¿Cómo surge su interés por estudiar las medusas?

Me gustan la Química y la Biología marina. No es fácil, porque normalmente cuando te dedicas a la investigación, o haces trabajo en el terreno o en el laboratorio. Tuve la oportunidad de utilizar el mar Mediterráneo como mi laboratorio y, por otro lado, de estudiar la biología celular y el mecanismo de la picadura de medusas. He combinado ambas cosas.

¿En qué momento se plantea trabajar para evitar las picaduras de medusas?

Realicé un doctorado financiado por las Naciones Unidas, y gracias a ello visité Italia, Grecia, Malta y Egipto, y tuve contacto con Siria y Líbano. Me di cuenta del problema que representan las medusas en el este del Mediterráneo. Después del doctorado, pude seguir investigando en el laboratorio. Muchas veces los científicos hacen un gran trabajo y lo publican, pero carecen de oportunidades para salir del laboratorio.

Entonces, ¿los investigadores se centran demasiado en las publicaciones y la teoría, pero les cuesta hacer realidad sus estudios?

Sí. Yo publiqué mi proyecto en un artículo en la prestigiosa Nature, pero no me quería quedar en la universidad. Lo que me gusta es saber que puedo ofrecer protección contra las medusas, dar seguridad a la gente que se baña.

¿Tiene el mar Mediterráneo más medusas que otros?

No, las medusas en el Mediterráneo son muy numerosas y su población aumenta como en otras zonas, pero por suerte son menos peligrosas. En Tailandia, Filipinas, Australia, provocan la muerte. Los compañeros de Cruz Roja han dicho que atienden 16.000 picaduras de medusas en la C. Valenciana. En la costa este de Estados Unidos se atiende a medio millón de personas... Es un problema considerable.

¿Considera las picaduras de medusas como un problema de salud pública?

Totalmente. Estuve con socorristas en una de las playas más concurridas de Corea, donde unos 6,5 millones de coreanos se bañan en dos meses en 3 km. Tuvieron unos 30 ahogamientos graves y 25.000 personas fueron atendidas por picaduras de medusas. Es como el elefante en la sala: nadie quiere hablar de ello, pero es el problema más importante.

¿Es el que más trabajo da a los socorristas?

Sí. Otra cuestión es el tratamiento, que aún está por acabar de definirse y falta por investigar.

¿Por qué es efectiva la crema?

La picadura de la medusa es un mecanismo muy sofisticado. Los tentáculos tienen células y un sistema de microinyección que funciona a una presión de 150 atm. A través de este mecanismo, una ´aguja´ entra a 5.000.000 g y genera unas 2.000 picaduras por milímetro cuadrado, más rápido que una bala. Es una cuestión de bioquímica: desarrollamos un bloqueador y aunque el tentáculo toque la piel, la célula no dispara agujas y no pica.

Después de bañarse, ¿continúa el efecto de la crema?

Ha llevado mucho tiempo conseguir la fórmula, que dura unas dos horas más o menos. Después, debería volverse a aplicar la loción. No hay nada 100 % seguro, pero sí podríamos hablar de un 90 % o incluso más de efectividad. La innovación es conseguir tanto la protección solar como la inhibición de las picaduras de medusas.

Es cómodo tener en un mismo producto protección solar y contra las medusas, pero, ¿cómo le complicó de más combinar ambos efectos?

Era la única manera de hacerlo, ya que todo el mundo se pone crema solar cuando va a la playa, aunque sí fue una cuestión problemática. Era difícil mantener la estabilidad del producto por los principios activos que contiene. Si la gente se pusiera una crema solar y después Safe-Sea, habría que probar cada crema solar para ver que con ellas funciona.

En general, la gente teme a las medusas, ¿pero existe conciencia sobre los peligros del sol?

Desde hace unos 30 años todo el mundo que va a la playa se pone crema solar. Sí, la gente es consciente de los peligros que entraña el sol y, a veces, somos incluso un poco exagerados.

Safe-Sea se presenta ahora en l´Oceanogràfic, pero ya lleva un tiempo en las farmacias, ¿cómo ha sido la acogida de los consumidores?

Por ejemplo, los equipos de natación en aguas abiertas, los buceadores, los surfistas... No entran en el agua si no es con Safe Sea. En el público en general, todo aquel que lo prueba queda muy satisfecho, tanto con la protección contra las picaduras, como la textura del producto. Ahora, estamos probando cremas con niños con pieles especialmente sensibles o hipoalergénicas.

Menos una estancia en EE UU, ha desarrollado prácticamente toda su carrera en Israel, donde también tiene la empresa en la que fabrica la crema. ¿Es en Israel igual de difícil que en España financiar la investigación?

En general, siempre es un problema obtener financiación, pero en Israel si quieres iniciar un proyecto de I+D hay invernaderos de startups y el gobierno te da medio millón de dólares para poder iniciar el proyecto. Después estás solo, pero en general el entorno es de apoyo gubernamental para las startups de biotecnología y tecnologías punteras. También hay buenas oportunidades para conseguir capital de riesgo para que inviertan en tu proyecto. Puedo decir que, a pesar de que sea complicado recibir financiación, Israel es un buen lugar para conseguirlo.

P ¿Ha pensado alguna vez que quizás alguien haya perdido miedo al mar gracias a su producto?

R Sí, hemos recibido muchos correos electrónicos en los que hay gente que nos cuenta que antes les gustaba mucho el mar, que después les picó una medusa y dejaron de meterse, y ahora han vuelto otra vez con la crema. Es muy gratificante volver a meter a la gente en el agua.