El Consejo de Gobierno está reunido. Lo preside Fernando López Miras, el único de los asistentes que nació en los ochenta. Todos los demás consejeros y consejeras son de los cincuenta, sesenta o setenta. El presidente le dice al consejero Francisco Jódar: «Ya sabes que la agricultura es la bandera de esta Región. Tienes que coger esa bandera y llevarla hasta las más altas cimas del éxito». El ex alcalde de Lorca levanta la cabeza, lo mira y sonríe. «Sí, hijo mío, sí. No te preocupes tú».

El consejero de Medio Ambiente se dirige al de Agricultura y le dice: «Tu gente está jodiéndome el Mar Menor con sus nitratos, sus fosfatos y la sal de sus desaladoras. Haz el favor de decirles que se alejen con sus cultivos de las orillas o me voy a cagar en 'to'». El de Agricultura saca una banderita de la Región de Murcia que lleva en el bolsillo y se la agita a Javier Celdrán en sus mismas narices. El presidente López Miras, al escucharlos, piensa si no hubiera sido mejor dejar las dos competencias juntas, como estaban antes, y les dice: «Mañana tenéis cita con la ministra en Madrid. Os quiero de acuerdo antes de entrar a la reunión. Ya me ha dicho ella que a ver qué hace si cada uno se pone a defender lo suyo. No vayamos a empezar haciendo el ridículo, tíos».

En su asiento, Juan Hernández, que es un tío listo, revisa lo que le han dado: Empleo, Universidades y Empresa, y piensa: «Lo de Empleo está bien, porque parece que vamos subiendo, aunque, claro, me tendré que callar que los sueldos son de mierda y que casi el 30% de las familias murcianas están bajo el umbral de pobreza. Y lo de Empresa, sin problemas, me lo conozco perfectamente. Lo de Universidades es otra cosa, porque da mucho gusto ir a las aperturas de curso, que son tan espectaculares, y yo ahí, de jefe, presidiendo. Pero lidiar con el presidente de la UCAM no es moco de pavo, que a la consejera anterior le ha amargado la vida con lo de las prácticas de Medicina. Y para qué vamos a hablar del rector de la UMU, que puede salirme por los los cerros de Úbeda. No he visto a un tío más imprevisible en mi vida. En fin, en cualquier caso, yo creo que he subido puntos en esta remodelación». Y sonríe, se pasa la mano por su reluciente cabeza y se estira en su sillón, satisfecho.

El presidente López Miras, en ese momento, llama a un ordenanza y le dice algo. El hombre se va y vuelve con una bandeja de pasteles. «Mirad lo que he traído. Son de mucha confianza», dice con una sonrisa pícara. «Me los ha regalado mi novia. Comed alguno, que están buenísimos». Y él va y coge un pionono. La consejera portavoz, Noelia Arroyo, lo mira y con una cierta seriedad, le dice: «Presidente, tienes que cuidar tu dieta, que estás un poco pasado de peso. Mírame a mí, que fíjate cómo me he quedado después de los dos meses de crisis. Hay que cuidar la imagen y vender tu juventud y tu apostura personal, esa es mi misión. Que los murcianos y murcianas de tu edad, que se pasan la vida en el gimnasio, haciendo kilómetros en bicicleta o corriendo por ahí, vean en ti un espejo para los milenials. Que tú eres un milenial, coño». El presidente la mira y piensa: «Si lo sé, no la asciendo».

La consejera Adela Martínez Cachá tiene la mirada perdida en el infinito: «Después de lo que me ha costado aprenderme lo de Agricultura, ahora tengo que empezar con la Educación. Y todos dicen que es de lo más complicado. Claro, como todos los administrados de esa consejería saben leer y escribir. Y mira que eso es peligroso. Aunque realmente estaba ya de agricultores, tractoristas y ecologistas hasta el mismísimo moño. Y cómo se puso Pepe Ballesta porque le llenaron la ciudad de tractores. A él lo quisiera yo ver tratando con un grupo de tíos, fornidos y curtidos por el sol y el aire de los campos, exigiendo agua. Menos mal que yo no me acojono por nada. A ver si me estudio lo de la ESO, que yo soy de EGB y no tengo ni idea. Siempre me toca trabajar como una burra», piensa con resignación.

El consejero Pedro Rivera medita: «Por si tenía poco con el AVE, el aeropuerto y demás infraestructuras, ahora me cae encima las cosicas de Presidencia. Dicen que es una demostración de amistad de Fernando, pero, joder con los amigos, que no voy a poder parar un momento para echar una cerveza».

Y así sucesivamente.