Empezó a escribir casi por prescripción médica, cuando su dermatólogo le prohibió tomar el sol durante un verano. Aburrido, miró la pantalla del ordenador y allí encontró su verdadera vocación, la que le ha llevado a ganar esta semana el Premio de Novela Ateneo de Sevilla. Jerónimo Tristante (Murcia, 1969) siempre había escrito artículos, incluso ya tenía en una escasa bibliografía «una novela muy ‘destroyer’ de humor». El aburrimiento le empujaba a inventar siempre historias, así como su pasión por el cine donde, en lugar de situarse del lado del espectador siempre estaba detrás de la pantalla, «pensando en qué podía cambiar, y me puse a escribir», relata ahora, con una carrera a sus espaldas.

De dónde le viene la vocación a Jerónimo Tristante es un misterio, aunque todo apunta a la genética, pues el murciano, gracias a su trabajo diario como profesor de Biología en el IES Vicente Medina, en Archena, ha podido observar que la gente que ‘vale’ para escribir suele responder a un mismo esquema: ellos, los talentos ‘juntaletras’, escriben muy buenas redacciones desde pequeños y luego se pasan a la aventura del relato corto, que es el género que les enseña a indagar en su faceta de escritores. «Es gente que tiene vocación de narrador. Yo voy al cine o leo un libro y ya no lo disfruto realmente, porque pienso cómo podría funcionar mejor. Cuando un chico cuenta bien los chistes ya sabes que puede ser buen narrador. Eso es innato».

Una habilidad ‘innata’ de Jerónimo Tristante, que pasó del alejado mundo de la Biología al de la novela en busca de oxígeno, de hacer algo distinto porque, si el columnista de LA OPINIÓN creara itinerarios naturales después de impartir sus clases de Biología «acabaría saturado». Hacer algo radicalmente distinto es, por tanto, su salvoconducto, porque documentarse sobre «la batalla de Stalingrado me oxígena».

Tristante lo ha repetido por activa y por pasiva: quiere llegar a la gente sencilla y que la gente sencilla lea, un objetivo al que su generación de escritores parece acercarse cada vez más, por el corte cinematográfico de estos autores. Una forma más de conectar con el lector, que le resulta mucho más fácil al haber crecido también en una sociedad audiovisual, con el vídeo, el cine o los míticos videojuegos de SEGA. «Eso nos influye en nuestra forma de contar historias, nos permite ver la televisión y el cine como un complemento cultural en el que se puede contar las historias de muchas maneras, en lugar de como competidores. Se nota en nuestra forma de narrar», explica, también influenciado por los narradores anglosajones, a los que siempre ha seguido, encandilado por su estilo más directo, en busca del lector. «Eso es algo que tenemos que intentar».

Sin citas y a lo loco

Como los grandes cantantes que cogieron su maleta en busca de discográficas, Jerónimo Tristante cogió su maleta, en su caso llena de manuscritos, y se aventuró a viajar a las grandes ciudades, «donde estaban las editoriales entonces», franqueando esa «especie de frontera invisible situada en Albacete, que no nos dejaba salir a los escritores murcianos. La mayor parte de nosotros intentaba publicar en una editorial regional». Así, sin citas y a lo loco, el escritor empezó a tocar puertas en Madrid y Barcelona, hasta que le abrieron la primera. «Luego, los escritores murcianos empezaron a salir y surgió la ‘generación del meteorito’. Ahora hay un gran número de nombres de autores murcianos que estamos publicando en editoriales nacionales», explica.

Y, de ahí, a la televisión. Llegó Víctor Ros a la pequeña pantalla, aunque de una manera muy gradual. A través de una guionista, el profesor de Biología conoció a una productora con la que empezaron a pensar en el proyecto. «Tenía muy claro que quería que Víctor Ros fuera una serie y no una película, porque el metraje permite contar mejor las novelas», explica el autor original de la serie que se emitió en TVE, cadena que en ese momento estaba apostando más por proyectos contextualizados en épocas históricas. Sin embargo, Tristante, de momento, no apostará por escribir guiones, formato con el que le pasa como con el relato corto, se siente «encorsetado e incómodo» al verse limitado a un minuto por página, con la duda de si habrá presupuesto o no para la escena. «En la novela juego como quiero y tengo el espacio que quiero. El guión es un reto pendiente, pero no me sale».

Finalmente, el ganador del Premio de Novela Ateneo de Sevilla ha logrado, tras más de 17 años, conseguir una identidad propia en el mundo editorial, marcado por la novela histórico-detectivesca. Porque la novela policíaca gusta a la gente, quizás porque parte de un hecho criminal y, esa investigación «es la excusa perfecta para mostrar una sociedad». Pero el escritor no deja de arriesgar. Y es que, Jerónimo Tristante se sumerge ahora en una historia contextualizada en la época actual, en la que la protagonista-investigadora es un ama de casa de 42 años que tiene que empezar su vida de nuevo. Nunca es tarde es una novela «muy especial» que ‘salvó’ al murciano al «escribirla en un momento bajo». Una novela terapéutica para su autor que, a base de ‘mirarse’ en los escritores de folletín del siglo XIX o en contemporáneos de la talla de Paul Auster ha logrado hacer ‘cosas suyas’ y su propio camino.

‘Nunca es tarde’, una historia policíaca con una protagonista atípica

Aún no se ha publicado Nunca es tarde (llegará a las librerías en octubre) y la novela ya está dando alegrías a Jerónimo Tristante, que ganó esta semana el Premio de Novela Ateneo de Sevilla. Se trata de una obra ambientada en la época actual, a pesar de que la trayectoria del autor está marcada por otra época.

La protagonista es una mujer que tiene que rehacer su vida a los 42 años. Su marido no es lo que esperaba, los hijos ‘han volado del nido’ y se encuentra vacía. Preparando una sorpresa para sus hijos, descubre que hace cuarenta años se cometieron unos «crímenes horrendos» en el pueblo, y que están relacionados con la desaparición de una niña en la época actual, justo en el mismo lugar en el que se cometieron los asesinatos.

«Como es ama de casa no la toman en serio, pero encuentra a un escritor noruego que le ayuda a investigar, y ese es el motor que le empuja y le permite reinventarse. Por eso se llama Nunca es tarde», relata Tristante.