El fallecimiento de Lucía, la niña de 13 años de Aljucer (Murcia) que se quitó la vida tras ser objeto de acoso escolar, ha sido el detonante que ha movido a estudiantes de Educación, Trabajo Social y Derecho a hacer un alto en el camino y volver la mirada hacia la realidad social del acoso escolar.

La idea ha partido de la que fuera delegada de la Facultad de Educación durante los tres últimos años, Natividad Mus, que, junto con otros compañeros, ha constatado la ausencia de herramientas en la carrera para trabajar de lleno en la prevención, pero sobre todo en los casos en los que ya es un hecho claro, con atajos y soluciones para familias, profesionales y personas interesadas.

El Salón de Grado de la facultad fue ayer el escenario de una primera reunión en la que participaron una veintena de alumnos interesados y acabó con la creación de un grupo de trabajo que buscará apoyos dentro y fuera de la comunidad universitaria para que «cuando tengamos que enfrentarnos a un caso en las escuelas sepamos cómo hacerlo», señaló Natividad. «Es muy importante que los futuros docentes estén concienciados de este problema».

Natividad sabe de lo que habla porque su hija ha sido objeto de 'bullying', como también lo ha sido Jorge, otro de los alumnos del grupo, durante los años finales de Primaria y parte de Secundaria.

«Por lo que yo veo hay una gran falta de formación entre los profesores y como no sé cómo enfrentarme al problema, digo que 'son cosas de niños' y no le doy más importancia; pero no es así», comentó durante el turno de intervenciones.

También Beatriz, otra estudiante, compartió su historia como niña acosada desde Primaria. «Llega un momento que culpas a todo el mundo y no sólo a tus compañeros; también al colegio e incluso a tu familia», porque no hace nada por frenarlo.

'Acoso Escolar desde una prevención realista y de acción inmediata', es la denominación de este grupo de trabajo, que tendrá que intentar definir a partir de ahora cómo se concreta la idea general.

Ayer se habló un curso de formación; de jornadas más breves y continuas; de hacerlo sólo para estudiantes; de seminarios obligatorios; de darle mayor cobertura y que pudiera llegar a los padres y a los docentes ya en activo; de presentar el proyecto al decanato de la facultad de Educación e incluso de trasladarlo al Rectorado para hacerlo más generalizado y que pudiera llegar a otras facultades, «porque estudiantes de otros grados pueden terminar dando clases».

Todo con el mismo objetivo: Que nadie llegue a un aula de Educación Infantil, Primaria y Secundaria sin saber cómo enfrentarse a un caso de acoso.

«Yo ya estoy en cuarto curso y aún no sé qué tendría que hacer si se me presenta un caso, ni tengo herramientas ni tampoco sé a dónde dirigirme para formarme», insistió Jorge.

Ainhoa, estudiante de Criminología y que forma parte del Consejo de Estudiantes, dejó claro que «un niño que es víctima de acoso sigue unos patrones de conducta concretos, por lo que es fácil de detectar», si se está pendiente. Avisos de los que también, dijo, pueden darse cuenta los padres. «Pero para ello se tiene que tener conciencia de que puede existir ese problema».

«Lucía se ha ido porque ha fallado el sistema y todo lo demás; yo no veo que desde la Administración se haga nada, por lo que también sería necesario que la Consejería se involucrara en esto», apuntó Natividad, quien mostró una carpeta llena de expedientes de casos de abuso escolar que le han llegado a ella y que han sido denunciados en Comisaría. «Hay desde lesiones a autolesiones y niños atendidos por ataques de ansiedad...», concluyó.