«Constancia le ha llevado hasta su lugar, / Inseparable de su amigo, socio y can; / No arriesga nada a la suerte, ésta sólo se lamenta, / Otros no desearían su lugar ni enfrentarse a su gesta; / Lo contrario a él, que anhela el envite con esmero, / Órdenes de confianza que deposita en su escudero; / Gana por ello respeto en todas sus batallas, / Incula crédito, admiración y vocación en sus palabras».

Es un fragmento de La soledad del guía, poema escrito por el cabo primero Emilio José Palomares Martínez, responsable del Servicio Cinológico de la Guardia Civil de la Región de Murcia. Poema que el cabo primero tiene enmarcado en su despacho de la Comandancia, lugar en el que residen ocho de los nueve perros con los que consta la V Zona (el noveno está en Cartagena, y es la única hembra, Nana).

«'Cino' es perro, 'logos' es enseñanza», recuerda Palomares para explicar la etimología del nombre de su servicio. A pocos metros de su despacho está la puerta de la perrera. Allí viven ocho de los canes, todos machos.

Pertenecen a tres grupos: los que buscan estupefacientes, los que detectan explosivos y los que localizan a personas desaparecidas. «Nos salvan la vida», subraya el cabo primero, que lleva once años en este departamento. «Da igual que cojan kilos de droga o que cojan gramos: esa droga que queda fuera de la calle, gracias a ellos, podría haber ido a parar a un joven que, a raíz de eso, se enganchase», asevera al respecto.

Palomares, en concreto, es el responsable de Chuzo, un pastor alemán. Lo cogió con dos meses y medio y es como un miembro más de la familia. Chuzo es listo hasta el punto de que sabe abrir él solo la puerta de la perrera. Es especialista en buscar drogas.

«Cualquier perro que tenga instinto para jugar puede ser válido para ser un perro oficial de la Guardia Civil», sostiene el cabo primero, mientras acaricia a Chuzo. «Nos vamos de vacaciones cortos periodos para dejarlo poco tiempo solo. Incluso en tu día libre vienes y lo paseas», confiesa.

Un sabueso y un perro de aguas

Aunque la idea más extendida -también gracias a las series de televisión- es que los canes que pertenecen a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado son pastores alemanes, como Chuzo, el caso es que la variedad de razas cada vez es mayor. En la Comandancia, de hecho, 'trabaja' hasta un cocker: se llama Tino, y sabe detectar drogas, al igual que el pastor de aguas Cholo, la pastor belga Nana y el ya citado Chuzo, el perro de Palomares. También hay dos labradores -Jordan y Corso, especialistas en localizar paquetes explosivos-, mientras que se ocupan de la búsqueda de personas desaparecidas un sabueso y un pastor belga -que se llaman Monty y Juancho-.

La Escuela de Adiestramiento de Perros de la Guardia Civil está en El Pardo (Madrid). Sin embargo, no es la única vía para nutrir al Cuerpo de canes válidos. Por ejemplo, Tino, el cocker de la Comandancia, fue 'fichado' mediante la web milanuncios.com.

«Es una donación», explica Emilio José Palomares, a lo que añade que «si no puedes hacerte cargo del perro, lo donas y la Guardia Civil mira si es apto». Así, un compañero suyo «localizó en Mil Anuncios a un cocker de un año. Su dueña no se hacía con él. Se lo trajo, le hizo las pruebas y vio que el perro era válido», precisa.

En el cuartel, cada guía se ocupa de su perro. Día a día. Los sacan por el campo, hacen prácticas con ellos para que no pierdan en hábito. Son agentes de cuatro patas listos para actuar en el momento en que se les requiera. Algunos, por ejemplo, trabajan en el aeródromo de San Javier.

Respecto a por qué todos los canes de la Comandancia son machos -la hembra, Nana está sola en Cartagena-, Palomares indica que es «por el tema del celo, para que la hembra, durante el periodo, no despiste a los demás perros». «Pero se dice que una hembra tiene más olfato y está más apegada a su guía», agrega.

En cuanto a por qué no se entrenan otros animales, el cabo primero detalla que, en el caso de los gatos, son «más independientes» y «no tan afines» con los humanos. «También tiene más olfato un cerdo o perro, pero, por mucho que lo intentes adoctrinar, no es posible. El perro sí ha estado siempre codo con codo con el humano», manifiesta.