Antonio Barceló Sánchez, de Beniaján, ha sido el ganador del Premio al Solidario Anónimo 2016, galardón, que conceden la Facultad de Trabajo Social de la Universidad de Murcia y la Plataforma del Voluntariado de la Región para reconocer la actividad solidaria, humanitaria y desinteresada realizada de forma habitual. La entrega del galardón tendrá lugar el próximo 16 de diciembre en el Hemiciclo de Letras de la UMU.

¿Qué supone para usted recibir esta distinción de Solidario Anónimo 2016?

Si le soy sincero, no esperaba recibirla. Sabía que me habían propuesto, pero pensaba que no me iba a tocar, porque quizás hay gente en la Región que lo merece más que yo. Es una sorpresa que me lo hayan concedido. Un premio nunca viene mal, pero no soy yo una persona muy dada a recibir halagos. Prefiero trabajar desde el anonimato.

¿De dónde viene su vocación solidaria?

Siempre la he tenido. Siempre me ha gustado ayudar y hacer las cosas bien hechas para los demás, como tiene que ser para convivir. Siempre tenemos que ayudarnos los unos a los otros. Siempre que haces algo bueno, te ves compensado. Cuando hice la mili, había un compañero que me pedía que le leyera las cartas de su novia y le ayudaba a responderle. Yo lo que hice fue enseñarle a leer y escribir. La voz se corrió en las respectivas compañías y al final acabé montando una especie de escuela, con varios alumnos. Era conocido como 'Barceló el Maestro'. Esa gente que aprendió a leer y a escribir conmigo en la mili seguro que no me olvidará nunca. Esa es la satisfacción que uno tiene cuando ayuda a los demás. Además, cuando haces cualquier cuestión beneficiosa por los demás, siempre está el efecto boomerang. Si tú das un poco, ellos te devuelven más. El voluntariado es importante para querernos los unos a los otros y vivir en paz.

Luego, a raíz de su jubilación, intensificó su actividad de voluntariado...

Sí, porque tenía que ocupar mi tiempo. Me apunté a los cursos que más me agradaban en la Escuela Popular, a pintura y a fotografía. También estuve en el Centro de Mayores, donde, en colaboración con Remigio Tormo, preparé una Escuela de Pintura para que acudieran las mujeres, que sigue funcionando. Ahora recientemente he preparado, con otros trece amigos, una Historia de Beniaján, que estamos presentando en colegios e institutos.

¿Qué les aporta la pintura a estas mujeres?

Nos aporta mucho a todos, a hombres y mujeres, a jóvenes y a mayores. Es una maravilla. Siempre admiraba la capacidad de los artistas de plasmar en un lienzo las cosas que ven. Con la escuela, muchos vemos cómo, con mayor o menor acierto, somos capaces de hacerlo. A mí me encantan las acuarelas de Zacarías Cerezo.