La reina Isabel II de Borbón subió el 24 de octubre de 1862 a un vagón de tren en Cartagena, donde había permanecido dos días hospedada en el Palacio de la Capitanía General, para desplazarse hasta Murcia, en lo que supuso el primer viaje en la línea ferroviaria Cartagena-Madrid. Según los cronistas de la época, la monarca subió al tren en una estación improvisada en la ciudad portuaria y su trayecto hacia Murcia no tuvo que ser demasiado cómodo, pues «las obras de la vía férrea se hallaban bastante lejanas a su conclusión», según señalaba el cronista real Fernando Cos-Gayón, pues la empresa que realizó las obras tuvo que trabajar deprisa y corriendo para que la reina, y de aquella manera, pudiera desplazarse de Cartagena a Murcia para cursar visita real a las dos ciudades más importantes de la que hoy es la Región. No obstante, la fecha oficial de la inauguración de la línea Madrid-Cartagena no tuvo lugar hasta unos meses después, cuando el 1 de febrero de 1963 salió el primer tren con pasajeros y mercancías de la capital de España hacia el sureste.

Por tanto, ya comenzaba con mal pie la historia de la Región de Murcia con el ferrocarril, el medio de transporte que revolucionó la sociedad europea a mediados del siglo XIX. Desde entonces, Murcia no ha dejado de estar nunca en el vagón de cola en lo que a las estructuras se refiere. Y es que no piense el lector que la situación ha variado mucho desde los tiempos de Isabel II hasta ahora. El recorrido de la línea Madrid-Cartagena sigue siendo el mismo que inauguró la única mujer de la dinastía Borbón que ha reinado en España. «Lógicamente, las vías no son las mismas, pues las que estaban en tiempos de Isabel II ya habían quedado inservibles por el paso de tiempo, pero tampoco se ha producido una modernización del ferrocarril. Si la velocidad que entonces alcanzaban los trenes era de unos 120 kilómetros por hora, siglo y medio después será de 160. Ir a la capital de España ha sido siempre una odisea para los habitantes de la Región de Murcia», afirma Nicolás Vicente, quien fue secretario general de la Federación de Transportes del sindicato UGT en la Región de Murcia.

Esta línea, hoy en pleno siglo XXI, continúa sin estar electrificada, «con unos vagones que tienen más de 35 años, que ya tendrían que estar apartados», considera Nicolás Vicente. Las obras de la variante de Camarillas, que permitiría reducir el tiempo del viaje al alejarse del pantano que hay en la zona y eliminar una curva, a la altura de Calasparra, que reduce la velocidad de los trenes, parece que se encauzan ahora, pero han sufrido un retraso inadmisible, ya que el proyecto ya estaba en los cajones del Ministerio encargado de la obra pública (con los respectivos nombres que ha tenido a lo largo de la historia) desde los tiempos de Franco.

Para el sindicalista Nicolás Vicente, el futuro no pinta demasiado bien para la Región de Murcia, la eterna olvidada en infraestructuras ferroviarias. «Nos hemos conformado con apenas 16 kilómetros de AVE, de Beniel a Murcia, con los conocidos problemas que hay para el soterramiento a su entrada a la ciudad, y los políticos murcianos lo venden como un éxito. ¿De qué tenemos que orgullecernos? En mi opinión, ha habido una gestión nefasta con el AVE, sobre todo por parte del expresidente Valcárcel, que no tuvo que aceptar bajo ningún el acuerdo de 2001 con Álvarez-Cascos. No tiene sentido la forma en la que la Alta Velocidad llega a la Región de Murcia», añade el exdirigente de UGT, quien hubiera apostado por la entrada por Cieza «e incluso por Caudete». Y es que Murcia ha pagado la escasa presencia de ministros murcianos en Madrid a la hora de desarrollarse. De hecho, si en tiempos de Isabel II el ferrocarril llegó a estas tierras, fue por la presión que el entonces ministro de Fomento, el marqués de Corvera, y otros políticos murcianos en Madrid realizaron sobre la reina.