Admite sin ningún problema que es «una persona un poco fría y calculadora», aunque tiene claro que eso no significa que carezca de sensibilidad. «La tengo, pero en mi empresa me encargo de la dirección de compras y eso supone que hay que ser fría a la hora de negociar», explicaba. Como responsable de los suministros en la compañía de productos químicos Virgen de la Salud, de Archera, cree que la gestión de las compras es determinante en la cuenta de resultados y exige un control constante, además de la supervisión del trabajo de sus colaboradores. Para Marian Cascales, nacida en Archena en 1972, no hay medias tintas ni cartas boca abajo. Considera que la negociación es la base fundamental de cualquier relación, desde «la honestidad y la buena educación». Licenciada en Sociología por la Universidad de Alicante, está convencida de que es posible adelantarse a la actuación de cualquier persona, porque «todos realizamos movimientos repetitivos, que son predecibles».

La misma disciplina que defiende para su empresa la aplica en su vida privada y en la relación con sus tres hijas, que tienen 19, 15 y 13 años, respectivamente. a las que sigue muy de cerca. La mayor está haciendo unas prácticas en el Consulado español de Chicago y la madre va siguiendo sus movimientos por teléfono. Está orgullosa de que su hija haya asistido en Nueva York a una convención de la ONU, pero la noche del regreso a Chicago se la pasa despierta, tratando de convencerla a miles de kilómetros de que coja un taxi al llegar al aeropuerto, en lugar de volver en tren. Recuerda que sus hijas han ido a la guardería desde muy pequeñas y no las ha dejado meterse en su cama, aunque eso le obligara a ella a levantarse a media noche para acompañarlas y consolarlas, pero piensa que lo importante en la relación «es la calidad». Su preocupación ahora es «apartarlas del móvil» y lograr que «salgan de su habitación para hacer unas palomitas y ver una película o ir de compras» con el fin de mantener el vínculo y saber cómo respiran. Confiesa que trata de «meter el dedo en la llaga» para conseguir que le cuenten sus problemas.

Ante la existencia de dos movimientos empresariales diferentes en la defensa del Corredor Mediterráneo, el que promueven las organizaciones adscritas al Instituto de la Empresa Familiar, Amefmur y la Asociación Valenciana de Empresarios (AVE) por un lado, y el liderado por la patronal Croem por otro, Marian Cascales dice que se alegra de que la iniciativa surgida de la protesta de La Encina del pasado mes de diciembre haya servido de «onda expansiva. Si es un problema que viene de antiguo y por el que todos han luchado, está bien que nos movamos de nuevo todos. Si antes no nos hemos movido y ahora lo estamos haciendo, será bueno. Y si el que nos movamos hace que se muevan los demás, pues mejor todavía. Al final, de lo que se trata es de dar un puñetazo en la mesa y decir ¡basta ya de negociar¡»

Cuenta que en su despacho tiene rótulo con el lema ´En los negocios no se consigue lo que se merece, se consigue lo que se negocia´, aplicable también al Corredor. «Esto supone que Murcia ya no tiene que negociar, le tienen que dar lo que se merece, como el agua o las infraestructuras en las que existe un agravio comparativo muy grande frente al resto de España. Murcia es la gran olvidada y la maltratada».

Recuerda que el día 14 de marzo, cuando fue la estación del Carmen de Murcia a recoger a los empresarios valencianos que habían viajado en tren hasta la Región, se le cayó el alma a los pies al ver las instalaciones.

«Es lastimoso y desagradable llegar a una estación así. Hace muy poco estuve en Logroño y me quedé alucinada de ver una estación que me hizo pensar que había entrado en el siglo XXIII o XXIII o en una película de Martin. Era algo muy moderno, muy bonito, que te hace pensar qué envidia me da no poder tener eso en Murcia».

Recuerda que en el acto del 14 de marzo estaban los políticos. Mostraron interés por asistir, pero se les dijo que no había problema en que estuvieran presentes «como uno más, sin cargo político».