Por si a alguien le quedaba alguna duda, el nuevo fiscal superior de la Comunidad, José Luis Díaz Manzanera, dejó muy claro ayer a los políticos corruptos que perseguirlos va a ser una de sus prioridades, «tal y como he tenido ocasión de demostrar en mi etapa anterior». Manzanera, que tomó posesión delante del fiscal general del Estado, José Manuel Maza, citó entre los objetivos para la nueva etapa, indicó que entre sus objetivos principales está el de potenciar las especialidades, «manteniendo la línea ya existente de persecución de aquellas conductas de servidores públicos que se puedan alejar de los principios rectores del servicio público». El que avisa, no es traidor.

Vestido con su toga y luciendo la cruz de San Raimundo de Peñafort, el nuevo fiscal superior fue apadrinado por su antecesor, Manuel López Bernal (con el que se ha sentido «más fiscal que nunca») y su «maestro» Manuel Campos (exconsejero con el PP) y realizó una encendida defensa de la independencia de los fiscales, tan cuestionados últimamente incluso desde el poder político, dejando claro que «no nos regimos por otras directrices y por otros criterios» que los de promover la acción de la Justicia con objetividad e imparcialidad, con autonomía e independencia.

Díaz Manzanera enumeró los objetivos que se ha marcado para esta nueva etapa como fiscal superior. Tras prometer «empatía y persuasión, no exentas de cierta dosis de liderazgo», así como «un talante conciliador, dialogante y democrático», reivindicó «una ampliación de la plantilla de fiscales y funcionarios», ya que la ratio de un fiscal por cada 24.000 habitantes está entre las más altas de España. Una necesidad que se hace más imperiosa por la reforma legal que pretende dejar en manos de los fiscales la instrucción de las causas penales.

Se compromete Manzanera a potenciar las especialidades, no solo atendiendo a la corrupción, sino poniendo la lupa también en los delitos sufridos por «víctimas mujeres, menores y desvalidos». Otro de sus objetivos es lograr la vieja aspiración de separar la fiscalía superior y la fiscalía provincial, algo que justifica el hecho de que la Región sea la comunidad uniprovincial más poblada después de Madrid y también disponer dos sedes, en Murcia y en Cartagena. Quiere el fiscal jefe ampliar la sede del Ministerio Público en la Ciudad de la Justicia, y mejorar las de Cartagena y Lorca.

Afirmó Manzanera que en su ánimo está «fortalecer las relaciones con las Administraciones públicas y también con las privadas», así como con todos los miembros «de la carrera hermana judicial, letrados y funcionarios», garantizando «contacto permanente y puertas abiertas».

También anunció que desarrollará un Código Ético que deberán cumplir los más de 60 fiscales que trabajan en la Región, en el que prohibirá la aceptación de regalos o dádivas». Otro de sus proyectos es crear un servicio dentro de la Fiscalía para el contacto con los medios de comunicación, designando un portavoz de la Fiscalía.

El TSJ exige más medios

Arropó asimismo a Manzanera el presidente del TSJ, Miguel Pasqual del Riquelme, que fue compañero de oposición del fiscal superior. Del Riquelme aprovechó la presencia de Maza para reivindicar más medios materiales y humanos para la Administración de Justicia en la Región, y ofreció al fiscal superior la máxima colaboración de la Judicatura «en el servicio a los ciudadanos».