La Ciudad de la Justicia ha albergado la V Convención de la Asociación de Psicólogos Forenses, organizada por el Colegio Oficial de Psicólogos de la Región y la Asociación de Psicólogos Forenses de la Administración de Justicia. Las jornadas han servido para debatir y actualizar conocimientos en este ámbito de la psicología jurídica y se ha centrado, sobre todo, en los menores y en la violencia de género.

Rocío Gómez Hermoso, psicóloga de los Juzgados de Vigilancia Penitenciaria de Madrid, ha participado en las jornadas con una charla-debate titulada Evaluación de la peligrosidad de los condenados por violencia de género. Gómez Hermoso reivindica, en líneas generales, la mayor presencia de psicólogos en juzgados y penitenciarías, una aplicación correcta de la ley para ampliar la prevención en la violencia de género y una mayor calidad en los tratamientos a los agresores.

¿Qué es una evaluación de peligrosidad?

Es un análisis que determina el grado de reincidencia que puede presentar un agresor de género. Este tipo de análisis tiene en cuenta, sobre todo, las variables internas o psicológicas del agresor por encima de las variables externas, que se vinculan al entorno de la persona. Ambas son necesarias para determinar la reincidencia, pero la interna llega a ser más determinante que la externa.

¿En qué se fijan como psicólogos para poder determinar si una persona va a reincidir?

Son cuatro puntos fundamentales: el sentimiento de responsabilidad ante el delito, el sentimiento hacia la víctima, la capacidad de reflexión que el sujeto realiza sobre su conducta y si el maltratador ha adquirido las herramientas necesarias para controlar la conducta que desencadenó la agresión.

¿Es muy alto el porcentaje de delincuentes que reinciden?

Realizamos un estudio de casos y los agresores de género eran los que más reincidían, aunque por lo general los porcentajes no son muy altos. Aun así, con la investigación conseguimos demostrar que la evaluación determina con bastante precisión esta conducta. Los psicólogos forenses tenemos que ser muy precisos con nuestro trabajo porque hay vidas en juego.

Este tipo de análisis, ¿se realizan en todos los juzgados?

Debe haber un psicólogo en cada penitenciaría para realizar este tipo de evaluaciones antes de que se abandone la cárcel. También en los juzgados, tanto de instrucción como en los que ejecutan las penas. Pero no es sólo necesaria la presencia del profesional, sino que es indispensable que se les pida estas evaluaciones de peligrosidad y no otros informes que se demandan a veces y no son tan útiles.

¿Realmente se puede prevenir la violencia de género?

Nosotros, los psicólogos forenses, podemos prevenir la reiteración del delito. Pero yo soy optimista y creo que sí se pueden hacer cosas para prevenir esta lacra. Creo que se hace muy poco para el desarrollo de la igualdad, porque muchos casos de violencia se generan por la cultura machista. Hay prevención a varios niveles, la intervención social es uno de ellos, pero creo que la educación es el pilar básico. Por desgracia, la Justicia es ya el final del proceso.

¿Cree que es necesario cambiar las leyes sobre violencia de género?

Todo se puede mejorar, pero creo que la ley que tenemos no es mala. El problema es que no se está aplicando en su totalidad, por ejemplo, no se están llevando a cabo las medidas referentes a la prevención.

¿Existe un perfil del maltratador en nuestro país?

Es muy difícil establecer un prototipo porque no existe un perfil único. Aun así, a menudo encontramos tres características que suelen encontrarse en muchos de ellos. Primero, que su educación está determinada por una cultura machista; segundo, presentan una impulsividad muy alta y, por último, su autoestima es baja.

¿Cree que un maltratador puede dejar de serlo o el que nace con esa tendencia, muere con ella?

Como psicóloga, puedo afirmar que las personas cambian, pero hay que hacer una apuesta por eso. Los maltratadores necesitan un tratamiento psicológico de calidad para poder cambiar. A veces las terapias en grupo no son suficientes. El problema es que una atención de calidad tiene un coste que a menudo no se puede cubrir. Es necesario tomar en serio estos tratamientos si queremos evitar la reincidencia o los delitos graves.