Tener un banco de cerebros es un hito y más lo es ser el cuarto de España. Este espacio, que acoge el hospital universitario Virgen de la Arrixaca de Murcia, hace casi diez años, ha logrado además ser de los pocos de España y del mundo que tiene tejido cerebral de niños.

«Los neuropediatras de este hospital son muy buenos y han logrado que en casos de enfermedades raras los padres donen los cerebros de sus hijos, y eso es muy importante», comenta la doctora Carmen Antúnez, neuróloga y directora de la Unidad de Demencias del hospital.

En España hay bancos de cerebros en Madrid, Navarra, dos en Barcelona, y otro en el País Vasco que depende de la universidad y que se centra en la investigación de enfermedades psiquiátricas. El de la Región está focalizado en las enfermedades neurológicas en general, y nace con la idea de diagnosticar de manera definitiva este tipo de patologías con el estudio postmortem del cerebro.

El murciano es el único que hay en todo el Sur de la Península y en el Levante, y recibe donaciones de la Comunidad Valenciana, y de las provincias andaluzas de Almería y Granada, las más cercanas a la Región. Actualmente guarda en sus frigoríficos y estanterías muestras de 197 cerebros, diez de los cuales son de niños.

«Haber logrado una herramienta de este tipo con los problemas de investigación que hay en este país es como poner una pica en Flandes y más aún en Murcia», apunta la doctora.

En el Banco de Cerebros trabajan dos técnicos y una tercera persona que completa los turnos que permiten que esté abierto las 24 horas de los 365 días del año.

«No hay ni un solo minuto en los que no esté operativo y por eso funciona tan bien», apunta Antúnez. «Si uno tiene una donación a la 1 de la madrugada y en lugar de extraer lo antes posible el órgano se guarda en el frigorífico el cadáver, a la mañana siguiente ese cerebro ya no sirve igual».

Hay un margen y Murcia tiene el tiempo más corto de España entre el fallecimiento y la extracción del órgano.

No hay limitaciones sobre los donantes, ya que sirven todos los cerebros, tanto los de hombres como de mujeres, sanos o enfermos y tengan la edad que tengan.

El Banco está ubicado físicamente en la unidad de Anatomía Patológica y su gestión está en manos de dos técnicos: Victoria Martínez -que lleva desde el principio- y Pilar Vicente. Ellas se encargan de organizar la donación, preparar los cerebros, seleccionar las muestras de los tejidos cuando se las reclaman y organizar los envíos de las mismas.

Explican que desde hace dos años está vinculado al Biobanco de Murcia, al que aportan tejidos, muestras de sangre y líquido encefaloraquídeo -que tiene un gran valor en las investigaciones-.

«Hemos comprobado que cada vez hay más donaciones porque ha cambiado mucho la mentalidad de la gente, y ya no sólo hay de enfermos o familiares, sino también de personas que no tiene relación con estas patologías», explica Victoria.

Una vez extraído el cerebro y conservado, su vida útil es infinita. «Cuando tenemos el órgano lo cortamos en dos y la parte derecha se congela a -80ºC para usarla luego en investigación; la izquierda se conserva en formol para realizar el diagnóstico», comenta Pilar, puntualizando que como es la parte menos dañada la que se congela, es muy importante acertar en el diagnóstico.

En cada uno de los expedientes, además de los datos del donante, se refleja el tiempo postmortem del órgano, cuya extracción debe hacerse «cuanto antes, mejor».

Debido a las condiciones de la sala de autopsias del hospital, y por cuestiones de bioseguridad, en la misma no pueden realizarse extracciones en casos en los que la enfermedad tenga dos o menos años. «No podemos hacerlo porque hay peligro de enfermedad priónica», explica Victoria.

Una enfermedad priónica es un proceso neurodegenerativo producido por el metabolismo aberrante de una proteína priónica, que afecta a seres humanos y animales durante un período de incubación prolongado, con carácter transmisible y evolución clínica fatal.

Al recibir al donante, es el patólogo el que se encarga de la parte diagnóstica del cerebro una vez que se ha extirpado. En este caso, es el doctor David López Motos. «Nosotras nos encargamos de procesar el tejido; fotografiamos el cerebro en fresco y separamos ambos hemisferios», explica Victoria.

El tronco del cerebelo se queda en la parte derecha, que también se divide en la parte anterior y posterior; que luego se trocean en partes de un centímetro de grosor.

El siguiente paso es hacer un pequeño tallado de muestras en fresco.

Son las zonas del hipocampo, la glándula pineal, el cerebelo, la piel, el plexo coroideo el bulbo olfatorio y la hipófisis, las partes más demandadas para investigación.

El cerebro de un hombre sano suele pesar 1,4 kilos mientras que el que sufre demencias ronda los 900 gramos. En el caso de la mujer, el sano pesa 1,2 kilos, y medio menos si ha sufrido una enfermedad neurodegenerativa.

«De aquí salen muestras para toda Europa, siempre que la investigación cumpla los requisitos necesarios», concluyen.