Al referirme a término de enfermedad rara, no hablamos de enfermedades poco frecuentes como las lipodistrofias, ELA, xfragil, etc.; sino de esa patología que cuando uno abre el periódico o los mensajes de móviles se desayuna con tostadas de este tipo: «Cinco jóvenes, de los cuales dos son menores, son detenidos por introducirse en fincas de animales para torturar hasta la muerte a cabras y cerdos previamente mutilados y además graban video de sus hechos y lo propagan en las redes sociales. Igualmente se proponían agredir a una persona en la fiesta de Halloween». Segunda perla: «Decapitan en una reserva al bisonte más grande de España y envenenan al resto de la manada». Seguimos: «Cuidadores de cerdos apalean con barras de hierro y clavan espadas en la barriga de los animales hasta la muerte, a pesar de los gritos de sufrimiento de los animales, difundiendo un video de lo acontecido». También rescatamos que: «Un hombre mata a su caballo a golpes».

Vemos como el maltrato animal, la crueldad innecesaria, el dolor como divertimento está a la orden del día. Cuando vemos a esos menores y jóvenes aprendices de asesinos psicópatas futuros. ¿Qué se puede esperar de un ser humano que disfruta con el macabro dolor de un ser vivo?

Asistimos cariacontecidos a cómo se generaliza el abandono animal, su muerte por inanición, la mutilación y la tortura, etc?. Todos estos sucesos son rasgos de los síntomas de la enfermedad más rara incurable y para la que no existen medicamento alguno, si siquiera de los llamados fármacos huérfanos. Dicha patología no es otra que la sociedad enferma que hoy permite que todo valga menos el sentido común y la decencia. Es la sociedad carente de educación en valores y sus manifestaciones como el maltrato animal, el bullyng escolar, el consumo de drogas socializado, la violencia interiorizada juvenil, entre otras.

La conducta de estos jóvenes es la sintomatología del diagnóstico de la conducta antisocial, psicopática, violencia interiorizada, falta de empatía y sensibilidad; en resumen, los síntomas de asesinos del futuro en muchos casos, al igual que acoso del otro o la violencia de género.

Las causas las encontramos en la educación defectuosa parental o escolar, la notoriedad que permite la difusión en redes sociales y sus vídeos virales, en la crisis de valores que permite el todo vale. Pero el tratamiento se antoja difícil, pero se precisa un nuevo complejo farmacológico cognitivo conductual que permita que el refuerzo y el castigo cumplan su función de intervención en conductas disruptivas; no es otro que desde el punto de vista judicial no usar el internamiento de menores como respuesta, sino los trabajos de beneficio animal como son condenas de varios años a limpiar las pocilgas de los pobre cerdos mutilados. Igualmente, pasa que la condena de ocho meses de cárcel por matar a su caballo que recibió el animal que lo hizo se hubiese convertido en ocho años de poner herraduras a los caballos de su pueblo. Y todas estas respuestas judiciales aderezadas con cursos de sensibilización animal y otras medidas más procedimentales que privativas de libertad. El internamiento o cárcel no modifica las actitudes morales o sociales, y no se repara el daño en su mayoría.

Pero antes de llegar a tratamientos coercitivos se preguntan muchos padres cómo pueden evitar estas conductas, para lo que se hace necesario aglutinar todas nuestras fuerzas en la terapia más efectiva: la prevención. Y no hay nada más profiláctico que la pedagogía con el ejemplo en la familia y en la escuela, estando atentos a maltrato de mascotas en el hogar, incluir asignaturas transversales escolares sobre valores sociales y animales, prohibición por parte de las empresas de la comunicación de la difusión de imágenes o vídeos de las conductas patológicas sobre los seres vivos, campañas en televisión y en las TIC en valores prosociales, sentencias judiciales de reposición del daño, fomento de respeto a los seres vivos promoviendo la empatía y la responsabilidad y predicar con el ejemplo como padres para que vean nuestros hijos que la compasión por el animal dignifica al ser humano.

Y fomentar la conciencia hacia los animales junto al voluntariado en albergues de animales y la adopción de los mismos nos llevará algún día a afirmar que por fin erradicamos la enfermedad actual de la ausencia de valores sociales, y entre ellos el inhumano trato a nuestros animales. Y no lo dudes chaval: «No hay nada más viral que amar a tu animal».