Rosa Tous (Barcelona, 1966), que ayer intervino en un acto de la Asociación Murciana de la Empresa Familiar (Amefmur) explica que su empresa tiene 500 tiendas en más de 50 países y «está preparada para afrontar las situaciones que puedan producirse» ante cambios como el triunfo de Trump en EE UU.

¿Qué importancia tiene su familia en una empresa tan identificada con su propia marca?

Para nosotros ha sido vital. La empresa la fundaron mi abuelo y mi abuela en 1920, con un pequeño taller de joyería y relojería que se convirtió en tienda. Pero fueron mis padres quienes tuvieron ese sueño de hacer de Tous una marca de joyería en los años 80, como pioneros. Somos cuatro hermanas y las cuatro estamos, y creo que estaremos, muy vinculadas a la empresa, ya en pleno relevo generacional.

¿Qué les ha transmitido a las empresas murcianas?

La importancia de mantener la identidad de nuestra marca. Somos una empresa que tiene una marca adherida y nos movemos por el mundo con ella, desde nuestras raíces. Luego hay planes estratégicos, comerciales, un equipo muy potente y muy profesional, junto a esa parte que está ahí y que a veces hay que revisar, que viene de dentro.

¿Cómo han logrado que su marca se convierta en una joya?

Creo que es fruto de la casualidad, pero muy bien dirigida. Mi madre en los años 80 vio en Italia unos peluches y se preguntó ¿por qué no hacemos un oso en oro? Ella diseñó una pequeña colección de colgantes cuando solo teníamos una tienda. Entonces se recortaban uno a uno a mano y todos quedaban un poco diferentes. Mi madre siempre dice que un icono siempre lo hace la gente, no lo hace la marca, aunque puedas tener muchísimas estrategias y cuidarlo mucho todo, que es lo que hemos hecho, siendo muy consecuentes con nuestro oso, con nuestra fórmula y nuestra forma en todas sus aplicaciones y en la manera de verse representado. Hemos sido muy coherentes, y eso ha implicado que a quien le gusta le gusta y a quien no le gusta no le gusta, pero somos la marca del oso y somos la marca del oso. Y el oso representa una marca tierna, divertida y de espíritu joven. Esa ternura se ve muy bien reflejada y no hace falta traducirla. Se entiende en todos los idiomas.

Su madre estará asombrada del resultado de su idea.

Ella está muy orgullosa y muy contenta, pero también sorprendida. En aquel momento tuvimos claro que queríamos hacer crecer la marca, pero no se planteó como se plantearía ahora. Se hizo desde el esfuerzo, la ilusión, la pasión, metiendo muchas horas y cometiendo errores incluso, con ese perfil de visionarios que tuvieron mis padres. Ellos hacen un buen binomio, porque uno es la cabeza y el otro el corazón; hacen muy bien su papel. Mi madre aún tiene un pequeño equipo con el que hace piezas únicas, joyas con un diseño muy especial a partir de la nada, de un metal. Es algo que también podemos hacer. Después nuestras joyas pasan por seis manos. Tenemos nuestra propia fábrica en Sabadell con casi cien personas trabajando allí.

Las piedras preciosas han sido siempre un signo de poder.

A lo largo de toda la historia ha habido momentos en que solo llevaban gemas los reyes, la nobleza y el clero. Por suerte, ya no así. Las joyas se han democratizado. Nuestra especialización ha sido ese segmento del lujo asequible con joyas y materiales nobles para un público muy amplio.