La tradición de comer pescado ahumado y salazones se remonta a siglos atrás, cuando tan solo se contemplaba esa alternativa a la hora de conservar el pescado durante un extenso periodo de tiempo. En aquel momento ya se valoraba la capacidad de la sal para aumentar la vida útil de los productos de la pesca, retrasando de paso su alteración. El paso del tiempo ha traído consigo una evolución más que notable en España, algo que ha quedado patente con la fama que se han ganado a pulso las salazones murcianas, que son la carta de presentación de una empresa de prestigio como Salazones Diego, que tiene su base en la pedanía pinatarense de Los Sáez.

Las primeras referencias de su actividad profesional datan de los tiempos de la posguerra, y más concretamente del año 1939. Fue entonces cuando este negocio abrió sus puertas coincidiendo con una época en la que la necesidad de sobrevivir se anteponía al concepto de empresa que existe en la actualidad. Por entonces, tal y como indican fuentes de la propia compañía, «se obtenían los excedentes de sardina y en un pequeño cobertizo en San Pedro del Pinatar se salaban y se vendían en las zonas más cercanas».

La variedad, razón de ser

El tiempo ha jugado a favor de Salazones Diego, cuya progresión empezó a mostrarse en su día con el traslado a un centro de mayores dimensiones, capaz de servir de plataforma a una gama más amplia de productos como huevas de mújol, maruca, caballa, corvina, mojama, bonito y muchas más referencias. A esto se le añadió la gran variedad de conservas de pescado y especialidades del mar que se pueden encontrar en las tiendas.

El paso «de un comercio local a un trabajo nacional e internacional» fue otra de las consecuencias derivadas de las mejoras experimentadas por esta firma murciana, que desde su nacimiento se ha preocupado por cuidar al cliente y adaptar la forma de llegar a él en función de las exigencias de cada momento. «Hasta hace unos años sólo se fabricaba y distribuía. Actualmente, contamos con dos tiendas, una de ellas gourmet, en la capital murciana, en la cual puedes degustar cualquier producto del local», explican desde una empresa que no ha dudado en innovar en su intento de hacer frente a la demanda existente. Así, ha creado un packing especial para regalar, unas cestas modernas que permiten obsequiar con productos del mar (como las que se muestran en las fotos que aparecen sobre estas líneas).

La mejor materia prima

Desde su fundación, Salazones Diego ha protagonizado un crecimiento que se refleja en numerosos aspectos. «El éxito se debe al compromiso por mantener la excelencia por la calidad. Principalmente, lo que se busca es obtener la mejor materia prima, que, junto a un proceso de salado y secado lento y delicado, como antaño, da como resultado un producto supremo. No se busca maximizar la producción sino la optimización del sabor y la calidad del producto», señalan desde la propia compañía.

A su puerta llaman cada día una nutrida lista de personas que, como reconocen las mismas fuentes, «buscan obtener una variedad de productos del mar que no pueden conseguir en cualquier otro sitio, productos que no se encuentran en un lineal de supermercado por tener una calidad superior o ser una especialidad».

Todos los clientes encuentran la «calidad» de sus productos «a un precio muy competente por ser fabricantes». De ello se encarga un equipo humano cuya actividad diaria permite a Salazones Diego consolidarse como un auténtico referente dentro del sector en el que trabaja. Buena parte de ´culpa´ la tienen las actividades que realizan en la fábrica, consistentes en el despiece y la limpieza de pescado, así como el salado, el lavado y el secado, pasando todo más tarde a envasado, donde se prepara para su venta. En la oficina, tanto los comerciales como el personal de compras, ventas y calidad velan por la continua mejora de la satisfacción de los clientes.

Nuevos proyectos

Eficiencia y calidad se combinan a la perfección en cualquiera de las acciones realizadas por esta compañía con sede en San Pedro del Pinatar, donde se declaran conscientes de que lo que más busca el usuario es «una experiencia de sabor, calidad y tradición». Por este motivo, «pueden degustar el producto, regalarlo y llevarlo a un evento de forma organizada».

La palabra ´inmovilismo´ no figura en el diccionario de quienes se esfuerzan en que Salazones Diego continúe creciendo cada día. Prueba de ello es que en estos momentos están inmersos «en un nuevo proyecto con mucha ilusión, que está teniendo una grandísima aceptación». «Hablamos del catering para eventos, una estación formada por un carrito de madera o una mesa preparada con el mejor salazón y conservas de pescado», añaden desde una empresa que no parece dispuesta a estancarse. De hecho, avisan de que «seguiremos intentando mejorar, invirtiendo en el desarrollo de nuevos productos». «También tenemos la vista puesta en Asia y Oriente, donde queremos crecer exportando. Pero, sobre todo, nos queremos centrar en la enseñanza al cliente de nuevas formas de consumir salazón, introducir este alimento centenario en diversos momentos de la vida de nuestros clientes y nuevas formas de tomarlo y cocinarlo», apuntan.