Suena el silbato. El profesor de gimnasia manda hacer filas de chicas y chicos. Sam se queda en medio de ambas, sin saber dónde ponerse, en un limbo de género que a su corta edad tiene una repercusión en su crecimiento personal y desarrollo emocional. Por su parte, Alex cuenta otro suceso, otro caso donde un chico transexual no encuentra su hueco, y tiene que pelear por él. «Después de conseguir que la dirección de mi instituto dejara que me cambiara en los vestuarios de los chicos, tuve que pedir otro sitio, mis compañeros eran muy inmaduros y yo me sentía incómodo. Al final me visto en el vestuario de los árbitros».

Sam y Alex, de 19 y 15 años respectivamente, son dos chicos, sin más vueltas de hoja, que deberían estar amparados por la ley regional de igualdad social de lesbianas, gais, bisexuales, transexuales, transgénero e intersexuales aprobada en mayo del año pasado, «pero no se cumple. En los colegios tendría que existir ya un protocolo específico que permita a la dirección, docentes y orientadores gestionar casos de transfobia o saber cómo educar en la diversidad de género a los alumnos». Quien habla es Jesús Costa, presidente de la asociación ´No te prives´, organización murciana que defiende desde hace años los derechos del colectivo LGTBI.

Han pasado ya más de nueve meses, plazo establecido en la ley para mantener una reunión interdepartamental para crear un Observatorio regional contra la discriminación por orientación sexual e identidad de género y llevar a cabo una serie de protocolos para formar en esta materia a los colectivos implicados: docentes, fuerzas y cuerpos de seguridad, psicólogos, etc. Denuncian que solo se ha dotado con mil euros un Observatorio ficticio que debería recoger estudios que analicen las denuncias y problemas de las personas de este colectivo o proponer políticas que defiendan dichos derechos. «Esta mínima cantidad es una forma de taparnos la boca, para que no podamos decir que no han hecho nada», comenta Costa.

Ante un caso de acoso transfóbico, en los centros educativos se activa un protocolo básico de acoso escolar, pero no uno específico que contemple este hostigamiento como un delito de odio «porque ha sido acoso cometido por ser trans», comenta Diego Aguilera, profesor y vicepresidente de la asociación. Este es uno de los problemas más graves que sufren los menores trans, junto a la negativa del cambio en el registro informático de los colegios del nombre del menor y en los certificados de los títulos, o el uso de baños compartidos.

Que existe una diversidad sexual y de género es el principal tema que la dirección de los colegios debería entender, según subraya Aguilera. «A partir de ahí se puede formar a los profesores en estos temas, también a los orientadores psicopedagógicos, para que en la evaluación de los alumnos no cuestionen su identidad sexual sino que al percibir cambios o actitudes en esa filiación de género, se pueda avisar a sus padres para que todos juntos podamos ayudar a que el menor no sufra consigo mismo». A Rosa, la madre de Alex, le hubiera gustado que alguien le previniera. «Cuando mi hijo me lo contó, yo pasé un duelo que superé porque tenía que apoyarle, la falta de educación que teníamos como padres en estos temas me lastró», explica Rosa.

«Los niños desde pequeños hacen visible su identidad, estuve llevando un año y medio a Alex a Salud Mental y la psicóloga que lo atendió, al no estar preparada, no supo ver que era transexual, que se comprendía mejor así mismo siendo un chico». Costa avisa de que «si se empieza a tratar el tema de la diversidad en un año no se hace nada, los niños no lo entienden, pero si empiezan desde pequeños si puede funcionar. Hay que enseñarles que hay distintos tipos de cuerpos, que no pasa nada por que haya chicos y chicas en el mismo baño, cada uno que ponga el pestillo y ya está, esto fomenta el respeto».

El acoso LGTBI, según Sam, tiene particularidades. «Cuando una persona se siente atacada por una conducta transfóbica, no se atreve a denunciarlo, no llega a oídos del director del centro, porque en muchas ocasiones ni los padres saben que es transexual y si denuncia la noticia va a llegar a casa». El joven asegura que no conoce a ninguna persona trans que no haya sufrido acoso.

No hay respuesta del Gobierno

Desde la Consejería de Educación, ante el intento de esta Redacción por hablar con Ana Millán, directora general de Atención a la Diversidad, se han limitado a responder que ya se hizo un curso en enero sobre pautas para abordar la identidad de género y la diversidad sexual en el aula al que sólo asistieron 20 docentes, además de reiterar que el colectivo ya mantuvo una reunión con la directora general, en la que, según Costa, Millán les confirmó que no se podía hacer nada ante la paralización de la Ley.