Desde aquel 24 de junio de 1947 en que un piloto civil norteamericano, llamado Kenneth Arnold, afirmó haber visto nueve misteriosos objetos volando en las inmediaciones del Monte Rainnier, en el estado de Washington, describiendo su movimiento como «platos saltando sobre la superficie del agua», lo que se conoció primero como 'platillos volantes' y después como 'OVNIs' (Objetos Voladores No Identificados) ha despertado el interés de una inmensa parte de la población mundial y muy especialmente de los Gobiernos de todos los países.

Aunque en realidad siempre han estado presentes en la historia de la humanidad (como se puede comprobar en muchos de los textos sagrados de todas las culturas, en el trasfondo de muchos de los fenómenos milagrosos y místicos narrados por creyentes y en multitud de vestigios arqueológicos para los que los expertos no encuentran explicación), es tras la Segunda Guerra Mundial cuando, en el contexto de la Guerra Fría, empiezan a ser tomados en serio por las autoridades militares de todos los países, muy especialmente por los de las grandes potencias.

En Estados Unidos, entre 1947 y 1969, las Fuerzas Aéreas desarrollaron un estudio intensivo de la casuística de incidentes OVNI ocurrida tanto en territorio nacional como fuera de sus fronteras, siempre que estuviera implicado personal militar estadounidense (en España hay recogidos al menos once casos), en lo que se denominó Proyecto Libro Azul. El resultado de los trabajos fue el estudio de casi 13.000 casos de OVNIs, llegando a formular explicaciones para la mayoría de ellos; sin embargo, setecientos de esos expedientes tuvieron que ser clasificados como 'no resueltos' porque no fue posible encontrar explicaciones racionales para los mismos. Finalmente la USAF, basándose en las conclusiones de un informe elaborado en la Universidad de Colorado, acabó por cerrar el proyecto y archivar los expedientes. En la antigua URSS (siempre según declaraciones filtradas) también se realizó un estudio similar mediante la constitución de un gabinete de expertos, que investigó los incidentes ocurridos en aquella potencia durante décadas.

España, como el resto de países, no quedó ajeno a este interés por 'los no identificados'; de modo que en 1968 se decretó la clasificación de 'materia reservada' a toda la información militar que sobre OVNIs manejase el Gobierno, el Ejército y el resto de Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado. En 1991 comenzó la desclasificación de toda la información que hasta ese momento no era accesible. El Mando Operativo Aéreo del Ejército del Aire español (MOA) comenzó un proceso de estudio y puesta en disposición de los ciudadanos de aquellos expedientes secretos sobre OVNIs que obraban en sus archivos y que no comprometían la seguridad nacional. Precisamente en 1992, tuve la oportunidad de entrevistar para el programa El Último Peldaño de Onda Regional de Murcia, en primicia y exclusiva, al teniente coronel Ángel Bastida (fallecido en 2007), el oficial responsable del proceso de desclasificación de los expediente sobre OVNIs instruido por el Ejercito del Aire.

Ahora, el ministerio de Defensa, en una iniciativa de transparencia, ha puesto a disposición de los ciudadanos a través de la web de su Biblioteca Virtual, ochenta de esos expedientes que fueron desclasificados en su momento.

Al leer esos documentos podemos darnos cuenta de que muchos de los casos en ellos recogidos tienen una explicación lógica, y que pueden ser resueltos como observaciones de fenómenos naturales o artificiales que por desconocimiento o error han dado lugar a confusiones y finalmente a denuncias de fenómenos aéreos anómalos.

Desde 1991, el programa El Último Peldaño convoca durante el verano una multitudinaria operación de vigilancia del cielo denominada La Gran Noche de los OVNIs, cuyo objetivo es invitar a los oyentes a vigilar los cielos en una noche cualquiera para tener la ocasión de observar los fenómenos más habituales que se pueden encontrar en el firmamento nocturno (muchos de ellos origen de confusiones con OVNIs), y así aprender a distinguir lo explicable de aquello que pudiera ser verdaderamente anómalo. Este experimento, que desarrollamos ya desde hace más de veinticinco años, tiene su origen en las denominadas Alertas OVNI que desarrolló en primer lugar la desaparecida revista Mundo Desconocido en 1977 y popularizó dos años más tarde (trasladando el evento al medio radiofónico) el locutor de la cadena SER Antonio José Alés. En ambos eventos participamos activamente, colaborando en la organización de los efectivos en la Región de Murcia.

A lo largo de todos estos años de experiencia en observación hemos desarrollado una especie de 'guía de observación' que solemos trasladar a los oyentes y a los colaboradores para que les ayude a distinguir «lo que puede ser y lo que no es» misterioso cuando estamos ante un fenómeno aéreo que nos pueda llamar la atención y cuyo origen desconocemos; una herramienta inspirada en los trabajos de un gran investigador ya desaparecido, el ingeniero Alberto Adell en su obra El manual del ufólogo.

