La Fiscalía General del Estado quiere «involucrar a todos los niveles administrativos» en la lucha contra el veneno, los plaguicidas y los productos fitosanitarios prohibidos pero que se encuentran habitualmente en el campo y gestionar un «plan común de reacción» frente a este problema que califica de «auténtica lacra para la flora y fauna en general y para la protegida en particular».

Así, la Fiscalía General del Estado denuncia que los especialistas de Medio Ambiente tienen como «realidad constatada» que en el campo español se utilizan sustancias fitosanitarias y/o plaguicidas prohibidos y que estos se encuentran «habitualmente» en pequeñas cantidades en cebos envenenados.

En la Memoria de la Fiscalía de 2015 considera que los cebos con sustancias prohibidas son elaborados «por distintos sectores de actividades vinculadas al campo, con la peligrosa repercusión que ello supone tanto para la fauna en general como para aquella que tiene una protección especial».

Además, entre sus conclusiones, los fiscales entienden que «se puede presumir» que las vías de adquisición de estos productos no son las habituales. De hecho, enlaza su uso con el sector ganadero o con el cinegético, que los emplean para dar muerte a los depredadores y también al sector agrícola, aunque «en menor medida», para terminar con algunas plagas.

En general, destaca que «todo» el comercio de las sustancias tóxicas se controla con «normativa» de la UE y nacional que impone «requisitos estrictos» para su comercialización pero reconoce que «lo cierto es que no existe un control efectivo sobre el uso real que pueda dar».

Por otro lado, apunta a que estas sustancias no excluye «la posibilidad hipotética» de otros usos y el hecho de que la fabricación y comercialización menor a una tonelada «no está obligada a ser registrada», a lo que se suma que «es factible su venta en pequeñas cantidades».

Aunque la Fiscalía admite que «casi la totalidad» de las comunidades autónomas cuentan con planes estratégicos en la lucha contra el veneno, pero a pesar de ello, cree que «la erradicación del uso de estas sustancias parece todavía lejana».