Hay historias de amor que duran toda la vida y que se recuerdan porque rompen todos los esquemas de la sociedad. En la España más profunda de los años 20, en las fiestas de Miguelturra (Castilla-La Mancha), se conocieron Guillerma y Crescencio mediante unos amigos.

Sus hijos cuentan el momento y lo recuerdan como si todos ellos hubiesen estado presentes. Dicen que su madre lo vio a lo lejos, a través de la multitud, en la plaza de la iglesia y que le preguntó a su amiga quién era «ese chico de allí». Era un vecino del pueblo y su amiga, sin pensarlo, se lo presentó. Sus hijos aseguran que ambos decían que fue amor a primera vista, un flechazo. Pero, en cambio, lo que no sabían era que los lazos que los unían eran muchos más de los que pensaban.

Estuvieron varios meses mandándose cartas, y conociéndose mediante ellas, porque él estaba en Madrid estudiando y ella estaba en el pueblo. Pese a que se veían muy poco, la magia que en ese momento tenían las cartas hizo que se enamorasen cada vez más. Lo llevaron en secreto al principio pero, un día, en la boda de un familiar, se dieron cuenta de que no solo eran novios, sino que también eran primos hermanos. No se habían enterado hasta entonces debido a la enemistad que había entre sus respectivos padres.

A pesar de esto, decidieron continuar y casarse aunque la controversia y las disputas entre la familia crecían: la madre de él no la aprobaba, decía que ella era «muy orgullosa» y, todos los problemas que pudieron venir fueron por ella; todo lo contrario al apoyo que los padres de ella le daban a la pareja. Por esos tiempos, la consanguinidad no solo estaba mal vista, sino que, para poder casarse, requerían de la aprobación del papa. El destino estuvo de su parte y, un mes después, contrajeron matrimonio.

Decidieron continuar su camino en Lorca junto con sus tres hijos hasta sus últimos días. Fueron 50 años de vida en común que demuestran, una vez más, que para el amor no hay barreras. Ellos no están pero sus tres hijos recuerdan su historia y la cuentan con nostalgia, con amor. Ni la distancia, ni la sociedad ni la polémica supuso un obstáculo para ellos.

La de Crecencio y Guillermina es una de las tres historias de amor que te contamos. Aquí puedes leer la de García y Pepita y la de García y PepitaAlmudena y Germán