT están trabajando en la revisión de sus normas internas y quieren tenerlas terminadas el mes que viene. «Tal vez incluyamos que el estudiante llegue a perder dos convocatorias de esa asignatura; la intención última es beneficiar al alumno que estudia», destaca.

En la universidad cartagenera no tienen abierto en estos momentos ningún expediente disciplinario y aunque han conocido casos como la trama del Whatsapp de la UMU, ha sido a posteriori y de manera «extraoficial»; y también de uso de pinganillos. «Como no teníamos pruebas sólo pudimos hablar con el profesor que presuntamente estaba implicado y advertirle de que sabíamos lo que había pasado», comenta el vicerrector.