¿Cómo se puede detectar el acoso escolar?

Una de las dificultades que tenemos para detectar el acoso escolar es que, a veces, es visible entre los iguales, pero invisible para los adultos, para los padres y profesores. En casa, los padres pueden detectar indicadores como lo que se llama 'síndrome de domingo por la noche', si están excesivamente inquietos la noche antes del lunes por la mañana después de un fin de semana tranquilos. También si evitan hablar en casa del entorno escolar puede ser un indicador de que algo está pasando. Ha que tener en cuenta que para un chico que está sufriendo acoso escolar es muy complicado reconocer el problema, porque por un lado se sienten culpables, porque piensan que se meten con ellos por cómo son, y por otro supone un fracaso, porque se consideran incapaces de defenderse. Tampoco es fácil para los profesores, porque los agresores suelen actuar de forma no visible a los adultos. Por eso hay que estar siempre en alerta, tener una vigilancia activa, que es mucho más fácil de llevar a cabo en Primaria, pues en Secundaria suelen ser varios profesores los que imparten las asignaturas.

¿Por qué se producen tantos casos en los últimos tiempos de acoso en las aulas? ¿Hay más maldad ahora que antes? Si es así, ¿a qué se debe?

Todos los psicólogos y expertos en este problema nos hacemos esta pregunta. No creo que haya en estos tiempos más acoso en las aulas que antes, lo que ocurre es que el problema se visualiza mucho más. Eso es muy importante, como ha ocurrido en el caso de la violencia de género. Pero acoso ha habido siempre, y hay muchos testimonios de personas mayores que relatan ahora el calvario que sufrieron cuando eran alumnos.

¿Cuál es el perfil de las víctimas y cuál el de los acosadores?

Cualquiera puede ser víctima de una situación de acoso escolar. No hay un perfil claro. Además, los propios expertos no son partidarios de definir tipologías de víctimas, porque en cierto modo es una manera de responsabilizarlas a ellas del acoso en la propia víctima. Sí se puede decir que las víctimas suelen ser personas que se encuentran aisladas en su entorno social. Por eso, una vacuna contra el acoso pasa por fomentar las relaciones sociales. Es más difícil acosar a alguien que tiene amigos y entorno de protección. Respecto a los agresores, suelen ser personas muy impulsivas, con escasas capacidades de comunicación y mucha falta de empatía. Una persona que es capaz de ponerse en la piel del otro y piensa en lo que siente cuando sufre el acoso, no lo vuelve a hacer. El entorno también es clave. Nosotros somos lo que vemos y percibimos en nuestro ámbito más cercano. Si crecemos en un entorno hostil y agresivo, tendemos a repetir estas conductas.

¿Qué trabajo están haciendo ustedes en los centros educativos de la Región para mejorar la convivencia y acabar con estas situaciones de acoso?

Nosotros tratamos de fomentar el desarrollo de la inteligencia emocional, intentando mejorar la autoestima de los alumnos, así como su capacidad comunicativa, la capacidad de empatizar, como le he comentado antes. Este mes se va a poner en marcha otro programa, que se llamará 'Cuenta conmigo', y en el que participa José Antonio Ruiz, del departamento de Psicología de la Universidad de Murcia. En este proyecto se hará incidencia en varios factores para desarticular estas cuestiones de violencia escolar. Habrá formación para los profesores y sesiones de trabajo con alumnos, con la finalidad de trabajar con la clase y crear un buen clima emocional. No te metes con una persona a la que conoces y valoras.

¿En quiénes hay que incidir más? ¿Alumnos, profesores o padres?

En todos por igual. Esto es una silla y, si alguna de las patas falla, pierde el equilibrio y cae al suelo. A los padres hay que calmarlos, tranquilizarlos, que sepan que el centro pondrá en marcha medidas de protección si sus hijos sufren una situación de estas. A los docentes hay que formarlos para que sean capaces de detectar cualquier problema. Y a los alumnos hay que enseñarles a convivir desde pequeñitos, a relacionarse y resolver los conflictos emocionales.