Hay vida después del maltrato, también laboral. Mujeres fuertes y valientes que sobreviven a la pesadilla y siguen adelante por sí mismas. La Comunidad Autónoma pone su granito de arena y les ofrece una ayuda.

En concreto, la coordinación entre el SEF y la Dirección General de Mujer se produce a través de la red de Centros de Atención Especializada para Mujeres Víctimas de Violencia de Género (CAVIS), que ofrece atención de forma integral y continuada a las mujeres víctimas de violencia de género en la Región. Es en el CAVI donde se propone a estas mujeres la posibilidad de ser atendida por un orientador del SEF para el diseño de un itinerario personalizado de inserción sociolaboral, explican desde el Gobierno regional.

La atención en una oficina de empleo proporciona a estas mujeres una información útil y actualizada de las convocatorias de ayudas, becas, subvenciones, ofertas formativas y otras acciones de su interés. Además, el orientador examina la situación profesional de cada mujer, de cara a conocer su cualificación y sus necesidades formativas. Con esta información se planifica su itinerario de inserción y, si es necesario, un programa formativo específico que permita cualificarla para desarrollar una profesión.

Todas las oficinas de empleo de la Región de Murcia cuentan con personal técnico cualificado y especializado en la atención a mujeres víctimas de violencia de género, detallan las fuentes.

Los últimos datos reflejan que un total de 1.999 mujeres víctimas de violencia de género en paro han conseguido ser contratadas en la Región de Murcia después de su paso por el protocolo de la Comunidad para su inserción sociolaboral. El protocolo acumula un total de 3.500 atenciones desde su puesta en marcha en 2010, por lo que el porcentaje de inserción llega ya al 57 por ciento. «La activación para el empleo es fundamental para elevar las posibilidades de encontrar un puesto de trabajo», subrayan las fuentes.

«Lo voy superando. Para mí fue muy duro, era una cosa que no me esperaba», admite Ana Lidia, de 38 años de edad, cuando habla del episodio de violencia machista que sufrió a manos de su ex.

La mujer, de origen boliviano y madre de dos hijos, confiesa lo difícil que fue afrontar la separación, tras el episodio de malos tratos. «Para mí, él era todo. Y aquí, en España, solamente estábamos él y yo, y nuestros hijos», explica.

«Yo lo pasé muy mal», relata al respecto Ana Lidia, que está agradecida «al CAVI, donde estaba la psicóloga que me dio ayuda profesional, y a mi orientadora, una muy buena persona». La mujer, residente en Murcia, lo tiene claro: «Estudiar fue lo mejor que pude hacer». Entre otros motivos, porque «tenía la cabeza pensando en otra cosa que no fuera él».

Sobre su experiencia en el SEF, señala que «lo que hice, fue formarme». En este sentido, apunta que «soy de Bolivia y no pude convalidar el título de Bachiller en España. Aquí te piden mínimo la ESO, y me la he sacado».

Apostilla que en un año tenía el título. Ahora tiene intención de seguir formándose. «Lo que quiero es hacer cursos de imagen personal», afirma Ana Lidia, que no descarta, en un futuro, poder llegar a abrir su propio centro de belleza. O trabajar en uno de los que ya existan en la Región.

Actualmente, no tiene un empleo fijo. Aunque confía en tenerlo pronto, gracias a la formación que ha ido adquiriendo.

Antaño, cuando aún vivía en pareja y todavía no había sufrido el maltrato, Ana Lidia regentó una discoteca en Murcia. Cuando comenzaron los problemas con el ya condenado maltratador («de la noche a la mañana se le fue la cabeza, empezó a tener varias mujeres y me golpeó. Lo denuncié, me dieron la orden de alejamiento», remarca), la mujer perdió también sus ingresos. «Como el negocio estaba todo a su nombre, quien tuvo que salir de allí fui yo», apostilla esta superviviente.

«Psicológicamente me afectó. Llevaba con él desde los 18 años», dice Ana Lidia. La mujer reconoce que la situación pasada con el que fue su pareja «a día de hoy, aún me duele». Y le afecta ensu rutina, especialmente por sus descendientes. «La alimentación de mis hijos, hasta el día de hoy, no se ha resuelto. Él no me pasa dinero», manifiesta esta víctima.

Ella se emplea a fondo para mantenerlos. «Voy a limpiar casas», comenta, al tiempo que confiesa que ha llegado a «ir a pedir comida a Cáritas».

Sin embargo, con la cabeza bien alta y su dignidad reforzada, Ana Lidia sentencia: «He dejado de estar sometida».

El 58% de las mujeres que participa en el protocolo tiene 36 o más años, dicen las cifras facilitadas por la Consejería.

Además, el 76% de mujeres atendidas tiene nacionalidad española

La mitad de las inserciones se producen en los 6 primeros meses. La inserción de las mujeres que realizan cursos aumenta hasta el 67%.

El protocolo ha sido seleccionado como buena práctica por la Comisión Europea, y como finalista de los premios Regiostar en la categoría de empoderamiento femenino, junto a otros cinco iniciativas. De hecho, la Comisión Europea se mostró interesada en que el SEF explicara ante servicios de empleo de distintos países y las autoridades europeas cómo funciona exactamente este protocolo.