Desde ayer ya es miembro de la Academia de Ciencias de la Región por su contribución a la microelectrónica y la nanotecnología. Con un curriculum que no cabe en este espacio, el catedrático de Electrónica de la Universidad Autónoma de Barcelona y presidente por segunda vez del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), defiende la calidad de la investigación en España.

¿Goza de buena salud la investigación en España?

En España hacemos muy buena investigación a pesar de los problemas de los últimos 6-7 años. Lo que necesitamos es más atenciónen forma de recursos económicos, humanos y de capacidad para gestionarlos. Una gestión eficiente en un marco más flexible nos daría más juego. Desde 2012 estamos subiendo, aunque de forma suave. Y me gustaría que siguiera así de manera estable y sostenida. En definitiva, lo que tenemos es bueno, pero debemos tener más recursos económicos, por encima del 1,22% del PIB previsto hasta llegar al 2% en el 2020.

Habla de más flexibilidad, ¿Está la investigación encorsetada, demasiado burocratizada?

La estructura actual no le va bien a la investigación. La figura de Agencia Estatal nos encorseta; necesitamos más flexibilidad de gestión. No pedimos nada raro. En Europa , los organismos de investigación tienen esas facilidades y son nuestros competidores. Y competimos con una, e incluso las dos manos atados a la espalda a pesar de que lo hacemos bien, pues somos el tercer organismo de investigación de la UE por detrás del alemán y el francés. Y ellos tienen 22.000 y 30.000 personas, frente a los 6.000 nuestros. Llevamos nueve años intentando lograr ese nuevo plan de gestión.

¿Por qué esas reticencias?

Porque les es muy difícil admitir que una parte de los funcionariod se salga de las normas, pese a la singularidad de lo que hacemos. De hecho, somos los únicos funcionarios que tienen que buscarse el dinero para trabajar. Porque el Estado solo paga los sueldos y una parte del gasto corriente. Por esto, cuando tenemos un proyecto tenemos que salir fuera para buscar recursos y competir con nuestros colegas europeos; que por otra parte, es un sistema sano y se nos está dando bastante bien.

Se habla mucho del éxodo de investigadores. ¿Nos va a pasar factura en un futuro inmediato?

En el Consejo tenemos 3.000 investigadores fijos y otros tantos contratados. De los fijos se han ido muy poca gente, pero no hemos logrado incorporar a gente nueva cuando ha habido bajas. Hemos convocado apenas una veintena de plazas cada año desde 2012, lo que es ridículo. Este año serán más de 200 y así me gustaría que siguiera más años y nos permitiría renovar y traer a nueva gente, ya sea nacional o extranjero. Por otra parte, yo soy partidario de que todo el mundo 'pelee' y salga fuera, pero también que tengan la posibilidad de volver.

Presidió el CSIC en 2003-2004 y volvió al cargo en 2012. ¿Qué etapa ha sido la más difícil?

Ésta, con diferencia. El Consejo estaba muy mal económicamente, era una situación muy angustiosa. En el verano de 2013 había un gran agujero negro. Pero logramos cerrarlo apretándonos el cinturón y con un crédito extraordinario. En enero del 2014, y tras 9 años, logramos abrir el ejercicio sin déficit. Y lo hemos mantenido.

Usted es experto en microtecnología y nanoelectrónica. ¿Dónde estamos y hacia dónde vamos?

Estamos en un momento curioso. La carrera por la disminución de las dimensiones que posibilita meter más electrónica en menos volumen tiene que parar porque está teniendo problemas de calentamiento. El muro de calor va a provocar el parón de la reducción de dimensiones. Ahora se investiga en paradigmas distintos a los conocidos, con infinidad de aplicaciones nuevas.

¿Por ejemplo?

La microtecnología tiene un futuro muy amplio si se abre a campos como la investigación agrícola o a la sanitaria. Por ejemplo, hemos hecho un chip en forma de aguja que en la punta tiene varios sensores que son capaces de decir si un órgano de trasplante está en buenas condiciones para ser utilizado o no.