Emilio Valencia Concha (Torralba de Calatrava, Ciudad Real, 1966) ha sustituido a Jesús López en la dirección territorial de Cajamar en la Región. Valencia es licenciado en Derecho por la UNED, técnico especialista en Informática y graduado del máster en Dirección de Marketing y Gestión Comercial-ESIC. Pese a ser manchego de nacimiento, llegó a la Región en 1990 como empleado del Banco Popular y se considera tan murciano que asegura tener dos trajes de huertano, uno corriente y «el de terciopelo», que se pone en las grandes ocasiones. Aunque en los últimos años ha ocupado distintos cargos en la entidad cooperativa fuera de la Región y ha tenido que vivir en Madrid y en la Comunidad Valenciana, cuenta que ha seguido teniendo casa en Murcia para volver en las vacaciones y en algunas celebraciones muy especiales, como el Bando de Huerta, por el que mantiene un gran apego, hasta el punto de que, estuviera donde estuviera, siempre se tomaba unos días libres para no perderse la celebración. «El Bando para mí es muy especial», confiesa

Por eso, durante las Fiestas de Primavera le gusta invitar a amigos de fuera para compartir con ellos una celebración que considera única. Sus dotes de anfitrión le llevan incluso a prestarles sus trajes de huertano a los invitados en su empeño por facilitarles al máximo su integración en las tradiciones locales. Su celo le costado quedarse sin alguna de las prendas prestadas en alguna ocasión, que repone sin mayor problema dando por buen empleada la pérdida.

De la gastronomía murciana no solo le gusta «el zarangollo y los paparajotes», sino también «los michirones y el café de olla».

«Me compré la casa porque pensaba que iba a tener estabilidad y una proyección en Murcia. Luego surgió la opción de irme a trabajar a otras regiones, pero he seguido manteniendo el contacto con muchos amigos y compañeros de aquí», explica.

Incluso cree que su apego a la ciudad ha influido en la decisión del consejo rector de Cajamar a la hora de tomar la decisión de volver a destinarlo a Murcia «después del periplo» por Madrid y por la Comunidad Valenciana.

«Mi corazón es de Murcia», asegura, pese a su origen manchego, dado que llegó a la Región muy joven y ha ido asimilando las costumbres y las tradiciones locales. Entre ellas no falta la Romería de la Fuensanta. Emilio Valencia reconoce que incluso ha subido alguna vez al monte a pie, «aunque eso no lo hago todos los años».

Su apego le ha llevado a trabar lazos casi familiares, dado que tiene dos ahijados, de los que se siente «muy orgulloso».

Es aficionado al senderismo y le gusta moverse «por caminos inhóspitos» en busca de nuevos paisajes que le sorprendan. También le gusta el cine, el teatro y la lectura.

Aunque estudió Informática en su juventud y después hizo Derecho, no ha llegado a ejercer ninguna de estas profesiones. Antes de llegar a Murcia estuvo cuatro años en Cieza, lo que le dio la oportunidad de relacionarse con la agricultura y de conocer los problemas de las empresas dedicadas a este sector, además de vivir una experiencia personal que no ha olvidado. Después se marchó a Águilas, de la que guarda también un recuerdo especial.

En el año 2002 inició su carrera profesional en Cajamar como director de oficina en Murcia. Más tarde pasó a desempeñar las funciones de gerente de la Banca de Empresas, gerente de Riesgos y director de Zona en la Región de Murcia.

En 2012, coincidiendo con las fusiones de Ruralcaja y de la Caja Rural San Isidro de Castellón, y la consiguiente reordenación de la red comercial resultante de estas integraciones, asumió la dirección de zona en Castellón.

Posteriormente, fue nombrado director territorial Centro y, más recientemente, director territorial en Valencia y Castellón, responsabilidad que ha venido desempeñando hasta que ha regresado a Murcia para asumir la dirección territorial de Cajamar.

Considera que la Región ha tenido un gran protagonismo en la expansión de la antigua Caja Rural de Almería que ha sido el germen del actual grupo cooperativo, cuyas raíces parten además de algunas de las entidades centenarias surgidas en distintos municipios murcianos.

Recuerda que estas pequeñas cajas surgieron con una clara vocación de servir como herramienta financiera para el desarrollo de la agricultura, a la que siempre ha permanecido fiel.

«No estamos en el sector agrario porque sea un negocio alternativo a otros que han entrado en crisis», deja claro, al tiempo que destaca precisamente que la fidelidad de la cooperativa al campo le ha permitido sortear la recesión y seguir creciendo en los tiempos de vacas flacas.

A su juicio, «Murcia es una región emprendedora y dinámica», que cuenta con grandes empresas de ámbito nacional e internacional.

Entre sus objetivos al frente de la dirección territorial figura la diversificación de servicios a las pequeñas y medianas empresas para acompañarlas en su desarrollo.