Londres se ha llenado, sobre todo desde que comenzó la crisis, de jóvenes murcianos que decidieron en su día salir de España para probar suerte en la capital británica ante la falta de oportunidades en España.

Entre ellos se encuentra Miguel González, diseñador gráfico de Molina de Segura que lleva tres años viviendo en Londres. La final de la Champions entre el Real Madrid y la Juventus hizo que no saliera de casa en la terrible noche del sábado. Veía el partido cuando, de pronto, comenzó a recibir en su móvil mensajes de amigos y familiares que no le hablaban precisamente de fútbol, sino que le preguntaban si se encontraba bien. Él no sabía qué estaba pasando, y buscó información en la cuenta de Twitter de la Policía y del canal 24 horas de TVE. «Lo primero que hice fue tranquilizar a la familia y a los amigos, haciéndoles saber que estaba bien. También me comuniqué con mis amigos de Londres para cerciorarme de que no les había pasado nada. La ciudad, sobre todo el domingo, era un fortín, con miles de policías por todas partes, las estaciones de metro más transitadas cortadas o vigiladas. Hoy (ayer para el lector), pese a que también se veía mucha policía, había más normalidad, aunque nunca puedes estar del todo tranquilo ante una situación así. Vas con miedo, mirando de reojo, porque nunca sabes lo que te espera a la vuelta de la esquina», relata Miguel.

También de Molina es María Sandoval, quien vive desde hace cinco años en Londres y el pasado fin de semana recibió la visita de su amiga Toñi, la pareja de ésta y el bebé que han tenido recientemente. Estuvieron el sábado por la mañana por los alrededores del London Brigde y la zona de los ataques, pero a las siete de la tarde regresaron a casa a ver la final de la Champions. «Estábamos a unos veinte minutos de la zona en la que ocurrió todo, y comenzamos a escuchar ruido de ambulancias y a recibir mensajes de la familia contando lo que había pasado», señala Toñi, quien volvió el día siguiente a España «y no se puede decir que pasáramos más controles de lo habitual». María se quedó en Londres. Su novio, que trabaja en una tienda del Borough Market, un mercado de alimentación que fue el sábado el epicentro del terror, no ha podido todavía volver al trabajo, porque la zona sigue tomada por la Policía en busca de pruebas y grabaciones. María confiesa que, al enterarse de lo ocurrido, le entró mucho miedo, «porque en la estación de tren en la que me bajo para ir al trabajo, Oxford Circus, es una de las más transitadas de Londres y es muy difícil detectar algo con tanta gente». No obstante, la normalidad que encontró ayer en la ciudad la tranquilizó, «aunque se nota la tensión en el ambiente y hay policía en todos lados».

Lorenzo Gómez, un informático de Abarán que reside en Londres con su pareja y su hija, tampoco salió el sábado de casa, aunque no por ver el partido -«veo poco fútbol desde que soy padre»- sino porque había invitado a cenar a unos amigos. Loren señala que, «aunque aquí el ritmo no para, el atentado ha ocurrido en sitios que todos frecuentamos a menudo, y el hecho de que pueda ser cualquiera el que haga algo de esto ha creado mucha incertidumbre». «He escuchado a varios decir que coges el metro y, quieras o no quieras, piensas que ´hala, a jugar a la lotería´.», relata.