Jorge Martínez , el estudiante cartagenero de Cardiología que ha obtenido la mayor nota en el examen de Médico Interno Residente (MIR), ha elegido el hospital Gregorio Marañón de Madrid como lugar de trabajo. «Al principio no lo tenía claro, porque eran todos hospitales muy completos. De hecho, tuve que dar un par de vueltas por varios de ellos hasta que ya me decanté por uno», afirma Jorge, que finalmente se decidió por el centro madrileño: «Elegí el Gregorio Marañón porque es uno de los mejores de España. Es el hospital con una cartera de servicios más completa, con la UCI en Cardiología más grande y con cardiólogos brillantes, además es el que desarrolla más actividad científica investigadora. Suponía un reto para mí y era el momento de arriesgar y ser valiente», expone.

Reconoce que también consideró La Arrixaca como destino antes de elegir el hospital de la capital madrileña: «La Arrixaca fue una de las opciones que más consideré porque también es uno de los mejores hospitales de España pero me decanté por el Gregorio Marañón por el mayor volumen de trabajo. Por ejemplo, mientras que La Arrixaca cuenta con 850 camas para el ingreso de pacientes, el Gregorio Marañón dispone de 1.700. Así que, opté por exigirme a mí mismo a ver si era capaz de superar este reto. Además, era el momento de salir de Murcia y buscar nuevos horizontes».

El recibimiento por parte de sus nuevos jefes y compañeros ha sido otra de las cosas que le ha sorprendido: «No es habitual que se haga nada cuando un estudiante del MIR se incorpora, pero se ve que tenían interés en que los eligiera. El recibimiento ha sido muy bueno por parte de todos , de hecho, me han invitado a una casa rural que están organizando para que nos vayamos conociendo mejor los nuevos residentes», declara el cardiólogo cartagenero, que desde su llegada a la capital apenas ha tenido un momento de descanso entre acto y acto.

A Jorge le esperan ahora cinco años de residencia en los irá rotando entre las distintas unidades del hospital hasta que definitivamente se quede en una. Así, pasará un año en la planta de cardiología, seis meses en la unidad de arritmias, ocho en el quirófano y tendrá, durante el último año, la posibilidad de emigrar al extranjero para trabajar en otros hospitales, aunque Jorge aún no considera esa posibilidad: «Considero que no es ni sano plantearse una cosa así en este momento. Cuando se acerque el momento ya decidiré si hago las maletas o no», afirma.

Jorge afirma que desde el instituto ya tenía vocación por la medicina y el cuerpo humano: «Cuando estudiaba en el Colegio de La Vaguada, me gustaba mucho la biología, por el contenido de la asignatura y por el profesor que la impartía. Desde aquel momento ya tenía claro que quería seguir estudiando sobre el tema y poder dedicarme a ello en un futuro». El cartagenero, que no cuenta entre sus familiares y allegados nadie relacionado con el ámbito sanitario, siempre ha sentido admiración por esta profesión: «Desde pequeño he admirado a los médicos porque son personas que dedican años de estudio al servicio de los demás».