El primero en llegar fue el exdirector de Inversiones y Riesgos Francisco Martínez, a eso de las 9.15 horas, y el segundo, el exdirector general Roberto López Abad, quien lo hizo al filo de las diez de la mañana, cuando estaba señalado el inicio de la vista oral.

Pero lo que está claro, a juzgar por el cuándo y el cómo llegaron cada uno de los ocho acusados por el maquillaje de las cuentas de la CAM, es que a nadie se le ocurrió quedar con alguno de sus otrora compañeros de trabajo para acercarse juntos hasta la sede de la Audiencia Nacional situada en un polígono industrial de la localidad madrileña de San Fernando de Henares, donde ayer comenzó la vista oral en la que están siendo juzgados.

Los hubo como Martínez, que acudió en solitario a su cita con el tribunal, o como el expresidente Modesto Crespo o la exdirectora general María Dolores Amorós, a quienes arropaban sus abogados en el difícil trago de cubrir la distancia que separaba el vehículo en el que habían llegado desde Madrid del edificio judicial ante el que habían montado sus trípodes una docena de reporteros gráficos, entre cámaras de televisión y fotógrafos.

Superado el control de la puerta de acceso, el ambiente en el hall del inmueble no era más cálido. Un Teófilo Sogorb al que se le notan los estragos de estos cinco años de batalla judicial sin apenas cruzar una palabra con ninguno de sus ex colegas y ahora compañeros de banquillo, compartiendo escenario con un Modesto Crespo en una similar puesta en escena en cuanto a la comunicación con su entorno. No muy diferente del gesto que lucía Amorós, a quien sí se vio conversar con López Abad, el más suelto con diferencia de todos. No en vano es su segunda experiencia judicial en esta plaza.