Tiene 32 años, cumplidos en julio. Cuatro meses después de casarse y con sólo 31 años le detectaron cáncer de mama, «un caso extraño», reconoce, porque se sale de la media de edad. Nacida en Yecla, pero vecina de Murcia desde pequeña, Teresa López Ruiz ha sacado algo positivo de esta enfermedad: «La vida hay que disfrutarla». Para superar este duro trance recomienda pensar más en uno mismo -desde el punto de vista físico y psicológico-; estar muy bien informada y confiar en los médicos y en la investigación.

¿Qué hacía cuando le dieron el diagnóstico?

Yo estudié Derecho y estaba preparándome unas oposiciones a la judicatura, que son muy duras. Recuerdo que fue un palo muy grande porque tuve que interrumpir totalmente el ritmo de estudio que llevaba. El tratamiento no te permite seguirlo. Por supuesto, al enterarme fue un shock; piensas que es una faena que te pase a ti. Tienes que cambiar radicalmente de forma de vida.

Una vez superado el susto, ¿qué fue lo que más le ayudó?

Cuando empiezas a tener información de lo que tienes, del tratamiento que te van a poner; cuando conoces a otras personas en tus mismas condiciones, empiezas a analizarlo todo y, en mi caso, lo que me sirvió mucho es tener un planteamiento positivo. Apenas pensé que me podía morir y me aferré a la información que me dio mi médico del alto porcentaje de supervivencia de los casos de cáncer de mama. Me dije, 'yo voy a estar en ese porcentaje que se cura'. Pero reconozco que lo peor de todo es la incertidumbre.

Acaba de pasar la quimioterapia. Ahora está con la radioterapia y en poco tiempo lo peor habrá pasado...¿Retomará su vida en el mismo punto en el que la dejó?

No. Si algo bueno he sacado de esta experiencia es que la vida hay que disfrutarla. Tengo claro que me tengo que reinventar. La judicatura, por ahora, pasa a un segundo plano, pero sí quiero aprovechar mis estudios de Derecho para practicar y todo lo que sé ponerlo al servicio de asociaciones que estén en el ámbito sociosanitario. Con todo lo que he pasado y he aprendido en este año se puede decir que tengo un máster en Salud.

Antes ha comentado que la vida hay que disfrutarla...

Por supuesto. Ahora me planteo la vida de otra manera, no tengo tantas ganas de estar estresada y sí muchas de estar bien conmigo misma; de hacer lo que más me guste, lo que me haga más feliz. Está demostrado que el estado emocional es muy importante para la salud y que un alto estrés o un continuo sufrimiento te perjudica. Además, desde que me diagnosticaron el cáncer he cambiado mis hábitos de vida. Ahora son más saludables y cuido mucho más mi dieta, por ejemplo. Me dedico más a mí.

¿Qué papel ha ocupado en todo este proceso su marido y su familia y amigos?

Pasado el primer momento de temor, y los naturales intentos de querer meterte dentro de una burbuja, para protegerme y que no me pasase nada más, todo se fue relajando, porque me veían a mí bien. Desde el principio he intentado no hacerme la víctima, aunque reconozco que a eso me ha ayudado el que el tratamiento no me ha sentado demasiado mal... Esos intentos de sobreprotección no los puedes evitar. Pero cuando vieron que yo seguía con mi vida, que tenía un buena actitud, se relajaron.

¿Qué mensaje le gustaría dedicar a las mujeres que están en su lugar?

Ante todo que afronten la enfermedad desde un punto de vista positivo y a no dudar en pensar más en ellas. Debemos ser conscientes de que nuestra vida merece la pena vivirla sin compromisos de ningún tipo; y que tenemos que permitirnos las licencias y los caprichos que queramos. Y por supuesto, tenemos que rodearnos de amor, del cariño de nuestra familia y amigos, de todo lo que nos haga feliz.

¿Qué importancia le da a la estar bien informada en todo momento y a hablar de ello?

Para mí hay varios factores importantísimos a tener en cuenta para lograr superar esta enfermedad: Cuidarse física y psicológicamente; tener la máxima información sobre todo el proceso; participar en talleres y en grupos de ayuda; no dejar de lado la coquetería, que mirarse al espejo y verse bien siempre es beneficioso; y hablar de ello, porque normalizar y exteriorizar la enfermedad también ayuda a sentirte libre. Y confiar en los médicos y en las investigaciones científicas, porque los avances están siendo muy importantes. Nuestra mente necesita saber que esto va a terminar, que tiene un fin, y que cuanto antes pase, mejor. Es normal tener miedo, sobre todo a que se reproduzca, pero no nos tiene por qué pasar a nosotras.