«Año bisiesto, la cosecha en un cesto». El presidente de Coag, Miguel Padilla, recurría ayer a este refrán para resumir el balance del año que termina, marcado por la sequía, las heladas de febrero y las inundaciones de diciembre, que han causado graves daños en la Región y, especialmente, en el Campo de Cartagena y en la costa. La lechuga y el bróculi serán las hortalizas más perjudicadas por las intensas lluvias registradas entre los días 17 y 19, aunque también sufrirán importantes pérdidas la alcachofa y los cítricos, según las estimaciones de Padilla.

El máximo responsable de Coag en la Región avanzó que, a pesar de las lluvias que llegaron a superar los 200 litros por metro cuadrado en el Campo de Cartagena y alcanzaron los 227 en San Javier, los pantanos de cabecera apenas han recibido aportaciones, dado que el temporal descargó con más intensidad en la costa. La paradoja es que «en dos o tres meses volveremos a una situación de sequía», advertía. Añadió que, mientras tanto, sigue corriendo el calendario establecido en el Memorándum del Tajo para acercar las reservas mínimas disponibles para los desembalses al Segura a los 400 hectómetros cúbicos, tal y como establece la reforma legal que regula el Trasvase. «El 1 de enero estará en 368 hectómetros cúbicos y en 2018 llegaremos a los 400», recordó.

Miguel Padilla dijo que el año que termina además de ser bisiesto, ha sido un ejercicio «raro», que arrancó marcado por la sequía, «con cuatro meses seguidos sin que llegara agua del Trasvase». La situación se agravó con las heladas del mes de febrero, que causó estragos en la producción de fruta temprana.

En primavera se produjo la crisis originada en el Campo de Cartagena por el sellado de las tuberías utilizadas para evacuar a la rambla del Albujón los vertidos de salmuera que generan las plantas desalobradoras, lo que supuso el cierre de los pozos de riego.

Como colofón, las lluvias que arrasaron las cosechas hace un par de semanas han destruido gran parte de las hortalizas. Padilla explicó que las plantas de lechuga que han quedado sumergidas están llenas de tierra y no pueden salir al mercado, aunque hayan sobrevivido, mientras que los daños sufridos el bróculi todavía no han acabado de dar la cara, dado que las plagas causadas por los hongos se van haciendo visibles a medida que pasan los días.

También la alcachofa ha quedado expuesta a una enfermedad que origina manchas negras en las hojas externas e impide sacarla al mercado para la venta, aunque esta planta es capaz de regenerarse y seguir produciendo después nuevas remesas de hortalizas limpias.

Los daños en los cítricos se han producido por la caída de los frutos al suelo.

En el viñedo, que no se ha visto castigado por el temporal, las heladas y la sequía han reducido la producción un 30%, según los cálculos de Padilla.

También la cosecha de almendra se ha reducido en torno al 40%, mientras que en el olivar el descenso llega al 70 o el 75%. Las mayores pérdidas se han registrado en el cereal de secano, dado que «el 90% no nació».

Miguel Padilla estimó que la uva de mesa se ha salvado de los estragos del temporal, «porque quedaba muy poca». Alertó a los consumidores de que si se encuentran precios altos en el mercado, deben tener presente que «no van al bolsillo de los agricultores».

Su impresión es que aún no es posible hacer un balance real de los daños que el temporal ha causado en las cosechas, a pesar de los balances que están dando la Comunidad y los ayuntamientos, que se quedan cortos.

Advirtió de que la mayor parte de los agricultores no van a poder recuperar las pérdidas, dado que las producciones que pueden ser aseguradas «no son indemnizables», pero solo una mínima parte de los agricultores tiene pólizas suscritas, dado que resultan caras y la cobertura es escasa.

En contrapartida, las lluvias han revivido el secano y recargado los acuíferos, permitiendo «la recuperación de manantiales que han desaparecido hace tiempo».

Padilla recordó también la crisis que atraviesa la apicultura regional, que calificó de «catastrófica, dado que las abejas están desapareciendo. Si no hay vegetación, no hay flores y no hay buena producción, lo que ha permitido la entrada del mercado chino», explicó.

La situación de la ganadería se ve sometida a continuos cambios del mercado, aunque el presidente de Coag explicó que el sector del porcino ha conseguido superar una situación dramática, que «hizo temer por la desaparición de las explotaciones independientes. Sin embargo, hubo una recuperación de precios y se han compensado las pérdidas».

Las ventas de carne de ovino y vacuno siguen encontrando un bajo consumo en el mercado nacional, lo que obliga a la ganadería a depender de las exportaciones. Como los principales clientes son los países del norte de África, Padilla alertó de que «si un día falla este mercado, debido a la inestabilidad de la zona», las consecuencias serían graves.

También la leche de cabra está sometida a «continuos vaivenes», que mantienen la inestabilidad.

El dato positivo del balance anual es «la incorporación de 40o jóvenes a la agricultura. Que se incorporen jóvenes al sector es revitalizante», dijo Padilla.