No ha sido una decisión fácil de tomar porque estos terrenos se han mantenido en la familia desde hace ocho generaciones, según el hijo del actual propietario, David Hernández, quien recuerda cómo su abuelo le relataba historias de fatigas económicas «pero sin que nunca asomara la palabra venta en su mente», en relación a estas tierras. «Tenemos escrituras que se remontan a los años 1400 y 1500».

Y con esa misma mentalidad ha mantenido su padre, Emilio, los terrenos del 'techo de la Región', en el que se asientan los picos más altos, Revolcadores y del Obispo, esas cumbres a las que todos los murcianos miran cuando la meteorología trae los primeros copos de nieve de la temporada. «Ya no podemos disfrutar como antes de estas tierras, nos sentimos expropiados de hecho, aunque no de derecho, por lo que hemos pensado que ha llegado el momento de hacer un cambio», explica David.

La gota que ha colmado el vaso de su paciencia han sido los enfrentamientos que a menudo tienen con visitantes, «que no cuidan el monte como deben y que si les recriminas algo, encima se te encaran; mi padre se ha llevado ya muchos disgustos», comenta el joven.

Además, en estas fincas la Administración regional ha construido un camino para realizar varias rutas de senderismo, que ha sido muy promocionado «y que produce verdaderas invasiones de personas; no es justo que se promocione la visita a una propiedad privada».

La familia tiene autorizado un coto cinegético privado, conocido como El Moralejo, «único aprovechamiento que tienen estos terrenos»; pero es una actividad que se puede desarrollar con mucha dificultad: «Muchos cazadores, ante tanto visitante, ven imposible cazar por lo que nos reclaman la devolución de las cuotas».

La familia Hernández deja claro que en su propuesta no hay dinero de por medio: «No lo queremos; no hemos pensado en ningún momento en esta operación como una transacción económica a cambio de estas parcelas», puntualiza David.

Su petición acaba de ser formalizada, y en la negociación con la Comunidad Autónoma se han puesto sobre la mesa tres fincas, que en conjunto tienen una extensión de 306 hectáreas -en el catastro constan solo 250 hectáreas-.

Por su parte, los terrenos que la Administración regional aportaría ocupan 251 hectáreas y se ubican en la sierra de enfrente, la conocida como Cuerda de la Gitana, que también serían tres parcelas, y en Puerto Hondo, una única finca.

«La Administración tiene estos terrenos aislados, ya que colindan con otras parcelas nuestras, por lo que consideramos que sería una permuta justa», insiste David Hernández.

La familia ha decidido buscar aliados, por lo que también ha remitido su propuesta al Ayuntamiento de Moratalla, explicando su iniciativa. «Creemos que pueden apoyarnos porque si se produce al final la permuta el Ayuntamiento también podría verse beneficiado si hay una especial promoción turística», apunta.

«Es una propuesta interesante»

Le corresponde a la Dirección General de Desarrollo Rural y Forestal tomar una decisión sobre esta propuesta, que, por otra parte, no es inusual, teniendo en cuenta que la mayor cantidad de terrenos forestales de la Región está en manos privadas. El titular de este departamento, Federico García, califica de «interesante» la propuesta de esta familia, si bien puntualiza que «habrá que estudiarla detenidamente».

De hecho, una vez formalizada la petición, debe realizarse un informe técnico, en el que, entre otras cuestiones se tienen en cuenta los valores ambientales de los terrenos y se cotejan los títulos de propiedad con el catastro; se estudian las lindes, etc. «Hay que ser muy cautos, y también analizar todo el proceso desde el punto de vista jurídico antes de tomar una decisión», concluye.

Rubén Vives, portavoz de Ecologistas en Acción, apunta que «a priori» este tipo de permutas no son perjudiciales, «pero sí tienen muchos condicionantes».

El ecologista explica que los propietarios suelen caer en el error de pensar que les corresponde la misma extensión de terreno que el que ofrecen, cuando, por Ley, la transacción es 3 a 1: «Tú les das 3 y ellos te devuelven 1, cuando no menos», subraya. Además, las cifras tienen que cuadrar totalmente, es decir, que los títulos de propiedad deben recoger la misma extensión que lo que aparece en el catastro.

«No va a ser fácil y en todo el proceso pueden pasar varios años, por lo que se van a tener que armar de paciencia, según mi experiencia», advierte.