Cuando se actúa contra un incendio u otro suceso de emergencia que requiere de la intervención de bomberos, agentes forestales o brigadas aéreas también se debe valorar el trabajo previo y continuo de los voluntarios de Protección Civil. Las labores que desempeñan ayudan mucho a que esos incidentes no tengan consecuencias devastadoras para nuestros montes. Ellos son los primeros que están en los lugares de peligro con el fin de avisar y apoyar a los efectivos desplazados, pero eso no siempre ha sido así.

Tras años sin recibir la ayuda económica necesaria para continuar con sus labores, ahora agradecen que se les haya reconocido un trabajo completamente voluntario y altruista: «Desde hace 6 años estamos sin vigilancia forestal móvil en la Región porque se nos quitó la financiación», explica Erika Robles, coordinadora de Protección Civil y Emergencias Valle del Ricote.

Reconoce que «es un gran paso» que este año se haya recuperado esa prestación para «el material, uniformes o vehículos», pues ellos no cobran nada a cambio de su trabajo. El dinero procede del Plan Infomur, que ha firmado convenios con los ayuntamientos para subvencionar esos gastos.

La agrupación de Protección Civil Valle del Ricote reúne a 15 personas, que cubren los municipios de Ojós, Ulea, Blanca y Villanueva del Río Segura. Erika lleva dos años como coordinadora y relata a La Opinión el día a día de los voluntarios. «Vamos en parejas, por las mañanas recorremos la sierra del Ricote desde las 11, ya que son horas calurosas y a la gente le gusta subirse a comer o pasar el día. Por las tardes estamos en la mota del río, pasando por los municipios del valle», cuenta.

En todo momento están alerta por si ven algún «conato o humo» y, si consideran que hay peligro, avisan al 112 e informan con los datos esenciales. A las ocho y media de la tarde terminan su jornada. Además de vigilar la sierra, también colaboran en ciertos festejos como los encierros de Blanca. «Cubrimos servicios preventivos en los municipios y cuando nos avisan de fenómenos meteorológicos adversos aumentamos nuestra presencia con otro vehículo de voluntarios», añade. En parajes naturales de frecuente afluencia de visitantes también controlan el acceso y advierten de las imprudencias que no deben cometer.

70 voluntarios en la Región

En el Valle del Ricote hay unos 394 kilómetros cuadrados de masa forestal y al igual que otras zonas de la Región, durante los meses de verano tiene un alto peligro de incendio. Por ello la disponibilidad de efectivos es máxima, con más de 500 para toda la Región de Murcia. De ese total, 70 son miembros de Protección Civil. La coordinadora matiza que las labores que realizan son distintas a la de los diferentes cuerpos de emergencia. «Debemos saber el papel de cada uno, nosotros estamos para ayudar en lo que nos pidan y podamos porque no somos técnicos de extinción», justifica Robles. Algunos voluntarios afirman haber tenido «rencillas» con algunos bomberos desplazados de otras localidades porque no les han dejado ayudarles.

«Apoyan, no sustituyen»

Manuel Durán García, director general de Administración Local, aclara que ellos «apoyan pero nunca sustituyen» a los profesionales que «siempre han existido». Se refiere a los puestos de vigilancia fija -garitas ubicadas en puestos estratégicos de los principales espacios naturales de la Región de Murcia- y aérea, con la Aeronave de Vigilancia y Coordinación (Acovi). Con el regreso de Protección Civil -que es la vigilancia móvil- se complementa muy bien la labor de otros cuerpos: «Es un trabajo en equipo, la coordinación y actitud de todos es esencial. Quiero destacar la labor de los voluntarios con el avituallamiento a bomberos que están durante horas a más de cuarenta grados delante del fuego», recalca Durán.

La última actuación conjunta se dio la semana pasada con un incendio en el paraje de Los Tollos y algunos de estos jóvenes ayudaron «dando presión al agua o con las mangueras de los bomberos», aseguraba un voluntario que estuvo presente.

Gracias al trabajo de vigilancia diaria, colaboración en la extinción de incendios y labores en las fiestas de los municipios, sumado todo ello a su entrega voluntaria y sin ánimo de lucro, estos jóvenes guardianes se merecen el reconocimiento de toda la comunidad.

Nuestros montes están más protegidos este verano, los pirómanos tienen un nuevo enemigo y tan importante es la labor de los que acuden a apagar las llamas como de estos vigilantes que avisan de primera mano sobre los detalles del fuego y abastecen a los efectivos cuando peor lo están