Esta joven murciana se licenció en Biología en la Universidad de Murcia (UMU) en 2009. Tiene un máster en Investigación y Tecnología en Ciencias Biomédicas y terminó la tesis doctoral el pasado mes de octubre en Fisiología animal, en el departamento de cronobiología. Durante el doctorado hizo dos estancias en la universidad inglesa de Surrey y aprendió técnicas que luego aplicó en su tesis. Además, ha realizado varias publicaciones y asistencias a congresos y comunicaciones. Actualmente, disfruta de una beca en la universidad de Surrey para investigar los efectos del binomio luz/oscuridad en los astronautas.

¿Cuál ha sido siempre su objetivo profesional?

Mi idea era continuar con la investigación pero las posibilidades en España y en Murcia no eran demasiado buenas. Me llegó la información de que en Surrey pedían un doctor formado en mi área, la cronobiología, que es una ciencia que se deriva de la biología, y tras pasar una preselección, conseguí la plaza. Es un proyecto en colaboración con la Agencia Espacial Europea que profundiza en mi especialidad pero aplicada a la microgravedad, en la que se dan condiciones muy especiales de luz, de temperatura y de gravedad, que producen ciertos cambios a nivel fisiológico.

¿Qué es la cronobiología?

Es una rama de la Fisiología que se encarga del estudio de los ritmos biológicos. Y es una ciencia, que nada tiene que ver con los biorritmos, que es algo pseudocientífico y sin ninguna validez. Nosotros estudiamos cómo se modifican las variables de nuestro organismo a lo largo del día, porque el organismo no es algo estático. Por ejemplo, la temperatura corporal, la presión arterial o incluso la fuerza muscular y la secreción de la mayoría de las hormonas sigue un patrón que llamamos circadiano, es decir, que se repite cada 24 horas. A lo largo del día tenemos unos máximos y unos mínimos y si perdemos el orden temporal interno podemos enfermar.

¿Cómo se regulan esos ritmos?

Tenemos una serie de relojes internos en todo el organismo pero el que los controla, los dirige como a una orquesta sinfónica, lo tenemos en el cerebro, en la zona del hipotálamo. Este reloj central envía señales a lo largo del día al resto del organismo. Y le dice a todas las células de nuestro cuerpo si es de día o de noche y qué hora aproximada. Pero funciona como si fuera un reloj de cuerda y necesita ponerse en hora cada día, porque tiende a retrasarse. La forma de hacerlo es con el ciclo de luz/oscuridad. Por eso es muy importante que nos expongamos a la luz durante el día, pero a la oscuridad durante la noche.

Pero actualmente poca oscuridad nos rodea.

Efectivamente, pues utilizamos dispositivos electrónicos que emiten luz durante la noche, las calles están muy iluminadas, en los bares nocturnos hay una cantidad de luz que no es muy adecuada para esa hora del día€

¿Qué consecuencias tiene?

Si se nos desajusta ese reloj interno con la hora externa, podemos llegar a una situación de cronodisrupción. Y ya hay estudios que lo relacionan con una mayor incidencia de enfermedades cardiorrespiratorias y de tipo metabólicas, como obesidad y diabetes.

¿Cómo se enmarca esto en el proyecto del que forma parte?

Cuando los astronautas van a la estación espacial están en condiciones distintas a la Tierra, no sólo por la gravedad, sino también porque el ciclo luz/oscuridad al que se exponen también es diferente, y les puede llevar a una situación de disrupción. Ellos sufren, además, pérdida de masa muscular, procesos de osteoporosis, que es también lo que ocurre cuando envejecemos. Por tanto, el modelo que vamos a estudiar y sus conclusiones no sólo van a servir para esta condición especial de microgravedad sino que algunas de ellas podrán aplicarse al envejecimiento que se produce en todos los seres humanos de forma natural.

Entonces, ¿se envejece más rápido si no se cumple ese ciclo luz/oscuridad?

Efectivamente. Incluso hay estudios que vinculan los niveles de contaminación lumínica o la exposición de la luz por la noche a procesos de envejecimiento prematuro, y también, enfermedades de tipo cognitivo, como Alzheimer. Pero es una ciencia en pleno desarrollo y hace muy poco que conocemos los procesos por los cuales la luz puede interferir en todo esto. Ahora se está produciendo un boom de publicaciones, pero habrá que esperar a ver si realmente se genera un cuerpo de evidencia. Aunque todo apunta a ello.

Curiosamente, nosotros buscamos siempre la luz. A muchos nos deprime los días nublados€

La luz es fundamental durante el día y está implicada en la secreción de la hormona del ánimo. De hecho, los países nórdicos sufren más problemas de depresión y trastornos de ansiedad, porque no tienen el nivel de luz que se necesita durante el día.

¿Entonces, no recomendaría las lamparitas nocturnas para los niños?

Depende de los casos, pues esas lámparas suelen tener la luz muy tenue. Pero el problema de la luz por la noche es que hay una hormona, que es fundamental en la regulación de los ritmos circadianos, la melatonina, que sólo se segrega por la noche y la luz inhibe su secreción. Sus consecuencias son muy negativas porque es una hormona con múltiples funciones y la principal es regular los ritmos biológicos.

¿Qué otras funciones tiene la melatonina?

Esta hormona está en nuestro organismo desde el principio de la evolución y con el tiempo ha adquirido nuevas propiedades. Se cree que al principio tenía una función antioxidante, y luego también hipnótica, que induce al sueño; además modula el sistema inmunitario, etc. De ahí que sea tan importante que los niveles de esta hormona no los interfiramos con luz nocturna.