Lejos de pretender ser una definición científica de cada uno de los elementos considerados y con un ánimo eminentemente práctico, se expone a continuación la descripción de una serie de fenómenos y objetos conocidos (de origen natural y artificial) que suelen ser causa de confusión con OVNIs:

Fenómenos y objetos que pueden se confundidos con ovnis:

De carácter natural:

Planetas. A simple vista se observan como objetos luminosos puntuales estáticos, como estrellas; algunos de gran magnitud según la época y las condiciones de visibilidad. Su posición está perfectamente determinada astronómicamente. Los planetas visibles son: Mercurio, que puede verse con cierto centelleo de color amarillo brillante; Venus, que puede verse muy brillante, de color plateado (origina muchas confusiones con OVNIs); Marte, de colo rojizo; Júpiter, muy brillante y de color blanco y Saturno, con un ligero color blanco amarillento. No pueden hacer movimientos bruscos.

Meteoros. Suelen presentarse con aspecto incandescente, algunos muy luminosos (depende del tamaño cuando entran en la atmósfera), pudiendo incluso explotar (bólidos). Presentan trayectoria parabólica descendente, con estela. Son efímeros y vuelan a gran velocidad. No pueden cambiar su trayectoria.

Nubes. En determinadas circunstancias ciertas nubes pueden tomar aspecto lenticular; de modo que pueden ser confundidas con estructuras extrañas, pero en poco tiempo su forma cambia y vuelven a tomar su aspecto común. Se mueven empujadas por el viento y no hacen cambios bruscos aspecto o movimiento. No son estables ni pueden subir y bajar de forma rápida.

Rayos. Bajo determinadas condiciones, el efecto de refracción de la luz en las capas bajas de la atmósfera puede hacer que el brillo de un rayo presente curiosas formas para un observador. Es un efecto luminoso puro e inmaterial. El efecto es rápido y es difícil que se repita en el mismo sitio con las mismas condiciones. No puede tener aspecto sólido, ni forma definida, ni permanecer en el tiempo.

Rayos en bola. Algunos físicos opinan irónicamente que ver un 'rayo en bola' es mas difícil que ver un auténtico OVNI. Bromas aparte, el rayo en bola (rayo globular o centella) es una manifestación eléctrica relacionada con las tormentas que toma la forma de un objeto brillante flotante de forma esférica y de una duración mayor que la del rayo común, cuya descarga es muy rápida. Puede moverse lenta o rápidamente, o permanecer casi estacionario. También puede emitir sonidos sibilantes o ser silencioso.

De carácter artificial:

Aviones. Formas aerodinámicas (en su mayoría) con presencia de alas. Emiten ruido. Tienen luces intermitentes en su fuselaje. A veces, si se observa su vuelo de frente puede dar la sensación de una luz muy brillante fija. En general no pueden detenerse en el aire (salvo tipos especiales). No pueden hacer desplazamientos en trayectoria de ángulo recto a gran velocidad.

Helicópteros. Su forma convencional es perfectamente conocida. Gran ruido. Presencia de rotores de gran tamaño. Luces de situación. Cuando se acercan al suelo se percibe el movimiento del aire que desplazan. No pueden realizar desplazamientos en trayectorias muy variables de forma rápida y tampoco vuelan a grandes velocidades.

Drones. Cada vez son más comunes y están al alcance de todos, hasta los modelos más complejos y profesionales, que pueden hacer todo lo que haga un avión o un helicóptero (según su tipo y tecnología de vuelo); por ello, son una fuente de confusiones con OVNI en los últimos tiempos. Comparten las características de aviones y helicópteros pero a menor tamaño. Si se observan desde cerca puede escucharse el ruido característico de sus motores. Los más sencillos no alcanzan grandes alturas ni velocidades.

Globos sonda. Hasta la aparición de los drones eran la principal causa de confusiones con OVNIs de los objetos de naturaleza artificial. Su velocidad es la que el viento les comunique, ya que no poseen propulsión. La luz es siempre la reflejada del sol, por lo que puede cambiar de tonalidad según la intensidad del astro rey. Ascensión y caída lenta. Sin estelas. No puede moverse en trayectorias complejas. No puede hacer cambios bruscos de posición, velocidad ni color.

Satélites artificiales. Su trayectoria es constante (pueden aparecer por una dirección y cruzar el firmamento hasta desaparecer por la opuesta). No llevan luz propia, reflejan la del sol. Su velocidad es constante. Pueden producir destellos luminosos en un momento concreto de su trayectoria (como es el caso de los satélites 'Iridium' de comunicaciones, que por el tamaño de sus antenas cuando se encuentran orientadas al sol reflejan su luz con gran intensidad; lo que a los efectos del observador es un fuerte destello o fogonazo en el cielo que pronto desaparece). No pueden cambiar bruscamente de trayectoria, ni de velocidad.

Cohetes. Los cohetes (lanzaderas espaciales, misiles, etc.) deben su propulsión a la emisión de gases en sentido contrario a la dirección de vuelo; por lo que siempre es visible una gran estela tras el cuerpo del objeto, que suele ser de forma alargada y balística para reducir la resistencia del aire en su movimiento. Si cambian de trayectoria suelen dejar rastro a través de dichas estelas gaseosas que puede permanecer cierto tiempo.

Chatarra espacial (reentradas). Caída en trayectoria balística (caída libre) normalmente con estela. Aspecto incandescente. No pueden cambiar la trayectoria. No llevan luces de posición. No pueden frenar su movimiento descendente.