Afirma que les va bien. Tiene consigo a dos hijos más «por las circunstancias». Aunque no se trata de hijos biológicos, sí llevan su misma sangre. Esta situación la vive desde hace más de una década. Juntos han formado una gran familia en su casa de Zarandona (Murcia).

Encarna Lucas terminó en 2005 de tramitar los papeles para que estos dos hijos, que no son sus hijos, quedaran acogidos con ella. La pequeña tiene ahora 12 años. El mayor, 16 recién cumplidos.

En realidad, son hijos de su hermano. Que este se haga cargo de los menores es «difícil, por las circunstancias», que prefiere no revelar. Los hermanos, que se crían junto a los hijos biológicos de Encarna y su marido, tienen, a su vez, hermanos maternos y hermanos maternos. Con estos últimos, explica la mujer, no tienen relación alguna. «Con los paternos sí», deja claro. Pero a ambos menores acogidos no les falta en ningún momento el calor de un hogar.

«¿Que si preguntan? Sí. A veces tienen preguntas que no sabes cómo contestarles», admite Lucas. Se centra en la vivencia de la más pequeña de la casa. «Decía que era una niña especial, porque tenía dos padres (el biológico y el esposo de Encarna)», comenta. «Madre no, porque ella a su madre no la ha conocido. Su madre, para ella, soy yo», espeta.

Encarna Lucas y su esposo son padres de dos hijos gemelos, que cuentan ya con 22 años de edad. Todos viven juntos en la pedanía murciana. Y hay un miembro más en la familia: su mascota, un perro, que hasta intentaba posar en las fotos que la familia se hace para LA OPINIÓN.

Aunque el extra de cariño está garantizado, el esfuerzo a la hora de mantener a la gran familia también se nota en el bolsillo. «Económicamente es un extra», admite Encarna, que se ve obligada a hacer «muchos números por las circunstancias». Y las circunstancias que lo primero es el bienestar de su gran familia. Ella está pendiente de todo. De cómo les va en los estudios, de sus relaciones con parientes y vecinos. Vela por el hogar que juntos han edificado.Eso sí, pese a los esfuerzos, no se arrepiente de nada. «Lo volvería a hacer», tiene claro.